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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
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Avanza el plan para construir el cuarto puente sobre el río Uruguay

Avanza el plan para construir el  cuarto puente sobre el río Uruguay

El anuncio sobre la inminente construcción de un puente que uniría Bella Unión (Uruguay) y Monte Caseros (Corrientes), en el marco del encuentro del presidente Luis Lacalle Pou y su par argentino Alberto Fernández el 16 de agosto en la Quinta de Olivos, renovó la esperanza en ambas márgenes.


“Se trata de una ilusión que se enciende y se apaga cada vez que una nueva figura ocupa el sillón presidencial. Pero ahora sí, no sin un rezago de suspicacia de algún vecino, los bellaunioenses están convencidos de que en unos años habrá puente y que traerá abundancia”, cuenta en una extensa crónica el diario uruguayo El País.

Esta vieja promesa se consolidó, primero, a través de una declaración conjunta de Uruguay y Argentina en Anchorena el 2 de junio de 2010, cuando se reunieron los entonces presidentes José Mujica y Cristina Fernández. El anuncio se ratificó en agosto del año siguiente del otro lado del río, en la Casa Rosada, donde los mandatarios encomendaron a la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) la elaboración de estudios de viabilidad e impacto ambiental para la realización de la obra.

Sin embargo, la intención de unir estas dos localidades —que en realidad son tres porque ahí nomás está la brasileña Barra do Quaraí— tiene más de 30 años. “Mi padre, que tanto lo quería, murió antes de ver el puente”, dice una empleada de 40 años en un bazar en el centro de Bella Unión.

La Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Corrientes, en mayo de 1985 declaró de interés provincial la construcción de este puente. A lo largo de los años, le siguieron manifestaciones de interés principalmente del lado argentino: la creación de una comisión transfronteriza pro-puente en Monte Caseros en 1995, por ejemplo, hasta un proyecto de ley argentino lanzado en 2006 donde se planteaba declarar de interés nacional la habilitación de un puente en la zona, pero que no fuera solo binacional, sino que integrara también a Brasil.

Ahora, volvamos a lo que está hecho y lo que falta. En cuanto Mujica y Fernández encomendaron los informes, la CARU puso en marcha una licitación para elaborarlos. “Se hizo el estudio de factibilidad de este proyecto en diferentes partes: el impacto ambiental, económico, la viabilidad y retorno de la inversión. Se ha cumplido con todas las etapas, incluso la de las audiencias públicas, y está aprobado en su totalidad el proyecto”, asegura el presidente de la CARU, Mario Ayala.

Según lo proyectado, la obra se construirá tres kilómetros aguas debajo de Bella Unión y Monte Caseros y tendrá una extensión de 1.570 metros. Esta área fronteriza es una suerte de punto medio de tres grandes ciudades: está a 600 kilómetros de Montevideo y Buenos Aires y a 700 de Porto Alegre. La inversión proyectada es de unos 65 millones de dólares para el puente en sí, y otros 65 millones para obras que corresponden a Argentina, para conectar el puente con una ruta nacional. No obstante, hay que tener en cuenta que estos montos no están actualizados al día de hoy. Entre otros datos, el informe final de la CARU estima que la construcción de la obra tendría un plazo de 36 meses y generaría 500 puestos de trabajo directos.

Ahora, entre los potenciales beneficios que traería el proyecto para el lado uruguayo, sobre todo para el norte, Ayala hace especial énfasis en la circulación de camiones. Pongámonos en contexto: el puente más próximo es el que conecta Paso de los Libres (Argentina) y Uruguayana (Brasil). Los estudios explican que el “principal diferencial” que puede tener este proyecto es la reducción en los tiempos de espera en ese puente, ya que la aduana de Uruguayana y Paso de los Libres genera demoras de hasta cuatro horas en lo que refiere al tránsito de camiones. Según comenta Ayala, pasan cerca de 1.000 camiones al día por ese puente y, de acuerdo con lo proyectado, el puente Monte Caseros-Bella Unión absorbería unos 770 vehículos —teniendo en cuenta, además, autos y ómnibus— diarios.

Por esa razón, el informe de factibilidad sugiere instalar sitios de almacenamiento, embalaje y fraccionamiento, que puedan servir a los camiones de carga que pasarán por ahí. Para el presidente de la CARU, el desarrollo de la logística es clave. Por eso, dice, el puente no es “el único proyecto” que debe concretarse: “Hay una cantidad de acciones más. Además de la creación de servicios, se genera una actividad extra a la región que tiene que ver con transformarla en una zona logística que puede ser interesante, porque a partir de ahí se pueden instalar diferentes emprendimientos que tengan que ver con lo industrial y lo logístico, además de la intención del gobierno uruguayo de impulsar una zona franca en esa parte del país”, señala.

