Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinojueves 18 de abril de 2024
Opinión

.

Los caminos de la vida

Los caminos de la vida

Por Waldemar Oscar von Hof (*)


“Los caminos de este mundo...” dice una de las canciones que cantamos de vez en cuando en nuestras comunidades. Fue compuesta e impuesta allá en la década del 60 del siglo pasado por una monjita francesa que utilizaba el nombre artístico de Hermana Sonrisa.

La imagen del camino es muy utilizada para significar los procesos que vivimos en la vida.

Cuando Tomás, uno de los discípulos, pregunta cuál es el camino que deben tomar, Jesús le contesta: -“Yo soy el Camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se llega al Padre” (Juan 14: 4-6).

Nuestro Señor se plantea como un camino que conduce a Dios.

Los primeros cristianos se autodenominaban "Los del Camino" en parte porque su maestro se había impuesto este mote y por otra parte porque los integrantes de las primeras comunidades no tenían una residencia fija ya que se dedicaban a caminar, a recorrer caminos y dar a conocer la nueva fe que habían heredado a partir de las enseñanzas de los primeros apóstoles.

Como cristianos somos invitados a mirar la vida como a un camino por el cual se transita desde el nacimiento hasta la muerte con sus altos y bajos, sus curvas y contra curvas, y con sus vericuetos. Como un camino en el que se avanza paso a paso, haciendo su recorrido en el día a día teniendo al Maestro como nuestro espejo, el camino recorrido por los apóstoles, por los que nos antecedieron en la fe, como ejemplo.

Es interesante que los griegos tuvieran el concepto que al camino no solo se lo camina con el propio esfuerzo, si no que el camino también es un sujeto que nos carga, que nos lleva y que nos conduce. Esta idea la tenemos también entre nosotros cuando le decimos a alguien: “-Siga este camino, que después del cruce, el camino lo lleva”. La vida cristiana es un camino que andamos desde el bautismo, pero también nos lleva, nos carga y nos ayuda a andarlo. Con sus valores, con sus deberes, pero también con sus comunidades y con su iglesia, que nos acompaña, haciéndose todo más fácil.

Pablo cuando se convierte se agrega a la comunidad de “Los del Camino” donde los deberes y las obligaciones estaban pautados a partir de los principios de la ética, de la coherencia, de la búsqueda de justicia, solidaridad y ayuda mutua. Un camino que tiene como norte la base en el trabajo y la búsqueda de la paz.

Estas pautas, reglas y principios los primeros cristianos los aprendían como una obligación ineludible en el tiempo del catecumenado que se realizaba en Cuaresma, la cuarentena impuesta antes de acceder al bautismo, en el domingo de pascuas.

Hablando de caminos, como cristianos tenemos el derecho a tener caminos en condiciones y celebramos cuando nos encontramos con un camino rural y/o vecinal bien mantenido por una delegación municipal o por el Estado.

Pero también tenemos la obligación de reclamar y exigir caminos en condiciones cuando no lo están.

Transito varias veces a la semana la Ruta Provincial N° 20 y estoy espantado en las condiciones que está. Hace una semana, mientras el campo se alegraba de la gran lluvia que estaba cayendo, el tránsito por la ruta se hacía peligroso y casi imposible. Desde el puente del Gualeyán hasta la curva, a la entrada de la ciudad, el agua fluía como si hubiera sido un canal por donde se encauza el agua. Ni que hablar cuando se transita de noche este trayecto que no tiene ni siquiera una simple raya blanca en el centro de la ruta. Remarcar una simple raya en el medio de la ruta 20 creo, que significaría un mínimo de gasto en el presupuesto, pero implicaría evitar y poner en riesgo a quienes la recorremos casi a diario e incluso salvar la vida de familias enteras.

“Los caminos de la vida, te conducen hasta Dios…” cantamos junto a la Hermana Sonrisa. Jesucristo es el camino para cada uno de nosotros. También nosotros somos camino para muchos, cuando intentamos vivir acorde a las enseñanzas del maestro. El deseo es que estos “caminos de la vida” nos conduzcan hasta Dios por medio de una vida plena y no por un accidente en la ruta.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y escrito.

 

    ComentariosDebés iniciar sesión para poder comentar