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Entrevista al intendente Esteban Martín Piaggio: “Uno de los desafíos más intensos como Municipio es colaborar en la generación de trabajo privado estable”
El jueves por la mañana el intendente Esteban Martín Piaggio recibió a EL ARGENTINO en su despacho de gobierno. El diálogo se encuadró en las enseñanzas inmediatas de los cuatro años de su primera gestión al frente del destino de la ciudad y cuál es su perspectiva para los próximos cuatro años en su segundo mandato.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
En el primer tramo de la entrevista reseñó su mirada de construcción política; en el segundo valoró al diálogo como premisa para encontrar soluciones estructurales de convivencia en la sociedad y en la última parte su perspectiva para el desarrollo.
En ese marco, subrayó que es necesario consolidar lo construido y al mismo tiempo generar alternativas concretas para afrontar con éxito el acompañamiento al sector privado para la generación de trabajo estable.
Adelantó que se creará un Parque Industrial Municipal para industrias denominadas blancas o con mínimos o nulos efluentes, que complementará el esfuerzo del Parque Industrial de Gualeguaychú. Y para ello ya se cuenta con 24 hectáreas que pertenecen a la Municipalidad. El segundo es ampliar el nivel de producción del Plan de Alimentación Sana Segura y Soberana (PASSS); el tercero es crear en un predio de tres hectáreas municipales un polo de actividades que concentran la producción cooperativa o la empresa social; y el cuarto es promover la producción privada del cinturón frutihortícula en la zona Noroeste de la ciudad.
-¿Si tuviera que repasar a trazos gruesos sus períodos de vida que le marcaron estar ante un hecho fundacional, que lapso de tiempo registra?
-En primera instancia y especialmente desde la época de la secundaria, diría que cada cinco años aproximadamente. Termino la secundaria (cinco años), me voy a estudiar Medicina a La Plata, otros cinco años. Luego hago la residencia, otros cinco años más o menos. Fundo una familia. Regreso a mi ciudad con el título bajo el brazo, ingreso a la función pública y luego soy intendente y cuatro años después de mi primera gestión de gobierno, soy reelecto por una enorme mayoría de ciudadanos marcando un antecedente electoral como pocas veces vivido. Diría que cada cinco años me ha tocado vivir una experiencia que me enseña “el antes” y “el después” y que me es muy necesario para seguir creciendo. Todos esos procesos fueron experiencias únicas, que tienen en común también que nunca las atravesé desde la individualidad, sino que lo hice con mucha ayuda. Pienso en voz alta que, si cada persona que lea esta nota, también podrá encontrar en un determinado tiempo periódico, de renovación, experiencias fundantes que le permitieron ser cada vez mejores. Y en mi caso específico, entiendo que esa experiencia no se limita a una cuestión de construcción individual, ni siquiera familiar sino colectivo. Y hay otro ciclo importante y profundo en mi vida como es la formación médica a partir de la experiencia de la residencia en el Policlínico San Martín de La Plata, que fueron cinco años que concluyeron como jefe de Residencia y que me puso a prueba mi voluntad en mi vocación médica, especialmente en la práctica quirúrgica en un hospital público. Esos cinco años transcurrieron casi en un 70 u 80 por ciento dentro del hospital, pero implicó una escuela de vida. Hoy no me concibo plenamente sin ese período. Y el otro ciclo fue la vida familiar y de amistad y la conformación de una batucada en el Carnaval. Entiendo y comprendo que esa experiencia también es una marca que llevo en mi espíritu y que comenzó a grabarse cuando tenía 19 o 20 años. Y que me alimentó una faz creativa, cultural; aprendiendo en la batucada la importancia de un coro, de lo plural y que es necesario para vivir en sociedad como es la aceptación de la diversidad. Fue una experiencia de vida que no la desmerezco, sino todo lo contrario, porque fue la formación de un grupo de 50 personas a la que había que motivar a través de objetivos claros compartiendo un mismo espíritu, donde nadie es de manera aislada y al mismo tiempo el conjunto facilita que cada uno brille con sus propios talentos. Como dice Alberto Fernández, debemos entender que somos personas comunes que, en todo caso, asumimos responsabilidades colectivas importantes. Y cuando referencio que en el medio fundé una familia, subrayo un hecho fundacional que me hace sentir parte de una comunidad y me resignifica en mi identidad.
-A partir de esas experiencias, qué tiene en cuenta a la hora de conformar un equipo de trabajo, especialmente para la responsabilidad de gobierno.
-Soy parte de una generación que se atrevió a concebir a la política de una manera diferente a lo que se venía proponiendo hasta entonces. Pero la capacidad intelectual no es lo único que aprecio, porque podemos ser intelectualmente aptos para una función, pero si antes no hay una galaxia de valores como la honestidad, la responsabilidad, el respetar al otro diferente, de nada sirve esa intelectualidad. Por eso pudimos convocar al proyecto a quienes tenían intereses, motivaciones; pero con una condición innegociable: que se sumaran sabiendo que el rector convocante eran los valores elogiosos para vivir en sociedad. Insisto, no se limitó la convocatoria a la capacidad técnica o a la virtud política, sino que nuestro idioma estaba conformado en valores. Y al poner en primer plano los valores, sabíamos que tarde o temprano íbamos a cosechar de cada uno, lo mejor.
