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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Policiales

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Guía del ciberdelito, desde las estafas con el CBU a los hackeos al WhatsApp

Guía del ciberdelito, desde las estafas  con el CBU a los hackeos al WhatsApp

Cambió la trama de los delitos económicos en el cibermundo que nace tras la pandemia: robo de identidad, hackeo de redes sociales, bancos truchos, componen el anárquico mapa del ciberdelito en la actualidad.


Los reclamos de las víctimas y la evaluación de los especialistas, permiten reconocer debilidades y fortalezas de la virtualidad económica, allí donde la población asume el nuevo estatus de “ciudadanos-usuarios”.   

-Sencillo, de lo que tenés en el CBU te quedás con el 30. Si hay 300 vos te quedás con 100. Yo tengo varias cuentas de algún gil que ya cayó, me quedo con su cuenta porque me quedo con la aplicación ¿entendés? Andá haciéndolo en la semana, preparate, porque para ser un crimen tiene que ser bien organizado.

La conversación es parte de una escucha judicial. Y permitió, hace menos de un mes, a la Policía Federal, desarticular una banda de estafadores virtuales. Hay quince detenidos. Operaban en Santa Fe y Buenos Aires, con epicentro en la cárcel de Cruz del Eje, Córdoba. Ahí estaba preso “Lalo”, el cabecilla. El caso se suma a los “debitadores seriales” que cayeron en el barrio de Boedo, en CABA: habían engañado a más de 8.000 personas, en unas cien mil operaciones. Imputaban falsos “viajes en taxi”.

Esa pesquisa dejó cuatro detenidos y se inició cuando las tarjetas de crédito impusieron el ‘stop debit’ a esa cuenta “de taxis” --trucha-- de la banda. La suspenden por la cantidad de “desconocimiento de compra” que acumulaba. Esto significa que muchas víctimas reclamaron y lograron que se reconozca el delito. No siempre sucede.

Las denuncias en la Unidad Especializada de Ciberdelincuencia (Ufeci) aumentaron, entre marzo de 2020 y 2021, un 6.550 por ciento. Aun desmesurado, el volumen no abarca la totalidad del crimen virtual. “Hay un incremento exponencial de estos hechos, desde el inicio de la pandemia”, confirma el comisario Juan Sosa, de la Unidad de Investigación de Casos Especiales de la Federal. Se exacerbó en la cuarentena estricta y se instaló a partir de ahí, en nuestro día a día. En permanente acecho, publicó el diario Página/12.

Este año, el nivel de casos disminuyó, pero los mecanismos se perfeccionaron. El más utilizado se conoce como ‘phishing’ (pescar), una técnica que permite obtener información de un usuario --en forma fraudulenta--, y hackear sus cuentas bancarias o redes sociales. El caso del odontólogo Gustavo Servente es un prototipo de la operación: usurparon su identidad frente a sus contactos de WhatsApp y ofrecían en su nombre, vender dólares “baratos”. “Posiblemente hayan entrado a mis redes, por mi cuenta de Gmail, y por una validación de clave que me pide el sistema de salud de la ciudad”, estima Servente ante la consulta del diario Página/12.

 

El detonante

 

El delito económico ya existía: fraude, estafa, robo. Pero se exacerbó cuando la vida mutó a modo virtual: “Más operaciones bancarias y en plataformas de compraventa, generó más fraude”, afirma Horacio Azzolín, desde la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (Ufeci). “Durante la pandemia, como era de esperar, esto se incrementó en forma genérica, por la mayor conexión de la gente”, explica el fiscal. “Desde bancos hasta las compras, todo fue en línea. Si hasta los pibes dejaron de jugar en la calle para jugar en línea y usar la computadora”, señala.

“Pero el ciudadano no estaba preparado para el nivel de virtualidad que estamos manejando desde la pandemia” aporta Macarena Deluca, investigadora y docente universitaria especializada en Redes Sociales Digitales. “Todo se transformó --confirma--, hoy la vida es on line. En un mensaje saludás a tu tía y acto seguido, con el mismo dispositivo pagás cuentas, no todos están preparados para eso”, fundamenta Deluca.

Antes de la pandemia “mucha gente hacía banca en línea y otra no, porque ir al banco es un hecho social” razona Azzolín. La banca móvil “es ágil y cool”, pero no todos la prefieren. “Yo, que soy tecnológico, difícilmente compro en línea algo que no vi --grafica Azzolín--, pero en ese momento era la única opción: ¡Era como una especie de salto al vacío!” repasa. Y explica: “Eso incrementó la cantidad de personas conectadas, y también la cantidad de personas defraudadas”.

 

Ciberseguridad

 

Dentro de ese escenario, bancos con páginas web falsas, pedidos de usuario y contraseña por mail o teléfono, llamados desde el Ministerio de Salud por la vacuna o del Ministerio de Desarrollo por el IFE, son las máscaras delictivas más usadas.

“Ante una consulta, la primera orientación es que denuncien”, explica el abogado Luis Nocera, presidente AALCC. “Que la gente denuncie, que llame al 134, del Ministerio de Seguridad que traslada la denuncia a la justicia, y consulte a un profesional. Porque hasta que se conforma un juicio pasa tiempo” precisa.

El sistema bancario fue desbordado en 2020: hubo bancos privados que cancelaron sus redes sociales “porque no sabían cómo combatir el ciberdelito”, puntualiza Nocera. Entre las víctimas desde la ONG destacan como más afectados dos segmentos: “Uno es el bancarizado de bajos ingresos. Tienen que pagar un crédito y además la investigación, que es un proceso largo y oneroso -insiste Nocera-, y los ancianos, la tercera edad”, refiere.

Olga, mientras tanto, está pagando ese crédito. Luego verá si puede cobrarlo al hacker, o lo devuelve Mercado Pago. En tanto, el Banco Central reforzó la seguridad del sistema. “Cuando el Central pidió mayores exigencias para la entrega de préstamos pre aprobados, y ralentizó el trámite, dejó de ser tentador para esta gente acceder a una cuenta”, describe Azzolín sobre las estrategias de ciberseguridad ante las bandas dedicadas a “plantar créditos”.

Para el presidente de AALCC, Argentina llegó tarde con las medidas. Pero concede que es un freno y que el accionar delictiv, muta permanentemente. Y adquiere rasgo local. “Acá se generó un tipo de delito que combina el ‘phishing’ virtual, con el contacto telefónico. Se capturan los datos y se produce la estafa en modalidades combinadas: eso es nuevo”, señala Nocera.

Azzolín es contundente: “los tipos van donde está la plata --aporta--, en el corralito había entraderas porque la gente tenía la plata en la casa --recuerda--. Hoy lo económico creció en internet y los ataques se vinculan a eso. O se hacen pasar por un amigo que tiene dólares, o está urgido, para que vos transfieras bajo engaño, la plata que tenés. Siempre tratan de sacarte plata, del banco y de la billetera digital. Eso es nuevo también” afirma el titular de la Ufeci.

Los “ciberchorros”, como los llama Evaristo, utilizan cada vez técnicas más precisas de ingeniería social. Y el acceso digital se conjuga con la capacidad de “convencer y persuadir” a las víctimas. Los delitos muestran una matriz criminal en crecimiento. Junto a la necesidad de avanzar en el resguardo del nuevo estatus de la población: “ciudadanos-usuarios” configurado tras la aparición del coronavirus.    

En las estrategias utilizadas, es clave la información permanente, y las campañas de educación financiera entre sus clientes. El eslabón más débil, es la falta de información, sostienen.   

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