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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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Alejandro Hermann: el legado de uno de los últimos pioneros

Alejandro Hermann: el legado  de uno de los últimos pioneros

Enseña el diccionario que pionero es aquella persona que se anima a dar los primeros pasos en alguna actividad humana y que permite el desarrollo como un gran salto hacia el futuro.


Por Nahuel Maciel

EL ARGENTINO

 

 

El catálogo de términos y conceptos define al emprendedor como aquel que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo.

Don Alejandro Hermann fue uno de los últimos pioneros y un consolidado emprendedor, aunque seguramente será recordado por haber sido una buena persona; un espíritu inquieto, con sólidas raíces –junto a su esposa Laura- que le permitieron a su familia desplegar las alas para emprender vuelo.

Culturalmente, don Alejandro era descendiente de los alemanes del Volga, que llegaron a la Argentina cuando el siglo XIX se despedía de su oscuridad y el siglo XX se mostraba más esperanzador.

Huérfano a muy temprana edad en su infancia, don Alejandro siempre aprendió de la cultura del trabajo y abrevó en la cultura del agradecimiento.

Luego de incursionar en distintos trabajos, ingresó como chofer de camiones en una empresa.

Hay que tener el contexto de la historia para comprender mejor la decisión que tomó don Alejandro a principio de la década del ´70 del siglo pasado.

El Frigorífico Gualeguaychú anuncia su doloroso destino de cierre. Gualeguaychú lejos de paralizarse, genera la Corporación del Desarrollo y en 1974 crea su nave insignia: el Parque Industrial, que años posteriores será casi como un segundo hogar para Hermann.

En 1976 se inaugura el Puente Internacional Libertador General San Martín y un año después, el Complejo Ferrovial Zárate - Brazo Largo que permitió superar la insularidad de una comunidad que se sabe “madre de sus propias obras”.

En ese contexto, más precisamente en 1973, don Alejandro decide “bajarse” del camión para abrir un taller mecánico y sondear otras posibilidades de desarrollo y progreso.

Del taller mecánico a la metalúrgica fue un paso natural en él, pero gigantesco para la economía local, regional, más tarde provincial y finalmente ser una referencia nacional e internacional en su rubro.

Al principio reparar carrocerías. Pero en la década siguiente (los años 80) comenzó a fabricar carrocerías: el espíritu pionero y el alma de emprendedor ya se expresaba en su dimensión que tendrá otro ingrediente, no menor: crecer sí, pero con valores innegociables. Así era don Alejandro.

Lo que sigue es una historia conocida en la ciudad y en el país: la firma crece con la llamada segunda generación, los hijos de este pionero que –siempre con su esposa Laura- consolidó una forma de hacer, de ser y de estar siendo y haciendo al mismo tiempo.

Sus tres hijos varones Jorge, Hugo y Juan se incorporan a la firma para darle continuidad a la visión de don Alejandro. La hija mujer, Norma, explora su vocación hacia el prójimo a través de su profesión como trabajadora social y también sobresale a la luz de ese espíritu pionero y emprendedor de su padre.

Como todo emprendimiento con perspectivas de desarrollo, el crecimiento tuvo que sortear dificultades: el obstáculo de las deudas por los avatares de una economía que no ayuda a los que dan trabajo, pero también la honra de los compromisos de quienes están empeñados en hacer las cosas bien y con bondad. Así se llega a principios de los ’90 cuando formalmente nace Metalúrgica Hermann SRL, que dará luz al primer remolque de la firma.

A fines de ese año era tal el nivel de producción, que la firma se muda al Parque Industrial, ese mismo predio que nacía casi contemporáneamente a la decisión de dejar el camión y ponerse el taller.

No es este el espacio para profundizar en los vaivenes de la economía de un país que siempre fue cíclica, con avances y retrocesos.

Pero que sirva esta reseña para comprender el corazón y el alma de un pionero, de un emprendedor que nunca se detuvo ante las dificultades de su tiempo y por eso supo construir una historia que es ejemplo primero en su pueblo y por eso es considerado un mejor modelo, fronteras afuera.

Esta construcción y desarrollo solo pudo hacerse por un sólido concepto de valor ciudadano, de honestidad para el trato justo, de saber que el crecimiento debe ser sostenido y de la capacidad de no rendirse pese a las dificultades.

El lunes pasado los obituarios dijeron que don Alejandro Hermann a los 83 años se fue de este mundo. La información puede ser correcta, pero no es exacta del todo: un alma como la suya sigue viviendo en las generaciones futuras.

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