-¿Cómo es eso?
-Mover la disputa por el sentido común fue movilizar lo que estaba establecido. Todos tenemos un gen político que nos hace sentir cómodos en el conservadurismo, porque las aguas calmas casi siempre son placenteras. Pero, si interpretamos al mundo como un mundo todavía injusto, ese precepto de aguas calmas debe ser movilizado, incluso cuestionado. Discutir nuevas prioridades, en la búsqueda del bien común.
-¿Podría poner un ejemplo en esa disputa entre los tradicional y lo nuevo?
-No concebimos lo tradicional necesariamente como una contradicción de lo nuevo. El ejemplo más claro es la práctica que estamos desarrollando con marcado éxito al aplicar conocimientos tradicionales, ancestrales, casi milenarios, al momento de producir nuestros alimentos sanos, que además son solidarios y soberanos. Ese es un buen ejemplo. Rescatamos y promovemos antiguas prácticas que nos hacen no sólo nuevos, sino mejores. Lo nuevo por sí mismo no es un valor; pero se convierte en un valor cuando nos permiten mejorar nuestra calidad de vida. Y eso requiere de un diálogo con generaciones pasadas y al mismo tiempo dialogar con las futuras generaciones.
-¿Se quedó pensando?
-Pensaba en la importancia de la capacidad de escucha. Nuestras mejores ordenanzas en ese campo fueron inicialmente las más conflictivas. Caso Glifosato, es otro ejemplo. Teníamos en el Concejo Deliberante la mayoría necesaria para aprobarla tal como la habíamos concebido en un principio. Sin embargo, convocamos a todos los sectores sin ser excluyentes y de todos esos sectores fuimos mejorando esa norma que hoy es visualizada como un avance importante para la salud de la población. Y lo hicimos porque más allá de la conflictividad, creemos que es en la pluralidad donde mejoramos los proyectos colectivos, más allá de que siempre habrá algún sector –minoritario, por cierto- que pueda sentirse herido. Es más, las políticas más profundas fueron discutidas en ese ámbito y nunca resueltas por decreto. La misma Ley de Municipios faculta al Departamento Ejecutivo que prácticamente todo sea transformado en política pública a través de un Decreto. No ha sido ese nuestro camino, ni nuestra experiencia. Otros ejemplos es el Programa para la Primera Infancia, el Plan de Reordenamiento Territorial, nuestros innegociables principios ambientales tampoco quedaron encapsulados al humor del Ejecutivo, sino que son mandatos del Concejo Deliberante y que nos debe guiar en todas las decisiones. El acceso a la tierra fue otra política que ha sido trabajada desde el Concejo, y hay más ejemplos. En cada una de esas propuestas, la síntesis que quedó fue diferente al proyecto original, porque tenemos capacidad de escucha y no nos encerramos en nuestra propia concepción.
Relaciones políticas
-¿Cómo está el diálogo con el gobernador Gustavo Bordet?
-Está bien, en un buen momento. Creo que se ha tranquilizado el tema electoral, que muchas veces ocupa más tiempo y eso permitió tener un diálogo más profundo y de mayor confianza.
-Estos próximos cuatro años lo encuentran con mayores herramientas de gestión que los cuatro anteriores.
-Sí, porque de los cuatro legisladores provinciales, dos pertenecen al corazón de nuestra agrupación. El secretario de Turismo de la provincia salió de nuestra gestión de gobierno. Tenemos que sumar el crecimiento de Germán Grané al frente de la Administradora Tributaria de Entre Ríos (ATER); la oportunidad que implica que Juan José Bahillo sea ministro de Producción, Turismo y Desarrollo Económico. Además, tenemos un vínculo muy directo y cercano con gran parte del gabinete del Presidente Alberto Fernández. Lo mismo que los legisladores nacionales de Entre Ríos, con quienes tenemos muy buen vínculo. Y a eso hay que sumarle la experiencia de cuatro años de gestión que hemos tenido y experimentado con el gobernador y que ambos afrontamos ahora cuatro años, conociéndonos mucho mejor. Nuestra mejor base con el gobernador es el respeto; y eso no implica en absoluto que dejemos de manifestar nuestras disidencias como fue el caso de la Ley de la Madera en su momento; el proceso por los agrotóxicos o el conflicto pastero con UPM Botnia, para citar los más emblemáticos.
Propuestas para el desarrollo
-¿Qué cosas concretas puede hacer el Municipio para acompañar la generación de empleo?
