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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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Una interna descarnada

Una interna  descarnada

No podía ser más desgastante para el Gobierno la semana que siguió a una de las derrotas más severas sufridas por el peronismo. Si los votos lo dejaron debilitado, la crisis posterior expuso a Alberto Fernández a una tensión desgastante de la que no salió mejor parado, pero con un gabinete con más volumen político.


Por José Angel Di Mauro

 

Al cabo de otra jornada febril de negociaciones a puertas cerradas y versiones de todo tipo, se supo que el presidente iría al día siguiente a La Rioja, donde se mostraría con gobernadores. Se especuló entonces conque desde allí anunciaría su nuevo gabinete. Muchos se ilusionaron con un Alberto Fernández “empoderado”, relanzando su gobierno apoyado en los gobernadores, como se teorizaba al inicio de su gestión. Pero no.

Poco después de dejar la Casa Rosada a bordo del helicóptero junto a Gustavo Beliz alrededor de las 22.30, comenzó a circular el comunicado de Presidencia que anunciaba las designaciones con las que se buscaba poner fin a la crisis desatada en la cima del poder, tras la estrepitosa derrota en las PASO. La confección de los cambios no hizo más que certificar que el presidente terminó cediendo.

Lo cual, de alguna manera, infunde cierta tranquilidad porque garantiza que los encontronazos pararán al menos por un tiempo. Posiblemente hasta el 14 de noviembre.

Dice más lo que no está escrito en el comunicado, que los nombres que allí figuran. Pues no se menciona al ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, ratificado en consecuencia al frente de esa cartera, luego de que desde el jueves se lo considerara fuera. El viernes se daba por hecho que la solución a la grave crisis planteada entre el presidente y su vice sería salomónica e implicaría la salida de tres funcionarios albertistas y otros tantos de Cristina. Si se iba Wado, también lo haría Santiago Cafiero. Sin embargo el dirigente de La Cámpora seguirá, no así el jefe de Gabinete. Al menos no en ese cargo, sino en Cancillería, cuestión de atenuar el impacto de la salida.

 No hubo ninguna compensación; el único cristinista que sale es Roberto Salvarezza, de un peso específico bastante inferior políticamente hablando. Sobre todo si se tiene en cuenta que la primer salida anunciada fue la de Juan Pablo Biondi, mucho más que un vocero para el presidente Alberto Fernández. La suya fue la primera y única renuncia de carácter “indeclinable” presentada en una semana en la que los planteos en ese sentido fueron casi todos verbales.

El presidente podrá considerar que ha logrado retener a varias de las otras cabezas exigidas desde el cristinismo. Por ejemplo Matías Kulfas, o Claudio Moroni. Pero sobre todo Martín Guzmán, aunque en realidad la vicepresidenta no iba por él; no ahora, cuando debe defender el proyecto de Presupuesto 2022 que acaba de mandar al Congreso y está pendiente la firma del acuerdo con el Fondo. Su hijo y otros halcones del cristinismo sí querrían su salida.

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