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Colaboraciones

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Otras voces emplumadas

Otras voces emplumadas

Amalia Doello Verme (*)


Cómo no recordar los momentos en que el rey del gallinero hacía su presentación a la comunidad. En cada uno, o por lo menos en la gran mayoría de los hogares, se estilaba tener un gallinero a los fondos de la casa con unas cuantas gallinitas. Sí, lógicamente con el Rey que hacía gala de su bellísima voz, a eso de las 2 o 3 de la tarde en pleno verano con un tórrido sol, donde nadie se animaba a salir porque era la hora de la siesta, tan tradicional en toda nuestra ciudad.
A mi casa habían traído un gallo hermosísimo, realmente su presencia en el gallinero provocó en el grupo de gallinas un gran revuelo, así empezaron a rodearlo y el gallo comenzó a dar vueltas, levantando sus patas una a una haciendo gala de una elegante estampa. Creo que le anunció a cada copetona o bataraza que vendrían días de muchos amoríos, y así se calmaron y siguieron picoteando los restos de comida que se echaba en el gallinero para completar la alimentación de maíz. Como iba diciendo, a la hora de la siesta este animal daba un concierto digno de Plácido Domingo, y como respuesta se escuchaba a los otros gallos que acompañaban el concierto cantando con gran esmero, muchos vecinos se quejaban porque la voz del cantor era muy muy molesta. Así que había que espantarlo para que acabara de cantar. Pero los otros gallos seguían demostrando su condición hasta que por fin acababa la manifestación de los gallos de los gallineros del barrio.
Pero otras veces también interrumpían el descanso a la hora de la siesta los loros, que comúnmente los vecinos traían del campo los pichones y los criaban hasta que estaban bien emplumados, pero cuando se callaban los gallos y las guineas, empezaban los loros a competir con voz chillona, realmente irritante, pero el animalito era tan bonito que todos le tomábamos un cariño especial y así algunos vecinos debían callar a los loritos ya que se estaba transformado en un loquero. 
Pero es hermoso recordar esos momentos en que los animales se metían en nuestras vidas y entonces la vida transcurría entre estas voces y había otras también dignas de destacar como los teros que alborotaban a cualquier hora del día.

(*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.
 

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