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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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La vida de Juan Jorge Fritzler

La vida de Juan Jorge Fritzler

Por Leandro Hildt (*) Especial para EL ARGENTINO


En la Asociación de Descendientes de Alemanes del Volga de Gualeguaychú se siguen recibiendo materiales para el Archivo, Biblioteca y Museo de la sala Jakob Riffel. Cada elemento que allí se guarda es parte una historia salpicada de alegrías y tristezas. Hoy compartimos un fragmento de un relato en primera persona de un inmigrante alemán del Volga. La breve autobiografía de Juan Jorge está cargada de emociones y fue guardada por sus familiares descendientes.

“Yo, Johann Georg Fritzler, nací el 2 de marzo de 1864 en la colonia Stephan del río Volga en Rusia. Mis padres eran Christian Fritzler y Katharina Müller. Cuando tuve 11 años falleció mi madre y sufrimos mucho. Aún hoy le agradezco la buena educación que nos dio. Mi padre era más severo, cuando alguno de nosotros había cometido una falta, el castigo no se hacía esperar.

En mi aldea natal vivíamos en una calle interna después nos mudamos a la calle del medio. Mi infancia fue hermosa. Cuando tuve 7 años mi padre se mudó nuevamente, esta vez en las afueras de Stephan y construyó un molino de viento. Al tiempo se cansó de este trabajo y volvimos a la colonia. Me casé el 17 de enero de 1885 con María Catalina Mohr. El Pastor que nos casó se llamaba Juan Schneider.

Mis días lindos se terminaron cuando mi padre se casó nuevamente, mi madrastra era mala. Cuando tuve 21 años falleció mi padre, él era el Vorsteher (alcalde) de la colonia Stephan en 1886. Al año siguiente nuestra madrastra se alejó de nosotros y se llevó nuestras cosas. Quedamos con muchas deudas. Con mis hermanos vendimos todo lo que nos quedaba y cada uno empezó a trabajar por su cuenta. Toda mi herencia fueron 147 rublos. Para iniciar en la agricultura era muy poco, por eso empecé a trabajar de carpintero. Mi esposa tenía que ayudarme y poco a poco nos empezó a ir bien. Después de haber ganado algún dinero me compré un terreno por 225 rublos y construí una casa y un establo por 600 rublos. Arar y sembrar me gustaba mucho. Después de varias cosechas malas me fui a Dubolka para trabajar como carpintero en las construcciones de casas. Trabajé allí dos meses, volví a casa para visitar a mi familia, pero encontré todo distinto. Mi hermano Christian ya había vendido sus bienes para emigrar a América y quería que yo vaya con él. Primeramente, no tenía ganas, sentí que no tenía valor para emprender un viaje tan largo y peligroso. Un día le pregunté a mi esposa si tenía ganas de ir a América, ella me dijo: si quieres ir, yo te acompaño. Al tiempo vendimos todo e iniciamos el viaje al desconocido país, Argentina. El 13 de octubre partimos y llegamos a Buenos Aires el 14 de diciembre del año 1891. El 17 de diciembre llegué con mi esposa y 2 hijos a Aldea San Juan, fuimos recibidos cordialmente por Juan Jorge Stürtz. Me tomaron como peón de cosecha en lo de Juan Cristian Hornus, me pagaban un peso por día, era muy poco. Después me empleé para Año Nuevo en lo de Enrique Preiss. Ahí estaba bien pero no me gustaba que también debiera trabajar mi esposa. En el mes de julio dejé ese trabajo y arrendé tierra con mis compañeros Conrado Roth, Jorge Hohweiler, Jorge Treise, Juan Jorge Riehl, Federico Fritzler y Juan Stürtz en “Campo Olaechea”. Pagábamos 8 pesos la cuadra y recibimos gratis todo lo necesario para la construcción de la casa y el corral. La primera casa era un rancho de un metro de alto construido con barro, techo de paja y sin ventana. La puerta era de tablas y paja. No tenía carro, entonces pedí prestado uno por dos meses. Cuando me mudé a ese campo con mi familia todo mi capital cabía en el carro, además tenía 5 caballos, 6 gallinas, 1 gallo, 1 arado viejo y 4 juegos de arneses. Así empecé la agricultura en Argentina. Durante el primer año me fabriqué yo mismo un carro con madera del monte. Después me hice dos rastras de madera y trabajé con ellas 2 cuadras de campo, pero la cosecha fue mala. Mi cuñado Hohweiler y yo nos compramos una vaca y repartíamos la leche entre nuestros hijos, siempre fuimos muy unidos y nos ayudábamos mutuamente. En el tiempo de cosecha trabajé en otras partes para poder comprar más caballos. En el segundo año trabajé 21cuadras y la cosecha fue buena, tan buena que pude pagar todas las deudas; pero me quedé sin dinero, por suerte ya contaba con crédito. El tercer año sembré más aún y tuve suerte, la cosecha fue buena y desde ahí gracias a Dios nos fue cada vez mejor. Cinco años estuvimos en el campo Olaechea. Después las familias que estábamos allí arrendamos campo a “Angel Sturla” y nos mudamos. Los compañeros eran Jorge Hohweiler, Juan Stürtz, Luis Preuss, Federico Fritzler, Jacobo Lindt, Felipe Lind y la familia Treise. Aquí residíamos fraternalmente como en una pequeña aldea. Cada uno de nosotros se había instalado bien y el compañerismo fue excelente. Después de 9 años tuvimos que dejar el campo, pues el dueño lo había vendido. Ahora Jorge Hohweiler, Federico Fritzler y yo arrendamos el campo “Podestá” por 10 pesos la hectárea. En el año 1908 pude ir con toda mi familia a mi propio campo, donde resido hasta hoy (nota: se refiere a Colonia Florida). En 1909 construí la casa grande y desde aquel momento he vivido en mi campo y no tuve que mudarme más.

Después que mi esposa falleció me dediqué a descansar. Tampoco tenía ganas de iniciar algo nuevo. Ella falleció el 3 de diciembre de 1932. Estuvo 9 días enferma. Llegó a la edad de 67 años, 3 meses y 20 días. Ambos pasamos juntos alegrías y tristezas durante 48 años. Siempre fue una fiel compañera. Mucho le debo agradecer a Dios. Que el Altísimo le recompense todo en la eternidad. ¡Qué descanse en Paz!

Ahora estoy solo y sin consuelo. Me sentiría completamente abandonado si no estuvieran mis hijos y nietos. Tengo una vida solitaria y Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo”. No hay consuelo.

 

(*) Leandro Hildt es miembro de la comunidad de Alemanes del Volga de Gualeguaychú.

 

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