Diálogo con Vanesa Gaona, maestra ilustre 2015
“En mi hogar he sido educada siempre con testimonios optimistas y esperanzadores”
La docente de Villa Paranacito, Vanesa Gaona, fue reconocida con el Premio Maestro Ilustre Entrerriano “Manuel Antequeda” edición 2015. La ceremonia se realizó el viernes 4 de septiembre primero en Paraná y luego fue la representante entrerriana para la instancia nacional que se desarrolló en Capital Federal.
Maestra y directora de la Escuela N° 4 “Vicente López y Planes” de Villa Paranacito, Vanesa Gaona, fue elegida por su trayectoria y compromiso entre otras 17 docentes que representaban a cada uno de los Departamentos de la provincia.
“Cada Departamento tiene su cosa linda y su complejidad. En Islas nos inundamos, llueve y los chicos llegan en lancha, a caballo y siempre los espero de la mejor manera, con una sonrisa. Siempre intento que durante las horas que están conmigo sean los nenes más felices del mundo”, dijo en su oportunidad esta docente que hace quince años que es maestra de grado y ocho que es directora.
Desde que se instituyó el premio “Manuel Antequeda”, el docente es elegido en su localidad teniendo en cuenta el compromiso demostrado en la escuela, pero también el grupo de supervisores y en forma conjunta con la directora Departamental de Escuelas, quienes eligen a cada uno de los representantes. Es decir, no alcanza con los antecedentes profesionales técnicos de cada nominado, sino que también se le debe sumar la historia de su compromiso desde su profesión.
Vanesa Gaona Amarelle nació el 6 de diciembre de 1977. Está casada con Guillermo Ariel Tremoulet, que es personal de la Prefectura Naval Argentina. “Nos conocimos en el 2000, nos casamos y tenemos cinco hijos: Agustina de 12 años; Francisco que va a quinto grado y es mi alumno; Estefanía tiene siete y va a segundo grado; Bautista tiene cuatro y va al jardín y Catalina, que tiene un año”.
EL ARGENTINO dialogó con esta docente el miércoles 23 de septiembre y ella comparte no sólo los aspectos esenciales de su labor diaria, sino que ahonda en valores elogiosos que son indispensables para ser una mejor persona. Educadora en toda su extensión, esta maestra también ofrece su testimonio sobre la importancia de recrear la esperanza más allá de las dificultades y agradece “a Dios por poner en el camino a las personas justas para que sea lo que soy hoy”.
-¿Dónde cursó sus estudios?
-La primaria la hice en la Escuela “Baldomero Fernández Moreno” de Arroyo Ñancay, donde mi mamá era maestra. En la primaria fui alumna de mi mamá, dado que esa escuela tenía dos docentes para todos los grados. Mi papá era jornalero, casado con la maestra de campo. La secundaria la cursé en el colegio “David Della Chiesa” de Ceibas y la finalicé en 1995. Y estudié el magisterio en el Instituto de Formación Docente de Villa Paranacito, donde me recibo con la especialidad de maestra rural. Para la zona es una especialización importante, teniendo en cuenta las características de su geografía y de su población.
-¿Y a la vocación docente cómo llega?
-Desde la cuna. Siempre quise ser maestra. Incluso el sueño de mi papá era tener una hija maestra. Pero más allá de esa suerte de mandato y de ver el compromiso que tuvo mi mamá en el aula, la vocación fue autónoma y la maduración de la elección fue personal. Con el paso de los años reconozco que mi mamá me fue transmitiendo esa vocación a través de su ejemplo y de mi papá tengo esa vocación por estar preocupado siempre por el semejante.
-Además de elegir la docencia, usted elige la zona de isla…
-En la escuela tenemos nivel inicial y primario. Soy docente de quinto y sexto grado y directora de la institución. Estoy en la Isla 9. Tenemos un club náutico, la capilla Stella Maris, el hospital, un vivero experimental del Inta. Hoy tenemos 17 alumnos y todos ellos llegan en lancha. Nunca me fui del Departamento y estoy muy identificada con esa región. Tuve la suerte de poder recorrer todo el territorio como maestra suplente e incluso como directora suplente. He recorrido el Departamento y he aprendido a apreciar su diversidad, los componentes especiales que cada lugar posee y apreciar las características comunes y únicas al mismo tiempo que tiene cada persona. Todos me han marcado de manera positiva. En la actualidad estoy ejerciendo en la Escuela N° 4 “Vicente López y Planes” de Arroyo Brazo Largo de Villa Paranacito.
-¿Cuáles son las mayores dificultades?
