El Congreso de Biodiversidad advirtió que la clave está en el uso sustentable

“Somos naturaleza, cómo incorporar la biodiversidad en la toma de decisiones”, fue el título del Congreso organizado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación y que se vivió desde el 9 al 13 de agosto, pero cuyos ecos no perderán vigencia por varias décadas porque ha trazado un itinerario esencial para enfrentar los desafíos integrales del siglo XXI.

Este Congreso –que fue cubierto por EL ARGENTINO- se realizó de manera virtual y contó con el aporte de especialistas de distintas áreas, quienes debatieron sobre la manera en cómo la “diversidad de la vida” tiene y debe ser incorporada en las decisiones de los funcionarios públicos, pero también en el desarrollo del sector privado: lo global comprende a todos, sin excepción.

“La biodiversidad es la diversidad de vida, la variedad de seres vivos que existen en el planeta y las relaciones que establecen entre sí y con el medio que los rodea. Es el resultado de millones de años de evolución”, recalcó la secretaria de Política Ambiental en Recursos Naturales del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Florencia Gómez.

Este Congreso fue compartido de manera plural a través del canal de YouTube del Ministerio de Ambiente, y aportó herramientas para sumar el enfoque de biodiversidad en la planificación y ejecución de proyectos, programas y políticas en la esfera de sus competencias.

Gómez fue elocuente: “Se puede aprender de la naturaleza de la que somos parte a diseñar proyectos, productos, procesos y servicios que no generen problemas ambientales. Esto permitiría la construcción de comunidades sostenibles. Soluciones integrales que traen beneficios a la sociedad y a la naturaleza de la que somos parte”.

 

La agenda

 

La agenda abordó –a manera de desafíos y temáticas- no sólo qué es la biodiversidad y su complejidad, sino también la diversidad cultural, los instrumentos estratégicos para ordenar ambientalmente el territorio; como así también se compartieron miradas sobre soluciones integrales a los problemas humanos; mientras que el cierre se realizó en base a dos debates que concentraron todas las miradas: “herramientas para la gestión en biodiversidad”.

Por eso no fue casual que uno de los paneles (que giró bajo el título “Caja de herramientas para llevarse del Congreso”) fue esencial para comprender la importancia del uso sustentable como clave para aspirar a un futuro mejor.

En este panel se abordaron las herramientas más idóneas para desarrollar la gestión ambiental, pero también las estrategias colaborativas y la planificación para no perder el rumbo. Y estuvo basado en un aprendizaje que se actualiza en este siglo XXI: re aprender a construir comunidades sostenibles.

Así, la expositora Sandra Sharry (doctora en Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata y actualmente coordinadora del Programa Usos Sostenibles de Biodiversidad –USUBI), llamó a reflexionar (a manera de invitación e incentivo) sobre la importancia de invertir en materia de desarrollo sustentable de la biodiversidad y eso no contradice la respuesta que se deben dar en otros campos de realidades urgentes como la Salud y la Educación. Por el contrario, la inversión en desarrollo sostenible está signada por las acuciantes necesidades que impone el Cambio Climático Global; también a razones sociales asociadas a la salud, a la seguridad alimentaria además de otras vinculadas con el campo de la economía y la geopolítica.

Esta experta sostuvo que la crisis de la biodiversidad y la climática están relacionadas de manera directa, pero iluminó ese concepto al sostener que, si bien ambas están relacionadas por la crisis, también están relacionadas a la hora de pensar una solución sustentable. “La biodiversidad es un aliado crucial en la lucha contra el cambio climático”, señaló.

Un ejemplo de la actualidad lo subrayó al referirse que la pandemia de la Covid-19 tornó urgente la necesidad de proteger y recuperar la biodiversidad; porque si los ecosistemas funcionan de manera equilibrada se transforman en una herramienta de prevención contra la posible aparición y propagación de enfermedades en el futuro.

Por eso instó a detener la pérdida de biodiversidad, para asegurar la variabilidad de la vida en el planeta y simultáneamente contribuir al bienestar humano y brindar mejores posibilidades para erradicar la pobreza y el hambre.

Respecto de invertir en la conservación de la biodiversidad, recordó que las propias industrias dependen de genes, especies y servicios eco sistémicos como un insumo crítico para la producción, en particular los medicamentos y los alimentos. Y ajustó su mirada al recordar que más de la mitad del Producto Bruto Interno Mundial depende de la naturaleza y de los servicios que ésta presta. Y ejemplificó: “Tres de los sectores más importantes (la construcción, la agricultura y alimentos y bebidas) son fuertemente dependientes de ella”.

 

La soberanía alimentaria

 

Sandra Sharry avanzó hacia el concepto de la soberanía alimentaria, advirtió sobre el riesgo que implica la pérdida de la biodiversidad y en un razonamiento dialéctico (y didáctico), concluyó que la soberanía alimentaria es clave para una alimentación sana y nutritiva.

Sharry también se refirió “al conjunto de actividades de recolección, producción, procesamiento o comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidad nativa, bajo criterios de sostenibilidad ambiental, social y económica”. Y recordó los siete principios del “Biocomercio”:

1) Conservación de la biodiversidad.

2) Uso sostenible de la biodiversidad.

3) Distribución justa y equitativa de beneficios derivados del uso de la biodiversidad.

4) Sostenibilidad socioeconómica (de gestión, productiva, financiera y de mercado).

5) Cumplimiento de la legislación nacional e internacional.

6) Respeto de los derechos de los actores involucrados en el Biocomercio.

7) Claridad sobre la tenencia de la tierra, el uso y acceso a los recursos naturales y a los conocimientos.

“La biodiversidad es tan importante para nuestro bienestar físico y mental como para la capacidad de nuestra sociedad de hacer frente al cambio global, a las amenazas para la salud y a las catástrofes”, resaltó.

Por su parte, la directora Nacional de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente de la Nación, Betania González, al cierre del Congreso valoró el encuentro al que lo ubicó como un hito por su abordaje y por haber abordado la complejidad de la temática.

Como lo señaló –oportunamente- la secretaria de Política Ambiental, Florencia Gómez, al referirse a la creación de comunidades sostenibles: “La especie humana y sus culturas han emergido de la adaptación al medio, su conocimiento y su utilización. Es por ello que la biodiversidad tiene dos dimensiones: la biológica y la cultural”.

Por eso este Congreso –que fue seguido por EL ARGENTINO en todas sus instancias- tiene un legado esencial para comunidades como la de Gualeguaychú y Entre Ríos, pero también para todo el país y la región. No fue casual que, en cada intervención, en cada temática abordada y debatida se haya llamado de manera constante a fortalecer los distintos diálogos entre sociedad y naturaleza, entre el saber académico y el ancestral y de ese modo generar la cultura del encuentro que permita concebir a este mundo ya no como un espacio ancho y ajeno sino como una casa en común. El Foro Ambiental de Gualeguaychú como el Plan de Alimentación Sana Segura y Soberana de la Municipalidad y otras instancias de similar paradigma, lo vienen planteando en sus acciones; ahora ese concepto tiene una dimensión más visible gracias a este Congreso que llama a jerarquiza la incorporación de la biodiversidad (con el uso sustentable) en la toma de decisiones tanto públicas como privadas.