De izquierda a derecha, Miriam, Leticia y Carolina
“No eres lo que logras, eres lo que superas”
Por Camila Mateo
Los alumnos de ESJA Libertad N°82 tuvieron su colación el jueves por la noche, y como adultos les supuso un desafío y un camino de superación personal.
Miriam Cejas de 45 años cuenta que nunca tuvo en mente terminar el secundario, pero sin embargo se arrepiente de no haberlo hecho antes.
Cuando finalizó la primaria sus padres le dieron a elegir si trabajar o seguir estudiando. Como en sexto grado le había costado mucho matemáticas, optó por abandonar el sistema educativo. Por eso, y porque en su familia necesitaba de otro ingreso.
Ya de pequeña, Miriam relata que le hacía los mandados a los vecinos y siempre le daban algo. Después de dejar sus estudios secundarios, consiguió trabajo cama adentro como empleada doméstica.
Con sus 13 años empezó a hacerse cargo de los qué haceres domésticos. “A pesar de tener una vida complicada con mi mamá, porque siempre nos peleábamos mucho, yo siempre pensaba en ella. Trabaja y le preguntaba que necesitaba”.
Miriam se levantaba a las 6 de la mañana para comenzar con sus tareas y algunas veces ni siquiera podía cortar a la siesta. “A la noche no había hora para acostarse, yo tenía mi piecita en la casa y con lo que ganaba ayudaba a la familia”.
Cuenta que su hermano mayor trabajaba y pagaba los servicios de la casa y que ella ponía la plata para la comida y la vestimenta.
Las vueltas de la vida la llevaron a que, cuando uno de sus hijos decidió terminar el secundario, volviera a toparse con la escuela. “Le dije que para mí lo principal era que terminara la secundaria, y lo acompañe a inscribirse. Entonces, cuando estaba ahí le pregunté a la maestra qué necesitaba para terminar el secundario y me dijo que solo requería de ganas. Y me inscribió”.
“Me costó horrores los 3 años, porque junto empezó la pandemia, pero tuve unas profesoras de oro, nunca me dejaron bajar los brazos. Me decían, ´decime a qué hora te podemos llamar así hacemos los trabajos´”.
“De hecho, una de las maestras solo tenía 10 minutos para hablar con el marido, y mientras ellas me explicaba por el celular, él le cebaba mates. Son personas que no te dejan caer”.
Miriam cuenta, además tiene una compañera que se llama Leticia que salía del colegio corriendo y se iba a hacer dedo para viajar a su trabajo. “El esfuerzo que ella hace es para sacarse el sombrero. Estoy bendecida por dios por tener una compañera comoella”.
Al respecto, Leticia comenta que también le costó mucho el volver al secundario, pero que la supervisora de su trabajo le había aconsejado terminarlo así podía estudiar la carrera de enfermería y decidió hacerlo.
Por otra parte, Carolina, flamante egresada y destacada como mejor promedio del último curso, relató que ella tuvo que dejar el colegio hace mucho tiempo, porque en ese momento su identidad de género no era bien aceptada.
Con la aprobación de la Ley de Identidad de Género logró cambiarse el nombre, que era lo único que le faltaba para decidirse a finalizar el secundario. “Quería tener mi título con el nombre que yo había elegido para mí”.
La experiencia de Carolina en la institución fue muy satisfactoria y dice que no le costó demasiado porque siempre le gustó mucho estudiar. Durante el acto de colación, tuvo que entregar la bandera Argentina para que la nueva abanderada fuera custodia del símbolo patrio.
Para el año que viene, Carolina planea entrar a la universidad para estudiar la carrera de bromatología porque le gusta mucho química y física.