Una mirada a mi ciudad
Sra. Directora: como acostumbro, concurrí este año al corsódromo en una de sus noches de carnavales sabatinos de verano, que le transmiten alegría al público asistente e instalan un clima festivo en Gualeguaychú.
Importante la gran afluencia de visitantes que todos los veranos concurren a disfrutar de ese
hermoso y colorido espectáculo, que tiene tanto de alegre como de creativo en sus coreografías y en la composición de sus diversas carrozas y trajes muy elaborados que lucen los integrantes de cada comparsa sin dudas muy glamorosos, son ellos que mientras recorren danzando esa extensa pasarela, van transmitiendo alegría, brillos, ritmo, luces y en definitiva una muestra de teatro al aire libre con una gran belleza y auténtica diversidad en su contenido
Corría febrero de 1981 cuando asistí por primera vez a lo que creo, fué el nacimiento de este
espectáculo excelente. Hoy por hoy, mi memoria me permite recordar lo muy valioso que fué aquello, pues se logró, en gran medida, con la iniciativa y colaboración del pueblo de Gualeguaychú que trabajaron denodadamente en una tarea propia de una comunidad ordenada, movidos por el espíritu de solidaridad que es el motor que impulsa a esta sociedad a llevar a cabo tantas otras actividades, como por mencionar algo, las o. n. g. que funcionan tendiendo las manos generosas de este pueblo, a quienes manifiestan alguna carencia (ejemplo muy valioso es la misión que cumple Ester Paas).
Viviendo el hoy en comunidades con mayor densidad de población, tal como son las grandes
ciudades de nuestro país, donde lamentablemente, prima el individualismo, todo lo aquí recordado, parece extractado de una breve novela romántica de comienzos de nuestra historia; sólo que, en nuestra querida gente, es una realidad que se afianza cada vez más.
Ligando el pasado que está fresco en la memoria con las vivencias del presente, sostengo
firmemente que Gualeguaychú, conforma una sociedad muy bien orgnizada en si misma y un ejemplo en muchas disciplinas, culturales, artísticas, sociales, etc.. Sumado a lo dicho, el trato amable y correcto para con quienes visitan nuestra hermosa ciudad, muy altamente demostrado, concuerda con el concepto que el resto de Argentina, tiene de nuestra gente y con justa razón.
Volviendo al tema que es mi propósito remarcar aquí, y dió origen a mi carta, me quiero referir
de manera concreta a la visión que tengo y comentarios que escucho (lamento decirlo) cuan poco y mal se puede disfrutar del espectáculo en el corsódromo, para aquellos que nos ubicamos en sillas, en las últimas filas y que a nadie le escapa la realidad, de que quienes no logramos ubicarnos adelante, sólo vemos las partes mas altas de las carrozas. A la altura de la vista? sólo queda la muestra de gente saltando sobre sus asientos.
Me pregunto, sería posible hacer un replanteo en la disposición de plateas en ese generoso
predio que conforma lo que es el corsódromo?. Sin lugar a dudas, para tamaña obra, la solución no debe ser sencilla tomando también en cuenta que el público joven, llevados por el frenesí de la música, llegan a cierto desborde, bastante difícil de controlar.
Pero, desde mi humilde opinión, sinceramente pienso, que ciertos cambios, atraerían mas espectadores y mayor afluencia de turismo para la ciudad.
Gracias por publicar mi carta.
Elsa; una hija de esta ciudad
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