Kircher recomendó profundizar el modelo económico
Un Néstor Kirchner calmo y pausado para hablar, con ganas de dialogar y con necesidad de describir el país que le tocó gobernar, fue la sorpresa del auditorio de empresarios que se dio cita en la Posada Altos de Bolacúa, previo al acto central que se desarrolló en el Club Juventud Unida.
Con muchas anécdotas y con retratos de una realidad lacerante, el ex Presidente Néstor Kirchner hizo un sobrevuelo sobre los hitos de su gestión y las dificultades que debió afrontar para lograr la dinamización de la economía, el recupero de la industria nacional y la confianza institucional que se requiere en todo país.
Desde los simbólico referenció que asumió la presidencia sin el debido consenso (llegó con el 22 por ciento de los votos porque le negaron la segunda vuelta electoral), pero más dramático aún fue su descripción de la disgregación social, el default que se había declarado de manera irresponsable (por muchos de los que hoy hablan y quieren dar cátedra de gobierno) y la necesidad de recuperar el salario de los trabajadores activos y pasivos.
“Cuando venía para Gualeguaychú, sobrevolé la obra de la autopista 14 y recordé dos cosas: los emprendimientos avícolas cerrados y la ruta de la muerte como se la conocía antes a este corredor. Hacer esta obra no fue fácil. En aquellos años, en esa Argentina de la imprevisión, vine a Entre Ríos y anuncié la obra y para poder empezarla tardamos un año y medio. ¿Y saben por qué? Porque no había proyectos. Todo el mundo reclamaba, con justicia, que había que hacer esta obra, pero nadie había hecho el proyecto para llevarla adelante. Es decir, teníamos el recurso pero faltaba el proyecto. Y ahora dentro de muy poco quedará terminada”, ilustró.
“Cuando me tocó asumir la presidencia, estábamos en una situación institucional verdaderamente límite. Teníamos un Banco Central con sus reservas vaciadas, se había tenido la irresponsabilidad de declarar el default, teníamos reclamos por todos lados. Un país desquiciado institucionalmente, con una dirigencia que había perdido su credibilidad. Teníamos millones de desocupados. Empresarios quebrados. Brazos caídos. Costaba creer en la posibilidad de un futuro distinto porque prácticamente estaban perdidas las esperanzas y las utopías. Y parecía que esta Argentina no tenía remedio”, describió sus primeros momentos al frente de la Casa Rosada.
“Mi primer día en Casa de Gobierno me tocó ver una Plaza de Mayo absolutamente llena. No venían a aplaudir y tampoco a quejarse y eso era lo más grave. Eran argentinos que estaban con los brazos caídos, argentinos que tenían sus ahorros en el corralito, argentinos que no tenían trabajo, argentinos que no podían jubilarse, que no podían mandar a sus pibes a estudiar. Empresarios quebrados. Esa era la fotografía de ese momento”, reiteró.
Luego, hizo un rápido repaso por las herramientas que permitieron trabajar en la reconstrucción institucional de Argentina. En ese marco, destacó el haber restituido la credibilidad en la Justicia con la reforma de la Corte Suprema, el avance en materia de Derechos Humanos a través de la Verdad, Memoria y Justicia que permitió terminar con las leyes de Indulto, Obediencia Debida y Punto Final.
El discurso frente al empresariado local se centró en cómo se resolvió la reactivación de la economía, qué herramientas permitieron tornarla competitiva, y valoró que se hubiera recuperado la capacidad de rentabilidad de los productos exportables argentinos.
“Al mismo tiempo teníamos que resolver estas cuestiones, combinando el recupero de la industria nacional con la conjunción de una síntesis superadora de nuestra capacidad exportable. Terminar con esa famosa contradicción entre industria y exportación. Y le dimos a la economía una dinámica de crecimiento importante”.
El corralito, que afectó a millones de argentinos, pero también la crítica porque el gobierno de la Alianza permitió y facilitó que los grandes capitales pudieran salir del país. En ese marco, dijo que no se puede “ser fuerte con los débiles y débiles con los poderosos”.
Criticó que se hubiera descontado el trece por ciento a los jubilados y los famosos pactos fiscales “que era para restarle coparticipación federal a las provincias y transferirla a la Nación para que los números cierren: y esos números eran destinados para pagar la deuda externa y continuar con un sistema de sometimiento interno, de desindustrialización del país”. Una vez que se logró consolidar el superávit fiscal y el comercial como un elemento central, se consolidó también un cambio competitivo que permitió equilibrar la balanza comercial con economías mucho más poderosas como la del Brasil.