-No es fácil señalar una. El agua potable la extraemos de perforaciones y muchas familias compran agua en bidones en el pueblo. Pero vivimos en una isla y el transporte fluvial siempre fue un obstáculo o un impedimento. Pero desde que se creó el servicio de balsas eso se fue superando y es muy valorado. La balsa comunica las islas entre sí y es muy esencial para todos. Tenemos energía eléctrica e incluso internet por medio de antenas. Con los alumnos trabajamos mucho la bibliografía y la tecnología, porque estamos convencidos de que los extremos no son positivos. Quiero decir, que el alumno estudie solamente con los libros teniendo acceso a internet, no es bueno; o que estudie solamente a través de internet pero sin libros, mucho menos. El equilibrio es lo más sano.
-Ante las dificultades cotidianas cómo se recrea la esperanza…
-No tengo una receta, solo sé que tengo fe, que creo en Dios y creo en las personas y el trabajar en equipo. Además de maestra soy catequista y enseño que hay que rezar todas las mañanas para pedir perdón por nuestras faltas, pero también para agradecer la vida y agradecer las cosas que nos pasan porque implican un gran esfuerzo de todos nuestros seres queridos. Y a mis alumnos les enseño que nuestro pasado, es decir, nuestros abuelos, nuestros padres han sido importantes para que nosotros estemos hoy aquí y salgamos siempre adelante. En mi hogar he sido educada siempre con testimonios optimistas y esperanzadores. Por el lado de mi madre, recibí la educación católica. Y mi padre, que no es precisamente un hombre de misa, nos enseñó con su actitud de vida, “que nadie puede ser indiferente ante una persona que tiene hambre”, “que nunca hay que dejar a un hermano a pie”, “que siempre hay que tender la mano a quien está necesitando algo de nosotros”, “que hay que respetar a todos como una forma de respetarse uno mismo”, para dar algunos ejemplos. Por eso siempre agradezco a Dios por haber puesto en mi camino a las personas justas para que sea lo que soy hoy.
-¿Cómo se enteró que había sido reconocida como maestra ilustre del año?
-Le voy a contar dos viajes previos a esa noticia. En mayo estaba amantando a mi última hija, Catalina, y desde Paraná las autoridades nos comunican que nos regalaban un viaje escolar para ir Bariloche. En mi escuela asisten tres alumnos que tenían que participar de un torneo de ajedrez y ese viaje era importante. Para nosotros fue algo soñado, porque nuestros alumnos no siempre tienen esas posibilidades de conocer otros lugares. Pude acompañar a mis tres alumnos a Bariloche gracias a la organización familiar y el apoyo de mi esposo y mis hijos, que me dieron seguridad para dejar el hogar por esos tres días. Cuando regresamos del viaje a Bariloche, a los pocos meses, en junio, unos amigos nos invitan a ir a Corrientes y acepté como una forma de compensar por aquellos tres días que había dejado sola a mi familia. Así que con mi esposo y mis hijos nos fuimos a Corrientes. De regreso de ese viaje, todavía transitando por la ruta, la directora Departamental de Escuela, Susana Roule, me comunica por teléfono que había sido nominada como Maestra Ilustre. Ese fue el contexto, pero el fondo es que esa noticia tocó una fibra muy emotiva: me emocionó mucho y lloré con cariño el recibir esa novedad, porque me acordé de mi mamá y de su esfuerzo cotidiano como maestra.
-¿Qué se siente el saberse maestra ilustre?
-Una gran responsabilidad. Por supuesto que estoy feliz y es un gran incentivo para nuestra labor diaria. Pero soy muy consciente de que detrás de este reconocimiento hay muchas personas que me han ayudado: la familia, los alumnos, mis pares docentes, mis autoridades, la comunidad educativa. Es un premio que lo recibo con alegría, pero en rigor es para todos aquellos que amamos la educación como un medio para ser mejores personas. Por eso cuando fui a la celebración de la premiación fui con mi guardapolvo de maestra.
Sobre el premio Manuel Antequeda
Por Resolución N° 2804/09 el Consejo General de Educación (CGE), instituyó en la provincia este premio que valora la trayectoria de los educadores de cada uno de los Departamentos evaluando criterios referidos a la trayectoria del docente en actividad, el desempeño frente a los alumnos, el reconocimiento de la comunidad educativa, el reconocimiento académico y su compromiso con la escuela.
Como cita la normativa que instauró este reconocimiento, se entrega el mismo “en vistas a que el trabajo de los maestros de nuestra provincia da muestras de innumerables ejemplos de desempeño en circunstancias adversas que son superadas por su tesón, entrega y compromiso con la educación”.
El nombre de Manuel Antequeda se eligió en conmemoración a quien fuera el impulsor de la formación de maestros rurales. Llevó la educación a todo el territorio entrerriano pero siempre bajo la estrategia de un modelo educativo respetuoso e integrador de las diferencias, además de crear escuelas flotantes para los niños de islas y edificios escolares donde sólo había monte nativo.
Por Nahuel Maciel
El Argentino
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