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Diario El Argentinojueves 18 de abril de 2024
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Con detalles mínimos e historias realistas, el manga atrapa a los lectores jóvenes argentinos

Con detalles mínimos e historias realistas, el manga atrapa a los lectores jóvenes argentinos

     


Por Eurídice Ferrara

 Detalles mínimos, colores vivos, pero también tramas violentas y realistas, son algunas de las razones por las cuáles el manga, la "historieta" japonesa con más de 120 años de vida", se volvió un boom comercial, entre el público infantil de Argentina.

"La principal diferencia entre los mangas con un cuento o novela es que el relato se cuenta de otra forma; si bien hay comics que son parecidos, esto es más específico, los dibujos tienen sombras, detalles mínimos y a diferencia de los animé de la tele, tenés que prestar mucha atención. Si te concentras, está buenísimo", contó a Télam Juana de 10 años, del barrio porteño de Agronomía, quien comenzó a ver a dibujitos animé a los 8 y es fan de los mangas.

Según sus padres, durante la pandemia, Juana relegó la lectura también debido a la influencia de las ofertas de videjuegos y YouTube. Pero los mangas se convirtieron en una buena compañía porque, según contó ella, "la historia está bien contada", aunque reconoce que "algunos mangas contienen violencia, como DeathNot", y otros pertenecen al género de terror.

El doctor en Ciencias Sociales y becario del Conicet Federico Álvarez Gando, quien investiga el tema "Fanatismos, cultura de masas japonesa y plataformas digitales", analizó este consumo cultural.

"Dos de los principales aspectos en los que radica el atractivo del manga y del animé para las infancias y las adolescencias son la estética y la narrativa con las que asocian a estos productos culturales", describió Gando.

En referencia al estilo de dibujo, "lo primero que les llama la atención es que lo encuentran particularmente expresivo y detallista, de `mayor calidad` en comparación con los comics y las animaciones estadounidenses".

En este sentido, la centralidad del aspecto visual en la cultura japonesa es una dimensión que facilita su comprensión infantil y transcultural.

Álvarez Gando señaló que al leerlos, los niños y adolescentes "rescatan las diversas temáticas que abordan, el tratamiento profundo de sus tramas y la complejidad de los personajes".

Lucio y Nahuel, mellizos de 9 años del barrio porteño de Belgrano, contaron que hace pocos meses leen los mangas y uno de sus preferidos es Naruto.

"A mí me gusta mucho leer, y los mangas están muy buenos porque los dibujos tienen detalles, sombras", remarcó a Télam Nahuel, quien concurre junto a su hermano a una escuela francesa.

Según relataron, comenzaron a leer mangas en la biblioteca del colegio, donde trabaja su madre.

"A mí me gusta uno en el que los personajes tienen poderes, de la tierra, el agua y el fuego, es como la película Ávatar", detalló Lucio, quien aseguró que no todas las historias contienen violencia o peleas, porque "también está la naturaleza".

A su vez, los niños destacaron otra diferencia atractiva respecto a un cuento o novela infantil: "Me encanta que los mangas empiecen de atrás para adelante", ya que a pesar de la traducción al español conservan su formato original del japonés.

En este punto, el investigador Álvarez Gando apuntó que sus consumidores se ven interpelados fundamentalmente por entenderlas como algo "diferente" o "alternativo" dentro de la oferta mediático-cultural dominante.

"Y esto cobra aún más sentido si consideramos que habitualmente sigue existiendo cierta asociación de las caricaturas o de los dibujos animados con lo 'infantil' e 'inocente', en términos idealizados", analizó.

Valentino de 14 años, alumno del colegio Nacional Buenos Aires, se describe como un lector de novelas y cuentos, y también se deleita con los mangas.

"Solo leo mangas, ningún otro comic", aclaró el adolescente y dijo: "El animé es una versión animada de los mangas y suele ser muy fiel a los libros".

Valentino consume animé desde sus 10 años, y recién el año pasado comenzó a leer mangas, un regalo de los reyes magos, y continuó comprando otros.

"Lo que más me gusta son las historias y los dibujos detallados; el que estoy leyendo ahora- que es el que más me gustó- se llama Tokyo Ghoul, del autor Sui-Ishida, que cuenta sobre una sociedad en la que hay humanos y ghouls, quienes para sobrevivir tienen que comer humanos, algo parecido a los zombies; pero un chico sobrevive a un ataque y en el hospital le implantan órganos del ghoul y se cuenta cómo se relaciona con humanos", contó entusiasmado.

Más allá de límites geográficos, lingüísticos y culturales, entonces, el atractivo de estos productos no reside solo en su "japonesidad" o en su "occidentalización", un debate que se da entre fans según Álvarez Gando, sino en las formas específicas en las que abordan temáticas universales.

Sus consumidores suelen destacar que encuentran en el manga y el animé "tramas argumentales complejas sobre diferentes aspectos de la vida diaria, como la identidad, la familia, la justicia, la muerte, la violencia, la sexualidad, las contradicciones existenciales, el respeto por la naturaleza, el desarrollo tecnológico, los distintos modos de concebir la religión", apuntó.

Estos temas se tratan con elementos de comedia, drama, acción, aventura, romance, terror, historia, fantasía y ciencia ficción, entre otros.

"Es interesante notar que durante el boom del manga y del animé en el país y en la región, durante los noventa, la clasificación demográfica de los contenidos por géneros, no fue tenida en cuenta y, por eso, la circulación masiva de estos contenidos, generó una repercusión sociomediática negativa", comentó el investigador.

Esa crítica estuvo acompañada de denuncias y censuras, ya que se percibía en sus contenidos con una carga erótico-sexual y "violenta".

"Por este motivo, también fueron, y son, habituales las advertencias de un supuesto `peligro` que implicaría el consumo de manga y animé, en la medida en que aún suele presuponerse que los contenidos tienen aparentes `efectos lineales`, mecánicos e indiferenciados, sobre sus consumidores", explicó Gando.

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