La esperanza y los planes

“Bella Unión. Esta ciudad pequeña, pero con un movimiento inusitado para sus dimensiones, con una gran población flotante está situada junto al Río Uruguay. Enfrente está la ciudad argentina de Monte Caseros (…). La distancia a través del río queda definida por las anécdotas de mujeres que van a lavar al (río) Uruguay y oyen rebotar las balas, cerca suyo, durante los ejercicios de tiro que se realizan en la vecina orilla”. Así de escueta y precisa es la definición de Gonzalo Pérez Iribarren, un matemático multifacético, aficionado de la literatura y el arte, que ingresó en la intimidad de las familias de los “peludos” —cortadores de caña de azúcar— en 1969 y publicó “Testimonios del norte”, un libro donde los trabajadores hablan en primera persona.

Esa impresión de la localidad no guarda enormes diferencias con la del presente. Ciudad pequeña, gran población —12.200 según el último censo— y en la calles una celeridad tan tranquila que por momentos parece de otro tiempo.

Son las 10 y media de la mañana de un lunes en el centro de Bella Unión. Llueve y deja de llover cada 15 minutos. El clima no se decidirá hasta el atardecer, cuando el sol seque la calle. Es lunes 24 de agosto, un día ceñido por la nostalgia y la expectativa del feriado; un lunes laboral entre dos días de descanso que podrían explicar la quietud. Los pocos comercios que no están cerrados dan las últimas pasadas de escoba para luego abrir. El free shop donde más compran los locales no abre hoy. El otro, que también vende a uruguayos, sí abre pero más tarde. El resto de los free shops, los gigantes, están cerrados por la pandemia.

El restaurante más grande de la ciudad, ubicado a una cuadra de la plaza principal, no abre hasta el mediodía. A una cuadra y media está el otro restaurante “grande”, Avenida Restó. La puerta está abierta pero “está cerrado”, dice su dueño, Nelson Blandón, a quien no le molesta recibir a El País con un café mientras ultima detalles de la fiesta que está organizando para la noche. Tiene en su cabeza el mapa —hasta con señales de tránsito que indican dónde están los hoteles y los atractivos turísticos— del Bella Unión desarrollado cuando el puente esté en pleno funcionamiento.

“Conozco todo”, dice Blandón. “Estoy metido en lo política, en lo agroindustrial, estamos haciendo proyectos turísticos relacionados al tema del puente y siempre me dediqué a la gastronomía. Soy un empresario gastronómico, así me defino”, cuenta.

Blandón es dueño de este local, Avenida Restó —ubicado al lado del municipio y a pocos metros de un free shop—, y de un local que queda enfrente, que en algún momento supo ser parrillada y cerró. Ahora, previendo el flujo de argentinos y brasileños de un lado a otro, Blandón tiene grandes planes: volver a abrir una parrillada en ese local, pero una más “gourmet”, para captar al turista que demanda ese tipo de servicios. Justo en este momento, en ese salón de enfrente donde se servirán “carnes especiales y variedad de pastas”, hay un profesor dando clase a unas 30 personas. Se trata de un curso del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop).

 

“Soy una ECA (Entidad de capacitación) registrada en Inefop. Ganamos cursos para Bella Unión y este es el primero que estamos dictando, se trata de atención al cliente en turismo. El siguiente curso es marketing y ventas y el último es sala cafetería y bar. Todo apuntando a la formación”, dice Blandón. “Bella Unión carece de mano de obra calificada y personas que estén preparadas para la atención al público. Necesitamos un desarrollo enorme para atender al turista que vendrá, por eso estamos haciendo esa capacitación”, asegura.

Y además de la capacitación, se necesita infraestructura para el durante y el después de la construcción. “Acá solo hay tres hoteles. Hay gente invirtiendo en casas de alojamiento para suplir esa necesidad. Fijate, restaurante con aire acondicionado para el verano soy yo nomás el que tiene”.

Ante la pregunta de qué beneficios traería el puente, Blandón repite tres veces “todo”, y ese todo, para él, es el turismo. Bella Unión será un punto turístico, está convencido. “El puente traerá turismo, el turismo mueve la construcción, el PBI, el turismo son las estaciones de servicio, los taxis, los peajes, los hoteles, los restaurantes”, y la lista sigue. “Un argentino te hace 1.800 kilómetros para comprar un perfume. Antes (de la pandemia) pasaban por Concordia o Paso de los Libres para llegar a los free shops de acá. Y yo trabajo con ese tipo de clientes, los conozco. Los argentinos no miran lo que gastan”, asegura.

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