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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
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Dos amigos chaqueños recorren incendios en Esteros del Iberá llevando agua a brigadistas

Dos amigos chaqueños recorren  incendios en Esteros del Iberá  llevando agua a brigadistas

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Dos jóvenes comerciantes de la localidad chaqueña de Barranqueras recorren los Esteros del Iberá entregando agua, alimentos y otros productos a comunidades afectadas y brigadistas que luchan contra los incendios que ya consumieron unas 800 mil hectáreas en el norte de la provincia de Corrientes.

Mientras los brigadistas forestales de la Policía de la provincia de San Juan combatían un incendio en pastizales de la localidad de Loreto, Nahuel Gerez y su amigo Jonathan frenaron su camioneta junto a la autobomba.

Cargaron una conservadora llena de botellas de agua congelada y se adentraron en la vegetación para entregárselas a los brigadistas.

"Hasta antes de la pandemia yo trabajaba en una editorial y recorría toda esta zona vendiendo libros, me enamoré de los esteros y cuando no trabajaba me venía con mis amigos de paseo o a pescar", contó a Télam Nahuel.

Y agregó: "Por eso, cuando esto empezó entendí que tenía que devolver algo de lo que todos estos pueblos me dieron cuando venía con los libros y con mi familia empezamos a juntar donaciones".

"Ahora trabajo en un polirrubro de mi familia y ayer no cené para ponerme a cargar todo lo que conseguimos en la camioneta, así que hoy temprano con Jonathan nos cruzamos a Corrientes y cada vez que vemos vecinos o bomberos que necesitan ayuda paramos y les entregamos agua, golosinas o lo que tengamos y puedan necesitar", apuntó.

Gerez destacó que "todos tenemos que tener solidaridad y responsabilidad en emergencias como esta; si uno tiene la posibilidad de faltar un día al trabajo y de tener una camioneta para venir lo tiene que hacer, cada uno puede hacer un gesto por mínimo que sea, acá una botella de agua fría para los que están combatiendo el fuego al rayo del sol es algo valiosísimo y que no cuesta arrimar a cualquiera que venga para este lado".

"Mientras estamos acá, nuestras familias y amigos siguen juntando donaciones en el barrio y vamos a volver a venir para seguir ayudando, porque una cosa así necesita del compromiso de todos", completó.

Expresiones solidarias como la de Nahuel y Jonathan son frecuentes en las rutas del norte correntino, donde los automovilistas se detienen a ofrecer agua o lo que tengan en ese momento a los brigadistas, preguntarles qué necesitan o agradecerles.

 

Caimán

 

La lluvia, que comenzó pasado el mediodía sobre parte del territorio correntino, afectado por incendios que ya consumieron cerca de 800 mil hectáreas, colaboró con los vecinos del paraje de Caimán, que, junto a brigadistas de distintos orígenes, combaten contra las llamas por cada metro para evitar que el caserío de madera y cañas sea destruido.

Un foco de fuego, que comenzó el sábado por la noche y muchos vecinos señalan como intencional, se expandió sobre ese paraje cercano a la localidad de San Miguel, dónde consumió una de las casas antes de que el esfuerzo de vecinos y brigadistas pudiese comenzar a contenerlo.

Mientras los vecinos se organizaban en grupos para evacuar sus muebles y otras pertenencias y para tratar de retrasar el avance de las llamas con baldes o cortando cañaverales, para quitarles combustible, los brigadistas forestales de la provincia de Salta y de la Policía Federal Argentina usaban sus autobombas 4x4 para traer agua de una laguna cercana, y luchar contra un incendio que era empujado por el viento en dirección al caserío.

A poco más de dos kilómetros, efectivos de la II Brigada Blindada del Ejército Argentino con asiento en la ciudad entrerriana de Paraná, combatía otro foco de incendio que ya había consumido cerca de 500 hectáreas de una antigua finca citrícola, en la que todavía quedaban almacenados algunos tambores de combustible.

Junto a ellos estaban los bomberos voluntarios de San Miguel, con el apoyo de vecinos, que pusieron a disposición sus propias camionetas para cargar cisternas de agua.

Alfredo Martínez, uno de los brigadistas a cargo de la unidad salteña, afirmó a Télam: "En incendios de estas características y con una sequía tan prolongada, es poco lo que se puede hacer si la meteorología no ayuda; también es difícil el acceso al agua, y eso nos obliga a mantener unidades haciendo el camino de ida y vuelta al espejo de agua más cercano para recargar".

En el monte detrás del poblado, los brigadistas de la Policía Federal luchaban por abrirse paso entre cañaverales y arbustos espinosos, mientras que el fuego reventaba cañaverales que tronaban con un sonido similar al de un constante e intenso tiroteo.

Al atardecer, mientras que los cañaverales en llamas se convertían en una fina lluvia de cenizas grises y negras sobre la zona, los aviones hidrantes irrumpieron entre las densas nubes de humo y buscaron hacer puntería sobre los focos más intensos del incendio.

El avistamiento de cada avión hidrante provocaba un expectante silencio que era roto por exclamaciones de júbilo cuando su carga de agua acertaba en el blanco y provocaba una momentánea lluvia sobre los brigadistas más cercanos al fuego.

Héctor, comandante del cuartel del bomberos de San Miguel, afirmó a Télam que "hay muchos fuegos que empiezan por acción humana y después se vuelven incontrolables; nosotros somos nueve bomberos y doce aspirantes que contamos con vecinos que traen agua en sus camionetas, y estamos luchando contra fuegos como este sin parar, todos los días, desde mediados de diciembre".

Agregó que "los cuarteles de la zona no tenemos todo el equipamiento que traen los organismos de Nación y las brigadas de las provincias, y más importante que esos materiales son todos los brigadistas que están hace más de una semana luchando al lado nuestro, como si este fuese su pueblo y las casas que se pueden quemar fuesen suyas, todos estamos muy agradecidos con este despliegue porque, si no, la lucha sería aún más cuesta arriba".

"Acá siempre hubo gente que arrancaba fuegos para quemar basura o tratar de renovar pasturas, pero nunca tuvimos una sequía tan grande; hay que tomar conciencia de que esto puede volver a pasar y hay que establecer políticas para controlar los fuegos, porque acá está la prueba de que una vez que se encienden no se los para más si no llueve".

Mientras los brigadistas y bomberos continuaban su tarea, apenas iluminados por la luz del incendio que luchaban por apagar, vecinas de las casas cercanas se acercaban y distribuían entre ellos agua fresca, frutas y tortas fritas.

Ayer, se podía ver sobre la ruta a camiones de transporte de ganado negociando con los productores el precio de los animales que ya no tienen pasturas disponibles.

 

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