“Llevamos ocho años de superávit fiscal y comercial. Eso es fundamental. Dijimos que teníamos que renegociar la deuda externa, y es verdad que gran parte de ella era ilegítima y que provenía de la dictadura militar, pero teníamos que asumir esa situación. Y dijimos que íbamos a salir por primera vez en la historia a renegociar esa deuda. Y logramos un ahorro del 70 por ciento. Por primera vez Argentina ganaba una batalla y hacía una quita de 70 mil millones de dólares, lo que nos permitió poner en movimiento la economía del país. Y dijimos que era fundamental terminar con las ataduras del Fondo Monetario Internacional. Llevamos ocho años de crecimiento sostenido y ellos todavía nos quieren dar lecciones”, indicó con más crítica que ironía. “Tengo, al igual que la Presidenta, la tranquilidad de conciencia que jamás salimos a pedir un peso prestado y recuperamos la capacidad política que el país necesitaba para incentivar el crecimiento de la economía nacional”, concluyó.
Siempre referenciando el contexto de debilidad como país que se tenía, también dedicó un capítulo al recupero de la moneda sacando de circulación al festival bonos que inundaba las provincias dejando desocupación e incertidumbre. Otra vez lo simbólico fue algo concreto: “Recuperamos la moneda nacional, porque un país sin moneda nacional no puede funcionar”, ilustró.
A la hora de las preguntas, el empresariado local planteó la necesidad de acompañar este proceso económico con una profunda reforma impositiva. Observación que adhirió y juzgó de clave para el futuro.
EL ARGENTINO realizó dos preguntas puntuales: la necesidad de profundizar la ley de medios a través de la democratización de la pauta publicitaria, dado que dar cuenta republicana de los actos de gobierno debe constituir un acto federal. Estuvo de acuerdo y reconoció que se está trabajando en un proyecto de ley al respecto. “Lo estamos haciendo con cuidado para que no salga ningún grupo concentrado a decir que queremos afectar. Entre todos tenemos que trabajar en una buena ley de distribución de la publicidad”.
El segundo planteo que formuló EL ARGENTINO fue la necesidad de contar con cajas de crédito locales, dado que Gualeguaychú es una localidad que exporta crédito cuando es evidente que lo necesita. Como respuesta reconoció que se deben instrumentar acciones que eviten la extracción del circulante y adelantó que el gobernador Sergio Urribarri, con el Banco Central, el Banco Nación y el Banco de Entre Ríos tienen “que generar calidad de promoción, de política para las pymes, para las empresas e incentivos. Pero en esto tiene que actuar el gobierno provincial y llevarlo adelante”, sugirió.
Desde los simbólico referenció que asumió la presidencia sin el debido consenso (llegó con el 22 por ciento de los votos porque le negaron la segunda vuelta electoral), pero más dramático aún fue su descripción de la disgregación social, el default que se había declarado de manera irresponsable (por muchos de los que hoy hablan y quieren dar cátedra de gobierno) y la necesidad de recuperar el salario de los trabajadores activos y pasivos.
“Cuando venía para Gualeguaychú, sobrevolé la obra de la autopista 14 y recordé dos cosas: los emprendimientos avícolas cerrados y la ruta de la muerte como se la conocía antes a este corredor. Hacer esta obra no fue fácil. En aquellos años, en esa Argentina de la imprevisión, vine a Entre Ríos y anuncié la obra y para poder empezarla tardamos un año y medio. ¿Y saben por qué? Porque no había proyectos. Todo el mundo reclamaba, con justicia, que había que hacer esta obra, pero nadie había hecho el proyecto para llevarla adelante. Es decir, teníamos el recurso pero faltaba el proyecto. Y ahora dentro de muy poco quedará terminada”, ilustró.
“Cuando me tocó asumir la presidencia, estábamos en una situación institucional verdaderamente límite. Teníamos un Banco Central con sus reservas vaciadas, se había tenido la irresponsabilidad de declarar el default, teníamos reclamos por todos lados. Un país desquiciado institucionalmente, con una dirigencia que había perdido su credibilidad. Teníamos millones de desocupados. Empresarios quebrados. Brazos caídos. Costaba creer en la posibilidad de un futuro distinto porque prácticamente estaban perdidas las esperanzas y las utopías. Y parecía que esta Argentina no tenía remedio”, describió sus primeros momentos al frente de la Casa Rosada.