-Es prioritario generar trabajo genuino y estable y entendemos que el sector privado necesita de un acompañamiento sólido y concreto. Se necesita colaborar mejor con el sector privado, de modo de generar las condiciones necesarias para la generación de nuevas fuentes laborales. Uno de los desafíos más intensos como Municipio es colaborar en la generación de trabajo privado estable. Por eso, en nuestra agenda pública es prioridad la generación de dos condiciones muy necesarias: la creación de un Parque Industrial Municipal, de industrias blancas, que no sean contaminantes o con mínimos o nulos efluentes. Lo textil, la madera, la industria del mueble, la carpintería, la herrería, las nuevas tecnologías informáticas, entre otras, son convocadas a ese objetivo.
-¿Qué se cuenta para eso?
-Tenemos un predio de 24 hectáreas que pertenecen al Municipio. Está ubicado en un lugar estratégico, en el Noroeste, lindero sobre la Autovía Gervasio Artigas (Ruta Nacional N° 14). Para que el vecino se ubique, queda entre Urquiza al Oeste y la calle Alférez Sobral, sin cruzar la ruta. Es una zona que ya fue tenida en cuenta en el Plan de Ordenamiento Territorial como exclusiva para el desarrollo industrial. Venimos trabajando con la Provincia muy bien, su habilitación cuenta con prefactibilidad, la tenemos que dotar con infraestructura que está disponible y podrán instalarse entre 20 y 30 empresas. Esas empresas pueden ser potenciales Pymes que ya están funcionando en la ciudad y quieran subir de escala, para lo cual se le facilitará líneas de crédito. En principio el predio sería Municipal, aunque hay empresarios que han ofrecido comprar la parcela y habrá que analizar los beneficios a largo alcance. Y esta iniciativa complementa al Parque Industrial, no competirá con esa iniciativa.
-¿Y el otro proyecto?
-Es el cooperativismo. La idea es replicar a gran escala lo que hicimos con la Fábrica Municipal Cooperativa (FAMUCO). En este caso son tres hectáreas, que tiene un acceso único a través de un gran portal, cuenta con todos los servicios y posee diez naves o galpones vinculados que facilitan la sinergia entre las distintas cooperativas. Ese predio está ubicado detrás de la Rotonda del Cristo, del bulevar Martínez, en inmediaciones del Regimiento, más cerca del Acceso Sur que de Urquiza al Oeste. Es un polo único en el país y ratificamos nuestro compromiso político con esa economía a escala humana, de claro sentido social, donde la economía está al servicio del hombre y no del mero capital.
-Todavía hay sectores de la sociedad que tiene el mito de que las cooperativas son economías periféricas o de escasa escala.
-Es un mito. En el mundo existen más de mil millones de trabajadores cooperativizados. Aproximadamente el 15 por ciento de la economía mundial se mueve a través de cooperativas o de la lógica de la economía social. Además, es una economía que supera los umbrales de subsistencia y facilita a las familias una superación integral en todos sus niveles. Hay que entender que existe una lógica empresarial social. Existen pueblos enteros que gracias al trabajo cooperativo pudieron acceder a grandes escales y de manera sustentable en el tiempo. Es una empresa social y para nada es marginal. Todo lo contrario, tienen líneas de calidad y aspira a una economía creciente.
-Un Parque Municipal de industrias blancas, el polo cooperativo y el PASSS, serían los ejes productivos que se intentará consolidar en los próximos años.
-No sólo eso. Porque tenemos un cuarto desafío, derivado de la experiencia del PASSS, y que también está determinado en el Plan de Reordenamiento Territorial. Se trata de una zona en la parte Oeste, conocido como el cinturón frutihortícola y que posee mucha superficie de tierras producidas enteramente por el sector privado. Casi en su totalidad es tierra privada y hay intenciones muy maduradas para hacer producciones agroecológicas. Y el Estado debe proteger esa zona para que, desde ahí, al cerrarse la cadena de producción de alimentos, puedan llegar de manera accesible al conjunto de la comunidad. La idea es que ese trabajo productivo privado cierre su circuito de comercialización dentro de Gualeguaychú. Así como se alienta el concepto del compre local que favorece al comercio, impulsaremos el concepto de consumo local para favorecer y alentar la producción agroecológica. Esa alimentación primaria estará destinada a alimentar a los gualeguaychuenses dentro de nuestros mercados, dentro de la lógica de la ciudad que tiene un fuerte arraigo como es el de los almacenes y que tenga una marca de calidad. Para eso el Estado debe colaborar con logística y capacidad técnica a través de un sello de garantías. Y a través de esa marca Gualeguaychú, cuando abastezca el consumo local, también se pueda salir a la conquista de otros mercados regionales. Es una zona muy interesante, es privada y de vecinos que están dispuestos a dar ese esfuerzo y para eso necesitan de un acompañamiento concreto por parte del Estado. Esto no es otra cosa que generar líneas de financiamiento, con participación Municipal, para promover esa zona específica del cinturón frutihortícola y que tiene derivados de productos de granja. Estamos armando esa mesa de diálogo y la recepción hasta ahora es muy alentadora, porque es una opción de crecimiento genuina y que está a nuestro alcance. Insisto, además del compre local, hay que internalizar el consumo local.