Informe especial: la búsqueda del perfil de Gualeguaychú como Ciudad Universitaria
Gualeguaychú es una ciudad que tiene diferentes plataformas para la construcción permanente de su desarrollo. Es una ciudad agropecuaria, industrial, comercial, turística, de servicios, ambiental y con una masa salarial del sector público importante, además de contar con representación de todos los niveles del Estado desde Fuerzas Armadas, juzgados, reparticiones públicas varias y, claro está, un creciente movimiento universitario.
Estas fortalezas se potencian con algunas bondades que son inamovibles como sus innumerables y activas instituciones de bien público y una Corporación del Desarrollo que es un capital social que potencia otro valor intrínseco: la privilegiada ubicación geoestratégica por estar en el corazón del Mercosur y ser eje articulador para la línea bioceánica potenciado a partir del enlace vial Victoria-Rosario.
En las cartas antiguas se la nombra como Villa de San José de Gualeguaychú, expresando acaso esa condición que cruza a todos los demás perfiles: su característica de urbe tranquila y segura en comparación con otras; pero también su vocación de metrópolis.
Sin embargo, a los muchos otros perfiles que se le podría agregar hay uno que merece ser al menos explorado en profundidad: el de ser ciudad universitaria.
Contextos y perspectivas
Ser una ciudad universitaria no es solamente ejercer un liderazgo en la oferta académica de una región determinada; sino fundamentalmente potenciar la calidad de vida de una sociedad, actualizar el valor de su infraestructura urbana, de su geografía natural y esencialmente poner a disposición la vocación de sus entidades para la realización personal de sus conciudadanos. Desde ese plano, Gualeguaychú como ciudad universitaria puede ser un destino de fácil acceso para cualquier estudiante. Si se toma el registro de alumnado de la Facultad de Bromatología de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), se obtendrá que se radican durante diez meses en Gualeguaychú poco más de 700 alumnos de otras localidades entrerrianas e incluso provenientes de casi todas las provincias y de países vecinos. A este número hay que sumarle los que adhieren a otras propuestas académicas de altos estudios como en la Regional de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU); en la propia Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) y en otras instituciones que se caracterizan por su rigor académico en el nivel superior como es el caso del Sedes Sapientiae, tan sólo para nombrar a las más tradicionales o de más fértil arraigo. Pero no son las únicas.
Para seguir con la lectura, se puede sostener que en total son más de 1.200 los alumnos que vienen a estudiar a Gualeguaychú y permanecen como mínimo diez meses. A un promedio económico bajo de 2.000 pesos de alquiler, tan sólo en la plaza inmobiliaria se genera mensualmente 2.400.000 pesos, que multiplicados por diez meses son 24 millones de pesos que se obtiene en calidad de renta de propiedad.
A este factor hay que agregarle como mínimo aproximadamente otros 2.500 pesos por mes y por estudiante, que se destinan al rubro de la alimentación, ocio, comunicación y vestimenta, entre los principales costos fijos. Esto representa otros tres millones de pesos mensuales que se transforman en treinta millones de pesos a lo largo del año académico y que son volcados al comercio minorista local de manera directa y sin intermediarios.
En la rápida –y desprolija- cuenta, solamente los estudiantes que llegan de otros lugares aportan a la ciudad 54 millones de pesos en diez meses en gastos mínimos, imprescindibles y vitales. A lo que habría que sumar lo que aportan los estudiantes locales y sus familias. Con un agregado difícil de mensurar: el paso de los futuros profesionales por la ciudad, que construyen sus historias personales en Gualeguaychú y en un momento clave de sus vidas, no es un dato menor y merece ser valorado.
Además, todo esto tiene otro valor que no se puede eludir: la vida universitaria genera puestos de trabajos estables, permanentes y de alta calidad de rendimiento como es el cargo docentes en este nivel académico. Tan sólo la Uner destina para su estructura un presupuesto anual de aproximadamente treinta millones de pesos que quedan en la ciudad y sin tener en cuenta los presupuestos de las demás casas de estudios superiores.
Esos treinta millones de pesos anuales que dispone la Uner en Gualeguaychú, a grandes rubros puede desgranarse en el aporte para investigación, extensión universitaria, sueldos, becas, mantenimiento de edificio, del parque automotor, servicios, requerimientos académicos (docencia, laboratorios -materiales, equipos, reactivos, computación, papelería varias, fotocopias, biblioteca, etcétera) y requerimientos de la administración y la gestión.
El alumnado universitario que no es de la ciudad aporta en los diez meses aproximadamente 54 millones de pesos, más treinta millones del presupuesto de la Uner a nivel local, y habría que sumar el presupuesto de la Uader, la UCU, el Sedes e incluso los profesorados y se tendrá una idea del interés económico y cultural que inspira el concepto de ciudad universitaria.
