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Diario El Argentinomiércoles 24 de abril de 2024
Colaboraciones

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Reino de Dios o Tierra sin Males

Reino de Dios o Tierra sin Males

         


Por Waldemar Oscar von Hof (*)
Especial para EL ARGENTINO

Cuando los jesuitas comenzaron a trabajar con las misiones en nuestras tierras sudamericanas se encontraron con que el pueblo guaranítico tenía mitos, creencias y leyendas. Algunas de ellas fueron asumidas como parte del cuerpo de creencias y otras condenadas, pero el mito de la Tierra sin Males fue aprovechado e incorporado entre las creencias. Este mito fue coincidente con el del paraíso y con el del Reino de Dios.

En la segunda mitad del año litúrgico, desde el domingo de Trinidad (30 de mayo) hasta el domingo de Cristo Rey (21 de noviembre) se charla, se profundiza y se reflexiona sobre la cristalización del Reino de Dios en la tierra. Uno a uno, en los domingos, la liturgia va abordando aspectos de cómo el Reino se hace concreto en el mundo. El gobierno divino es iluminado con sus aspectos sanadores, con sus miradas compasivas, con su visión profética anunciadora y también denunciadora. Los Evangelios con las parábolas, las enseñanzas y los milagros de Jesús acompañan esta profundización. El Reino de Dios es como… ‘una semilla de mostaza’, como ‘una mujer que toca el manto de Jesús, sanándose’. Es como ‘las palabras de Jesús que calman las tormentas’ o es como Amos y San Juan Bautista, que llaman a la conversión, al cambio y al compromiso.

“Busquen primero el Reino de Dios y su perfecta justicia” afirma Jesús en el capítulo 6, versículo 33, del evangelio de San Mateo. En una profunda reflexión el Dr. Martin Lutero en su escrito “Doctrina de los dos Reinos” basado en la Carta a los Romanos de Pablo, sostiene que Dios gobierna al mundo por medio del gobierno secular, mediante la ley y mediante el evangelio y la gracia en el reino divino. La necesidad del castigo y la aplicación de las leyes son las características del primero, en cambio la compasión, el perdón y la misericordia son los valores del segundo. Necesitamos, como sociedad, un gobierno que haga funcionar al estado con sus leyes y su orden sabiendo que, de Dios, viene la misericordia y el perdón, afirma el reformador.

La iglesia es un proyecto que ha surgido a partir del sueño de querer realizar el Reino de Dios entre nosotros. En algunos momentos se arrogó esa figura, pero con el tiempo fuimos descubriendo que no somos el Reino de Dios, si no que somos instrumentos de una utopía que Dios tiene con nosotros. Dios es el que hace, realiza y lleva adelante al Reino, sucede con nosotros, pero también a pesar de nosotros. Los seres humanos somos tan solo ladrillos imperfectos, que son parte de esta construcción.

El Sueño de Dios se va cristalizando en varios aspectos de la sociedad, donde hay una ONG que trabaja en pos de la eliminación de la trata de personas, o cuando un grupo de personas declama, aboga y lucha por el respeto a los derechos, o donde una persona reclama justicia y otros responden para lograrla.

Hoy la realización y la construcción de una democracia, cabal, integra y en constante perfeccionamiento, es un modo de realizar el gobierno divino en la tierra. Solamente un sistema con una democracia donde los sistemas legislativo, judicial y ejecutivo funcionan a pleno con su voluntad de trabajar íntegra e integradamente, son el reflejo de un reino divino en construcción.

Una Tierra sin Males, utopía y realidad del pueblo guaranítico, donde la justicia, la paz y la prosperidad sean cotidianos, no es un sueño irrealizable. Los profetas del pueblo de Israel, Jesús, sus discípulos y la iglesia cristiana desperdigada por el mundo con sus diferencias y sus coincidencias, con su historia de más de dos mil años, pero también otras religiones y creencias, entendieron la posibilidad de que este sueño puede, y ha de realizarse en la tierra, es decir entre nosotros.

Cada uno es parte de este sueño, no cejemos en seguir creyendo y construyendo con pequeños gestos, con pequeñas actitudes, con respetos y un serio reclamo de la construcción de una democracia que vaya en crecimiento y en constante profundización. Cada uno es profeta anunciando que el reino es una posibilidad entre nosotros y denunciando, allí donde la democracia es desconstruida en pos de autoritarismos o gobiernos unipersonales.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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