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Diario El Argentinomartes 16 de abril de 2024
Opinión

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Planchar era imprescindible

Planchar era imprescindible

En cuanto amanecía la casa recobraba la vida en movimiento. Los que íbamos a la escuela nos levantábamos, nos lavábamos la cara, nos peinábamos, tomábamos la leche que ya había preparado mi mamá.


Amalia Doello Verme (*)

 

Nos revisaban las uñas y las orejas para que estuvieran bien limpias, era como un ritual que se repetía todas las mañanas al salir de la casa.

Qué orgullosos marchábamos con nuestros guardapolvos impecables, y que hermoso era el mío con tres tablas adelante y un lazo que remataba atrás en la cintura con un moño que al terminar la mañana se había desatado cuatro o cinco veces.

Pero, aquí hay un motivo más que elocuente para sentir orgullo de nuestros blancos y almidonados guardapolvos.

El viernes eran sometidos al más cuidadoso lavado, cuellos, puños y bolsillos reclamaban la mayor atención del jabón.

Para enjuagarlos se llenaba el fuentón con agua limpia y se disolvía un cubito de azulino, este producto se envolvía en un trapito y se sumergía en el agua que al momento quedaba teñida de un color azul cristalino, que resaltaría el blanco dándole un brillo especial.

Luego se colgaba la prenda hasta que estuviera casi seca.

El otro procedimiento era disolver en la palangana tres cucharadas de almidón con agua caliente luego se completaba con agua para luego introducir por separado cada guardapolvo que se volvía a tender y a esperar que se secara.

Para ser sincera debo decirles que en mi casa no había “tabla de planchar”, pero planchar era imprescindible.

Una vez más usando el sentido común se resolvía. A la tarde se procedía a planchar toda la ropa que no era poca, se sacaba el hule que cubría la mesa donde comíamos y en uno de los extremos se colocaba una mantita y sobre ella un trozo de sábana vieja para que la plancha deslizara, esto requería conocimiento y práctica, era una actividad sólo para adultos, ya les diré el por qué.

Aquí me dejo llevar por la emoción del recuerdo, la plancha con la que se quitaban las arrugas era precisamente un elemento primoroso con forma de barco, de hierro, tenía un cuerpo principal pesado con una tapa que podía levantarse para colocar allí y aunque no se pueda creer brasas incandescentes, se bajaba la tapa que tenía un mango de madera que permitía impulsar la plancha hacia dónde queríamos. También contaba este cuerpo con cortes en forma de ventanitas por donde salían las cenizas que dejaban las brasas al irse apagando, pero cuando esto ocurría con mucha destreza se tomaba por la manija y en un espacio abierto se hamacaba la plancha de un lado al otro hasta que volvían a encenderse.

Era necesario tener un brasero encendido para ir renovando el carbón.

Está actividad tan peculiar resultaba complicada, cansadora, cuya recompensa llegaría el lunes cuando salíamos para la escuela con los guardapolvos relucientes.

Más tarde aparecieron las planchas sofisticadas que funcionaban con bencina, tenían un tanquecito que se llenaba del combustible, y se encendía por uno de sus costados.

Con la aparición de esta nueva modalidad la tarea de planchar se vio altamente simplificada, aunque manipular la bencina era un tanto peligroso ya que es inflamable.

En mi casa se siguió usando la plancha a carbón, no sé si fue por tradición o por julepe.

Lo que aún no había aparecido era la tabla de planchar. A veces ocurría algún imprevisto cómo planchar un pantalón de vestir al cual había que dejarlo con la raya al frente súper marcada lo que ocasionaba que si esto ocurría cuando se estaba comiendo era todo un movimiento inesperado.

Me cuenta mi dama de compañía que, en la casa de sus abuelos, había una mesita de fabricación casera qué se podía plegar y que era usada cómo tabla de planchar.

Con el advenimiento de nuevas texturas en las telas ya casi es innecesaria esta labor.

Hoy en día en que la tecnología nada nos niega han aparecido prácticas tablas de planchar, incluso vienen con un mueblecito dónde poder guardar los elementos que se necesitan para obtener un buen planchado incluyendo un accesorio que permite introducir las mangas para un planchado perfecto.

Las nuevas generaciones disfrutan de planchas a las cuales se les puede colocar apresto o agua para ir humedeciendo la prenda.

Es bueno optimizar las tareas hogareñas para poder disfrutar de ese valor que es único e irrepetible para cada uno de nosotros que es: el tiempo.

 

(*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.

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