Infraestructura
Cuando se piensa en la infraestructura universitaria como ciudad, inevitablemente es necesario detenerse en los intereses como Nación. No sólo para consolidar y mejorar la calidad y la cantidad de una oferta académica con sus correspondientes aulas, laboratorios, investigación y espacios de extensión comunitaria, deportiva y cultural; sino porque ello implica asumir la responsabilidad de una conciencia a escala generacional. Es cierto que para profundizar estos criterios cuantificadores se requiere de otros parámetros como la proyección del crecimiento y el desarrollo y la armonización de la infraestructura urbana, entre otros. Pero es indudable que Gualeguaychú tiene todas las condiciones para proyectarse como ciudad universitaria. Cuenta con instituciones intermedias comprometidas con su comunidad; goza de un reconocimiento académico en cada una de sus unidades, su dirigencia política está consustanciada con esta plataforma y se lidera en muchos campos colectivos con una dinámica integradora e innovadora en términos sociales.
En este rápido repaso (que implica verificación y reconocimiento de algunas bondades como ciudad) no se puede soslayar la infraestructura ociosa (pero potencial) que se goza con el predio del ex Frigorífico Gualeguaychú y que de manera más reciente se intenta poner en valor como un Polo Educativo destinado a las universidades.
No es el único. La Uner ya está encaminada en la construcción de su edificio en la zona de Urquiza al Oeste y otro tanto proyecta la UCU en la hectárea que la Sociedad Rural le donó también en Urquiza al Oeste.
Tanto el ex Frigorífico como estos proyectos de la Uner y la UCU, tienen en su localización, entre otros puntos positivos, las siguientes fortalezas:
* Poseen un fácil acceso desde la trama urbana incluyendo a los barrios, dado que está conectado con las principales vías de circulación.
* Por esa razón goza potencialmente de todos los servicios de infraestructura pública existente en la ciudad.
* Ofrecen el enorme potencial de liderar o producir impactos significativos y positivos para la reactivación de una zona urbana periférica (Pueblo Nuevo para el caso del Frigorífico y Urquiza al Oeste para la Uner y la UCU).
Gualeguaychú tiene todas las oportunidades para ser Ciudad Universitaria, siempre y cuando se entienda que “oportunidad” no es una mera ocasión determinada o momentánea, sino una congruencia, es decir, una relación sensata entre sus anhelos y sus posibilidades.
Los elementos para consolidar el desarrollo de ciudad universitaria están al alcance de la mano. Aunque para “habitar” esta idea se requiere vocación y decisión. La vocación es una aptitud y una disposición que ya es desplegada por el conjunto de la dirigencia; la decisión es una medida que se adopta pero también una providencia. Y ya se sabe, la providencia puede ser sinónimo de destino.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
Estas fortalezas se potencian con algunas bondades que son inamovibles como sus innumerables y activas instituciones de bien público y una Corporación del Desarrollo que es un capital social que potencia otro valor intrínseco: la privilegiada ubicación geoestratégica por estar en el corazón del Mercosur y ser eje articulador para la línea bioceánica potenciado a partir del enlace vial Victoria-Rosario.
En las cartas antiguas se la nombra como Villa de San José de Gualeguaychú, expresando acaso esa condición que cruza a todos los demás perfiles: su característica de urbe tranquila y segura en comparación con otras; pero también su vocación de metrópolis.
Sin embargo, a los muchos otros perfiles que se le podría agregar hay uno que merece ser al menos explorado en profundidad: el de ser ciudad universitaria.
Contextos y perspectivas
Ser una ciudad universitaria no es solamente ejercer un liderazgo en la oferta académica de una región determinada; sino fundamentalmente potenciar la calidad de vida de una sociedad, actualizar el valor de su infraestructura urbana, de su geografía natural y esencialmente poner a disposición la vocación de sus entidades para la realización personal de sus conciudadanos. Desde ese plano, Gualeguaychú como ciudad universitaria puede ser un destino de fácil acceso para cualquier estudiante. Si se toma el registro de alumnado de la Facultad de Bromatología de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), se obtendrá que se radican durante diez meses en Gualeguaychú poco más de 700 alumnos de otras localidades entrerrianas e incluso provenientes de casi todas las provincias y de países vecinos. A este número hay que sumarle los que adhieren a otras propuestas académicas de altos estudios como en la Regional de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU); en la propia Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader) y en otras instituciones que se caracterizan por su rigor académico en el nivel superior como es el caso del Sedes Sapientiae, tan sólo para nombrar a las más tradicionales o de más fértil arraigo. Pero no son las únicas.
Para seguir con la lectura, se puede sostener que en total son más de 1.200 los alumnos que vienen a estudiar a Gualeguaychú y permanecen como mínimo diez meses. A un promedio económico bajo de 2.000 pesos de alquiler, tan sólo en la plaza inmobiliaria se genera mensualmente 2.400.000 pesos, que multiplicados por diez meses son 24 millones de pesos que se obtiene en calidad de renta de propiedad.
