Gracias Enrique por tu humor, tu lucha y tus mensajes
Por Fabián Magnota (*)
Finalmente, el cáncer se llevó a Enrique Benvenaste. Era periodista. Tenía 44 años y era un enamorado de la vida.
Más allá de encontrarnos en conferencias de prensa o en algunas cenas por el Día del Periodista, trabamos mayor relación en los años de su paso por Radio Máxima.
Y es larga para contar la historia de cada hombre. Pero quiero rescatar de Enrique, básicamente, su humor pero también su lucha y sus mensajes finales. No hablaremos aquí de su seriedad periodística o de su capacidad especial para los análisis políticos o las entrevistas. Acaso quede eso para cuando lo traigamos a la mesa en una futura cena.
Nos deja su gran sentido del humor, ese que volcaba en un personaje que él creó llamado “Leafané”, que con sonrisa e ironía graficaba el funcionamiento de la corrupción.
Con Enrique siempre nos reíamos de la habilidad para la negociación comercial de algunas personas, y solíamos recurrir a un imaginario personaje al que llamábamos “Samuel”. De modo que siempre que nos encontrábamos, ambos nos llamábamos así.
Recordábamos también con Enrique la anécdota de cuando fue a Salta y una noche conoció la famosa peña del boliche de Balderrama. En cierto momento entabló diálogo con el célebre propietario del lugar, Don Juan Balderrama. El hombre le dijo que admiraba a Alfredo De Angeli. Enrique, ni lerdo ni perezoso, llamó desde su celular a De Angeli y lo puso al teléfono con Juan Balderrama. ¿Cómo terminó la anécdota? Que Juan Balderrama, emocionado, le hizo un 50 por ciento de descuento en la cena de Enrique y le regaló un bombo salteño costosísimo, que apenas entraba en el baúl del auto… Ese era el Enrique que nos queda.
O hace algunos años, cuando se hizo acreditar en el Abierto de Tenis de Estados Unidos…por Radio Máxima de Gualeguaychú!!!. Pero no era broma. Nadie se explica cómo, pero lo logró, almorzó al lado de Federer y volvió con remeras para todos. Nos reíamos mucho cuando recordábamos esas historias.
Y después nos queda el último Enrique., ese que con enorme templanza le hablaba a la muerte de frente y sin miedo, con una entereza digna de un alma de hierro.
“Como ha sido mi vida de ir de frente, y agradeciendo a todos los que se han preocupado por mi salud. Les cuento que la enfermedad me venció. Que ya elegí quedarme en casa para pasar los días que resten. Estoy padeciendo mucho después de una cuarta cirugía que me ha dejado desarmado por dentro. No quiero dramatizar, aunque esta sea una especie de despedida. Pero insisto en que al cáncer hay que darle lucha. Que el tema marcadores tumorales se analicen aunque muchos especialistas sostengan que no son parámetros para poner en análisis de rutina. Sin esos marcadores yo no hubiese llegado al diagnóstico en su momento. Pero que el tema se analice...A mis colegas, legisladores, les pido que no dejen de tenerlo en su agenda”, escribió ocho días antes de morir por el maldito cáncer de páncreas.
“Y por favor, más allá de que mi tratamiento no funcionó, a los que luchan deben siempre pensar que es posible porque hay un porcentaje importante que si funcionan los tratamientos y se puede vencer. Por eso a ellos "Hasta la victoria siempre", finalizaba la potente y demoledora despedida que no me animé a leer en la radio porque no hubiera llegado al final.
Se fue Enrique y desde el infierno de su derrota tuvo la grandeza de hablar de mantener la esperanza, y también la de pedir que se establezcan los análisis de marcadores tumorales entre los de rutina, en una zona donde el cáncer nos está dando una paliza histórica y no hay reacción. Hoy, un legislador provincial se ha interesado en el planteo.
De modo que a Enrique debemos agradecerle su humor en la vida cotidiana, su lucha y sus mensajes para que haya menos muertes por cáncer.
Hasta luego y gracias, Enrique, mi querido Samuel.
(*) Fabián Magnota es director periodístico de Radio Máxima
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