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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
Policiales

Marcharán a Tribunales en Nogoyá para que no olviden a la familia Gill

Marcharán a Tribunales en Nogoyá para que no olviden a la familia Gill

La madre de la joven desaparecida junto a su marido y cuatro hijos hace nueve años, convoca a una movilización para reclamar al juez que no deje caer el caso. Desconfía de la investigación y prevé ir a una instancia judicial superior.


Hace más de nueve años, una familia entera desapareció. La investigación del caso, que conmovió a la provincia de Entre Ríos y el país, hizo muchos ruidos pero no esclareció nada. Los familiares, que aún esperan noticias, convocan a una movilización contra el olvido. Nogoyá reclamará hoy a la Justicia local que el expediente no termine siendo comida de ratones y cucarachas.
Rubén José Gill, de 56 años, Norma Margarita Gallego, de 26, y sus cuatro hijos, María Ofelia, de 12, Osvaldo José, de 9, Sofía Margarita, de 6 y Carlos Daniel, de 3, vivían y trabajaban en el establecimiento La Candelaria, propiedad de Alfonso Goette, ubicado en Crucesitas Séptima, en el Departamento Nogoya.
El 13 de enero de 2002 fueron vistos por última vez en el velorio de Máximo Vega, un vecino de Viale. Desde entonces hubo tantas hipótesis sobre su destino como dudas generadas en sus seres queridos por el accionar policial y judicial en el caso.
A nueve años, dos meses y 19 días de aquel último recuerdo de la familia con vida, María Adelia Gallego, madre de Norma, convoca al pueblo de Nogoyá a movilizarse a los Tribunales locales: “Estamos convocando a toda la gente, si Dios quiere, mañana a las 19.30 frente al Juzgado, porque no hay ninguna novedad y tampoco hace nada el juez”, explicó.
Allí presentarán una nota dirigida al juez de Instrucción Jorge Sebastián Gallino, en la que reclamarán que no se abandone la investigación.
El pedido de Adelia, al igual que el de toda la gente que espera respuestas, es sencillo y repetido hasta el cansancio: “Quiero que el caso se esclarezca”.
Gallego desconfía de la investigación que lleva adelante Gallino, por lo que tiene en mente recurrir a una instancia judicial superior: “Ya me cansé de ir todos los días. Pensaba entregar una carta a la Justicia -al STJ- para que me pongan otro juez. No se investigó lo que se tiene que investigar”.
La mujer descree de la teoría de que la familia se haya ido del país: “No se van a ir a España ni al interior, como se dijo, porque no tenían lo recursos. Desaparecieron en el campo, y ahí tienen que buscar”. En este sentido, apunta contra Goette, el dueño de la estancia: “Tienen que traerlo al patrón para que declare. Él tiene mucha responsabilidad, tiene que saber qué les pasó. No va a desaparecer una familia de un día para el otro”, aseguró, y agregó. “Dijo que no sabía nada, y cuando se hizo el escaneo con luminol se encontró sangre en el lugar”.
Por esto, insiste en “que el juez dé explicaciones”. Algo que hasta hoy no se escuchó.
La movilización partirá desde la Cruz del Milenio, y los manifestantes caminarán hasta los Tribunales de Nogoyá, donde la causa avanza sólo hacia el olvido. Como los Gill.

La causa

El 13 de enero de 2002 los seis integrantes de la familia fueron vistos con certeza por última vez. A mediados de marzo, Otto Gill, hermano del Mencho, intentó comunicarse con ellos, pero no hubo respuesta. Luisa, otra hermana, viajó hasta Crucecitas Séptima. Allí el patrón Alfonso Goette le dijo que no sabía nada, y radicó la exposición policial.
La causa fue caratulada al principio por el juez Jorge Gallino como Averiguación de paradero. El primer allanamiento que ordenó fue 18 meses después, el 10 de julio de 2003. Otro fue sucesivamente postergado por “inclemencias climáticas”: del 29 de julio de 2003 se pasó al 5 de agosto, y se pospuso para el 13 del mismo mes.
“En el rastrillaje toda la gente del campo vio que no se hizo nada, que Alfonso Goette les carneó una vaquilla y les dio de comer a los policías y que los perros no participaron de la búsqueda”, relató Adelina Gallego hace seis años.
Elvio Garzón fue el primer abogado de Otto Gill, quien tuvo varios altercados para poder constituirse como querellante. Los familiares afirmaron que no eran atendidos por el juez.
El dueño de una gomería, José Domingo Haller, apareció luego como nuevo testigo: dijo que vio a la familia cuando le llevó un Chevrolet Súper alzul a reparar una rueda, y en allí le comentaron que viajaban a Corrientes. La procedencia del auto nunca se pudo establecer, y todos sabían que los Gill no tenían vehículo y siempre se manejaron en remís.
El celular de la familia, de la empresa de telefonía CTI, continuó activado hasta abril de 2003, 15 meses más después de la desaparición.
Los análisis de algunas pruebas levantadas en el lugar, como manchas de sangre o insectos que serían de la fauna cadavérica, no arrojaron resultados auspiciosos, porque el tiempo transcurrido lo impidió. (diario Uno)


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