A este factor hay que agregarle como mínimo aproximadamente otros 2.500 pesos por mes y por estudiante, que se destinan al rubro de la alimentación, ocio, comunicación y vestimenta, entre los principales costos fijos. Esto representa otros tres millones de pesos mensuales que se transforman en treinta millones de pesos a lo largo del año académico y que son volcados al comercio minorista local de manera directa y sin intermediarios.
En la rápida –y desprolija- cuenta, solamente los estudiantes que llegan de otros lugares aportan a la ciudad 54 millones de pesos en diez meses en gastos mínimos, imprescindibles y vitales. A lo que habría que sumar lo que aportan los estudiantes locales y sus familias. Con un agregado difícil de mensurar: el paso de los futuros profesionales por la ciudad, que construyen sus historias personales en Gualeguaychú y en un momento clave de sus vidas, no es un dato menor y merece ser valorado.
Además, todo esto tiene otro valor que no se puede eludir: la vida universitaria genera puestos de trabajos estables, permanentes y de alta calidad de rendimiento como es el cargo docentes en este nivel académico. Tan sólo la Uner destina para su estructura un presupuesto anual de aproximadamente treinta millones de pesos que quedan en la ciudad y sin tener en cuenta los presupuestos de las demás casas de estudios superiores.
Esos treinta millones de pesos anuales que dispone la Uner en Gualeguaychú, a grandes rubros puede desgranarse en el aporte para investigación, extensión universitaria, sueldos, becas, mantenimiento de edificio, del parque automotor, servicios, requerimientos académicos (docencia, laboratorios -materiales, equipos, reactivos, computación, papelería varias, fotocopias, biblioteca, etcétera) y requerimientos de la administración y la gestión.
El alumnado universitario que no es de la ciudad aporta en los diez meses aproximadamente 54 millones de pesos, más treinta millones del presupuesto de la Uner a nivel local, y habría que sumar el presupuesto de la Uader, la UCU, el Sedes e incluso los profesorados y se tendrá una idea del interés económico y cultural que inspira el concepto de ciudad universitaria.
Infraestructura
Cuando se piensa en la infraestructura universitaria como ciudad, inevitablemente es necesario detenerse en los intereses como Nación. No sólo para consolidar y mejorar la calidad y la cantidad de una oferta académica con sus correspondientes aulas, laboratorios, investigación y espacios de extensión comunitaria, deportiva y cultural; sino porque ello implica asumir la responsabilidad de una conciencia a escala generacional. Es cierto que para profundizar estos criterios cuantificadores se requiere de otros parámetros como la proyección del crecimiento y el desarrollo y la armonización de la infraestructura urbana, entre otros. Pero es indudable que Gualeguaychú tiene todas las condiciones para proyectarse como ciudad universitaria. Cuenta con instituciones intermedias comprometidas con su comunidad; goza de un reconocimiento académico en cada una de sus unidades, su dirigencia política está consustanciada con esta plataforma y se lidera en muchos campos colectivos con una dinámica integradora e innovadora en términos sociales.
En este rápido repaso (que implica verificación y reconocimiento de algunas bondades como ciudad) no se puede soslayar la infraestructura ociosa (pero potencial) que se goza con el predio del ex Frigorífico Gualeguaychú y que de manera más reciente se intenta poner en valor como un Polo Educativo destinado a las universidades.
No es el único. La Uner ya está encaminada en la construcción de su edificio en la zona de Urquiza al Oeste y otro tanto proyecta la UCU en la hectárea que la Sociedad Rural le donó también en Urquiza al Oeste.
Tanto el ex Frigorífico como estos proyectos de la Uner y la UCU, tienen en su localización, entre otros puntos positivos, las siguientes fortalezas:
* Poseen un fácil acceso desde la trama urbana incluyendo a los barrios, dado que está conectado con las principales vías de circulación.
* Por esa razón goza potencialmente de todos los servicios de infraestructura pública existente en la ciudad.
* Ofrecen el enorme potencial de liderar o producir impactos significativos y positivos para la reactivación de una zona urbana periférica (Pueblo Nuevo para el caso del Frigorífico y Urquiza al Oeste para la Uner y la UCU).
Gualeguaychú tiene todas las oportunidades para ser Ciudad Universitaria, siempre y cuando se entienda que “oportunidad” no es una mera ocasión determinada o momentánea, sino una congruencia, es decir, una relación sensata entre sus anhelos y sus posibilidades.
Los elementos para consolidar el desarrollo de ciudad universitaria están al alcance de la mano. Aunque para “habitar” esta idea se requiere vocación y decisión. La vocación es una aptitud y una disposición que ya es desplegada por el conjunto de la dirigencia; la decisión es una medida que se adopta pero también una providencia. Y ya se sabe, la providencia puede ser sinónimo de destino.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
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