“Mi primer día en Casa de Gobierno me tocó ver una Plaza de Mayo absolutamente llena. No venían a aplaudir y tampoco a quejarse y eso era lo más grave. Eran argentinos que estaban con los brazos caídos, argentinos que tenían sus ahorros en el corralito, argentinos que no tenían trabajo, argentinos que no podían jubilarse, que no podían mandar a sus pibes a estudiar. Empresarios quebrados. Esa era la fotografía de ese momento”, reiteró.
Luego, hizo un rápido repaso por las herramientas que permitieron trabajar en la reconstrucción institucional de Argentina. En ese marco, destacó el haber restituido la credibilidad en la Justicia con la reforma de la Corte Suprema, el avance en materia de Derechos Humanos a través de la Verdad, Memoria y Justicia que permitió terminar con las leyes de Indulto, Obediencia Debida y Punto Final.
El discurso frente al empresariado local se centró en cómo se resolvió la reactivación de la economía, qué herramientas permitieron tornarla competitiva, y valoró que se hubiera recuperado la capacidad de rentabilidad de los productos exportables argentinos.
“Al mismo tiempo teníamos que resolver estas cuestiones, combinando el recupero de la industria nacional con la conjunción de una síntesis superadora de nuestra capacidad exportable. Terminar con esa famosa contradicción entre industria y exportación. Y le dimos a la economía una dinámica de crecimiento importante”.
El corralito, que afectó a millones de argentinos, pero también la crítica porque el gobierno de la Alianza permitió y facilitó que los grandes capitales pudieran salir del país. En ese marco, dijo que no se puede “ser fuerte con los débiles y débiles con los poderosos”.
Criticó que se hubiera descontado el trece por ciento a los jubilados y los famosos pactos fiscales “que era para restarle coparticipación federal a las provincias y transferirla a la Nación para que los números cierren: y esos números eran destinados para pagar la deuda externa y continuar con un sistema de sometimiento interno, de desindustrialización del país”. Una vez que se logró consolidar el superávit fiscal y el comercial como un elemento central, se consolidó también un cambio competitivo que permitió equilibrar la balanza comercial con economías mucho más poderosas como la del Brasil.
“Llevamos ocho años de superávit fiscal y comercial. Eso es fundamental. Dijimos que teníamos que renegociar la deuda externa, y es verdad que gran parte de ella era ilegítima y que provenía de la dictadura militar, pero teníamos que asumir esa situación. Y dijimos que íbamos a salir por primera vez en la historia a renegociar esa deuda. Y logramos un ahorro del 70 por ciento. Por primera vez Argentina ganaba una batalla y hacía una quita de 70 mil millones de dólares, lo que nos permitió poner en movimiento la economía del país. Y dijimos que era fundamental terminar con las ataduras del Fondo Monetario Internacional. Llevamos ocho años de crecimiento sostenido y ellos todavía nos quieren dar lecciones”, indicó con más crítica que ironía. “Tengo, al igual que la Presidenta, la tranquilidad de conciencia que jamás salimos a pedir un peso prestado y recuperamos la capacidad política que el país necesitaba para incentivar el crecimiento de la economía nacional”, concluyó.
Siempre referenciando el contexto de debilidad como país que se tenía, también dedicó un capítulo al recupero de la moneda sacando de circulación al festival bonos que inundaba las provincias dejando desocupación e incertidumbre. Otra vez lo simbólico fue algo concreto: “Recuperamos la moneda nacional, porque un país sin moneda nacional no puede funcionar”, ilustró.
A la hora de las preguntas, el empresariado local planteó la necesidad de acompañar este proceso económico con una profunda reforma impositiva. Observación que adhirió y juzgó de clave para el futuro.
EL ARGENTINO realizó dos preguntas puntuales: la necesidad de profundizar la ley de medios a través de la democratización de la pauta publicitaria, dado que dar cuenta republicana de los actos de gobierno debe constituir un acto federal. Estuvo de acuerdo y reconoció que se está trabajando en un proyecto de ley al respecto. “Lo estamos haciendo con cuidado para que no salga ningún grupo concentrado a decir que queremos afectar. Entre todos tenemos que trabajar en una buena ley de distribución de la publicidad”.
El segundo planteo que formuló EL ARGENTINO fue la necesidad de contar con cajas de crédito locales, dado que Gualeguaychú es una localidad que exporta crédito cuando es evidente que lo necesita. Como respuesta reconoció que se deben instrumentar acciones que eviten la extracción del circulante y adelantó que el gobernador Sergio Urribarri, con el Banco Central, el Banco Nación y el Banco de Entre Ríos tienen “que generar calidad de promoción, de política para las pymes, para las empresas e incentivos. Pero en esto tiene que actuar el gobierno provincial y llevarlo adelante”, sugirió.
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