Opinión
Iguales, aunque no tanto
Este lunes fue un día en el que se recordó la guerra por Malvinas, ese tiempo de locura que vivimos de abril a junio de 1982.
Y se recordó la guerra, lo que ocurría en el país, lo que sucedía en cada casa por entonces.
Y e cada familia, lógicamente.
Porque si unos lo hicieron porque la carrera que eligieron los preparó en la defensa del territorio argentino, otros tuvieron que ir a poner -literalmente- el pecho a las balas porque estaban prestando el servicio militar (por entonces) obligatorio.
Pero sea cual fuere el caso, la participación en la guerra tuvo consecuencias que estaban tan lejos, que no se pensaba en ellas.
La primera: no volver. La segunda: en qué condiciones se volvería.
Y no hablamos de cuestiones externas, sino de lo que cada uno trajo en su interior, eso que los acompaña desde hace treinta y seis años.
Quizá por saberlo, este año en el acto que se hizo como cada 2 de abril, desde que la guerra por Malvinas se convirtió en un tremendo dolor, la única oradora pidió que no olvidemos a quienes quedaron allí y también a nuestros veteranos, “que volvieron con una gran herida en el corazón”.
Ellos van y vienen por la ciudad, se cruzan con nosotros, los reconocemos a veces y seguimos, porque para nosotros son uno más, aunque no sea así en realidad.
Y si está bien que les hagamos un homenaje en su día, sería mucho mejor que en lugar de enviar banderas, canciones, videos y demás a través de las redes sociales, vayamos un rato a la plaza a acompañarlos. Un día, al año; un rato.
Porque se fueron siendo unos y volvieron con una carga que el resto no tenemos.
Porque aunque creamos que son unos más, e iguales a nosotros, nos equivocamos.
Ellos tienen el recuerdo imborrable.
Nosotros, a nuestros veteranos.
Este contenido no está abierto a comentarios