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Opinión

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Los humedales del Paraná siguen en peligro

Los humedales del Paraná siguen en peligro

La quema de los humedales del Paraná del año pasado todavía está impune y el ecocidio continúa.


Por José Amado (*)

Según el Reporte de Incendios del miércoles pasado emitido por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, se registraban cuatro focos activos en Entre Ríos que fueron detectados satelitalmente. Dos en Gualeguay y dos en Victoria. Al igual que en 2020, el peligro de los incendios en el Delta asoma complicado ante una nueva bajante del Paraná, que permitiría el avance del fuego y dificultaría la llegada de quienes vayan a combatirlo. Los organismos públicos nacionales y provinciales exponen los avances en materia de monitoreo y control de los incendios en los humedales del Paraná, aunque esto no les importe demasiado a los responsables de las prácticas destructivas. No se conocen hasta ahora sanciones a los responsables del ecocidio registrado el año pasado.

La secretaria de Ambiente de la Provincia, María Daniela García, dijo ante esta nueva situación que “se articularon acciones con Defensa Civil y con Prefectura Naval Argentina”, y remarcó que los incendios en las islas “ponen de manifiesto la complejidad de un problema que es ambiental y fundamentalmente social, y que tiene múltiples causas”. En este sentido, apuntó los dos problemas principales detrás de estos focos ígneos: “Por un lado nos enfrentamos a una bajante del río verdaderamente histórica, que ha eliminado los arroyos y cauces que servían como cortafuegos, que además ha reducido notablemente la humedad del ambiente creando condiciones propicias para la expansión del fuego; y por el otro, nos encontramos con una serie de prácticas irresponsables de personas de distintas procedencias y que con fines diversos ponen en riesgo estos ecosistemas”.

El secretario de Protección Civil de la provincia de Santa Fe, Roberto Rioja, alertó el panorama peligroso por la bajante del río: “Lo que son 20 islas rodeadas de agua, se transforma en una sola”, por lo que los incendios son “mucho más grandes y más difíciles de atacar”, y se dificulta llegar “por agua” a las zonas afectadas.

Luego de la incalculable devastación ambiental del año pasado, áreas públicas de ambiente y asociaciones civiles radicaron varias denuncias en el Juzgado Federal de Paraná, donde se abrieron una docena de causas con unos 20 imputados, aunque aún no se conocen sanciones efectivas para los mismos, podrían tardar años en llegar a un juicio.

En septiembre de 2008 la Legislatura entrerriana sancionó la Ley Nº 9.868 para el manejo y prevención del fuego en el ámbito rural y forestal que prohíbe esta práctica sin autorización expresa de la autoridad de aplicación. Obliga a cualquiera que sepa de un incendio o un riesgo de tal situación, a denunciarlo. La realidad indica que pocos denuncian y nadie (o casi nadie) paga.

“Cabe preguntarnos por qué la voluntad de unas pocas personas prima por sobre los intereses y calidad de vida del conjunto de la población isleña y de ciudades aledañas”, sostienen las investigadoras Patricia Kandus, Natalia Morandeira y Priscilla Minotti, de la Universidad Nacional de San Martín, en un trabajo publicado el año pasado titulado “El Delta en llamas”. Muchos nos preguntamos lo mismo.

 

(*) Esta columna de Opinión de José Amado fue publicada originalmente en el diario Uno de Paraná.

 

 

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