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¿De quién es la culpa?

¿De quién es la culpa?

Por Waldemar Oscar von Hof (*) Especial para EL ARGENTINO


De niño estaba jugando con mi hermana dentro del living de la casa, en un momento ella tira la pelota, yo no la pude agarrar y pega contra un hermoso florero de cristal que no tiene otra cosa que hacer que caerse al piso. El regaño de mamá fue grande y nuestra reacción fue la de echarnos mutuamente la culpa. Nadie la quería asumir, y ninguno de nosotros nos sentíamos responsables, yo por que no fui el que arrojó el balón y mi hermana porque consideraba que yo lo tenía que detener.  Mi madre puso punto final a la discusión considerándonos a los dos responsables por no cuidar de los objetos de la casa.

Si observamos al mundo parece que funciona así, nadie quiere asumir la responsabilidad de la culpa. En los noticieros estamos viendo el desarrollo de la guerra entre Rusia y Ucrania. No es solo una guerra en el campo de batalla donde se mueven tropas, donde se destruyen pueblos, ciudades e instalaciones, sino que también hay una guerra mediática de acusaciones y de descargos de culpas y responsabilidades. Vemos como Putin acusa al gobierno de Zelensky de provocar y de generar auto atentados para que la culpabilidad quede en un segundo plano y así salir airoso en la contienda mediática.

En nuestro país también hay una larga tradición de no reconocer y no asumir las culpas y las responsabilidades en la casta política. En cada cambio de gobierno el régimen entrante realiza una larga lista de problemas, para dejar en claro que el país está en tan malas condiciones, porque lo dejó así el gobierno anterior. Por su parte al transitar el gobierno los culpables de las fallas, de los problemas económicos y políticos siempre son los opositores, nunca los que están al mando del estado. Esto lo vemos hoy a diario en los medios, donde la culpa de la imposibilidad de gobernar está puesta en el poco entendimiento en la coalición planteada actualmente. La vicepresidenta le culpa al presidente y este a sus compañeros de fórmula que no le dejan gobernar. La lista de culpables es larga, la pandemia, ahora la guerra en Ucrania, los empresarios e incluso el mismísimo diablo que se ocupa de hacer crecer la inflación aumentando precios a mansalva mediante su maléfica acción.

El ejemplo de esto fue la acusación de Roberto Feletti, como secretario de Comercio del Interior, que responsabilizó al campo de la inflación mediante su especulación con los alimentos. La imagen que plantea Feletti es que el “campo” es un grupo todo poderoso y rico, cuando en realidad la mayoría de nuestros agricultores vive el día a día tratando de salir al encuentro de la producción con un altísimo costo de los insumos. En las mismas marchas de los del campo vemos, que a la ruta salen tractores viejos y obsoletos que incluso se quedan en la ruta. De esto puedo dar fe al caminar y visitar los campos de nuestros fieles.

Así andamos desde que somos mundo, en el mismo génesis de nuestra historia la culpa siempre fue del otro. Cuando Dios le pregunta a Adán si ha desobedecido su pedido de no comer del árbol del bien y del mal, éste se apura acusando a Eva, y ella rápidamente acusa a la serpiente de la tentación. Nadie quiere, en esta historia bíblica, que se encuentra en el tercer capítulo del Génesis, asumir la responsabilidad.

Estamos viviendo el tiempo de Cuaresma en el año litúrgico, este tiempo de cuarenta días de reflexión, catecumenado y preparación al tiempo pascual.

En el primer domingo realizamos un repaso por las tentaciones que nos acosan, mediante la historia de Jesús en el desierto (San Lucas 4:1-13). Son las tentaciones de querer manejar al poder, de utilizar al pan (lo económico) y de tentar a lo religioso a nuestro favor.

En el segundo domingo Jesús se lamenta por Jerusalén (San Lucas 13:31-35) que representa a nuestras ciudades con sus gobiernos que no se ocupan de asistir a sus ciudadanos, teniendo que recurrir a Dios como última opción.

En el tercer domingo somos llamados a la conversión, con esta imagen tan vivida de la higuera, que por no dar frutos debería haber sido cortada, pero el agricultor pide una segunda oportunidad (San Lucas 13:1-9).

En el cuarto domingo con la historia del hijo pródigo (San Lucas 15: 11-32) ponemos la mirada en el padre compasivo y amoroso que quiere a ambos hijos por igual y perdona.

Vivimos en un mundo de tentaciones, pero este tiempo de cuaresma nos brinda una segunda oportunidad. Es un tiempo para volver a tener esta mirada del padre del hijo prodigo. Somos llamados a asumir responsabilidades, a hacernos cargo de nuestros actos, a no buscar culpables y confiar en el perdón.

Solamente si nosotros cambiamos, nuestro alrededor, la sociedad y el mundo pueden cambiar en algo mejor. Vivamos este tiempo cuaresmal como una oportunidad.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la iglesia Evangélica del Río de la Plata y escritor.

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