Julio Garay: "Hay que educar antes de simplemente decir: 'no te drogues más'".
POR VERÓNICA BASSINI EL ARGENTINO Julio Garay es un joven trabajador y perseverante de 28 años que hoy acompaña y ayuda en el Hogar de Cristo, a recuperar a chicos que han caído -como él mismo- en la droga.
¿Cómo fue que te encontraste con la droga?
"Cuando empecé a trabajar en la gastronomía, la noche me llevó a todo eso. Al principio era todo una joda pero después se me fue todo de las manos.
Luego, mi mamá se enfermó de gravedad y estuve limpio dos años, y cuando falleció recaí con todo. En esos dos años que estuve limpio yo tenía hasta auto, y lo empecé a perder todo.
La droga tapa un hueco, siempre hay algo atrás."
¿Cómo llegaste al Hogar de Cristo?
"Llegué al hogar, y al principio no quise quedarme porque era un chico de otro ambiente, más de barrio, pero después volví más golpeado de lo que había estado la otra vez y me había quedado en la calle.
Me empecé a quedar en el hogar, iba todos los días, pero vivía con mi ex novia. Empecé con la carpintería con un profesor que hacía capacitaciones para jóvenes y adultos. El profesor vio que estaba comprometido y entonces teníamos clases dos veces por semana. Se habló con la administración para que pudiéramos ofrecer un área de carpintería y hoy en día tenemos un montón de herramientas y pedidos.
Fue un proceso largo y que costó pero eso me sirvió para tener la mente ocupada."
¿Qué le trajo el Hogar de Cristo a tu vida? ¿Cómo cambió?
"Hoy en día estoy de casero ahí en el hogar y es gracias a todo ese trayecto que tuve, hubo momentos muy malos y muy buenos, pero yo siento que aprendí a nunca bajar los brazos. Siempre les digo a los que recién vienen que si recaen no tengan miedo o vergüenza, que nadie les va a decir nada en el Hogar.
El ritmo de ir todos los días es gracias a la gente del Hogar que me dieron un plan de Sedronar para que yo cumpla un rol en la carpintería, eso me ayudó mucho, empecé a aferrarme más a Dios y a la Iglesia, pero no la Iglesia como estructura, sino la Iglesia que sale al barrio, la que está muy comprometida con la caridad: cada tanto hacemos guisos u otras comidas y salimos por los barrios como La Cuchilla, Médanos, etc., y eso me dio más fuerzas para seguir con el tratamiento.
Pero yo logré superar y entender todo esto cuando vino el padre Pepe Di Paola que es uno de los que comenzó el Hogar de Cristo, estuve con él casi todo el tiempo que estuvo acá. Hoy en día me encanta lo que hago. Yo laburé toda mi vida en gastronomía y en albañilería, pero ahora como que quiero dedicarme a esto, al menos un buen tiempo."
¿Cómo es el encuentro con quienes recién llegan estando vos limpio?
"La droga es un tema muy complicado de tratar, pero yo creo que a los pibes hay que empezar a educar antes de simplemente decirles 'no te drogues más'. Yo nunca le robé a nadie, yo ando tranquilo por la calle, pero sé que algunos no pueden andar por ciertas calles porque se encuentran con alguien que les quiere pegar y eso no es vida. Yo siempre trato de decirles que se cuiden un poco, que no anden descalzos o sucios, que coman, que no vendan su ropa, y de a poco van a ir saliendo porque no es de un día para otro.
Lo de la droga se puede evitar desde la educación, las clases bajas quizás no tienen la educación adecuada."
Hablando de educación, ¿qué te parece necesario que se hable en las escuelas a los jóvenes?
"Proyectos de vida, educación sexual, cultura del trabajo, educar en el respeto y amor hacia uno mismo es importante: que hayas nacido pobre no significa que vayas a ser pobre toda tu vida, eso es lo que se necesita. El mundo no está empeorando sino que los jóvenes imitan lo que ven."
La importancia del compromiso: "Lo importante es estar comprometido y querer cambiar. Si uno va obligado no le sirve, tenés que hacer el click, en mi caso fue la pobreza extrema, pero para otros quizás es un hijo, la madre, etc. Pero si no estás convencido o no tenés ganas es re complicado.
Y también precisamos más compromiso de la sociedad. Hay que unirse por una misma causa pero sin prejuicios."
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