Opinión
Reforma tributaria
La gran deuda que tiene la corporación política con su pueblo es la de realizar una reforma tributaria, que le saque el pie del Estado de la cabeza del contribuyentes.
Las empresas y agentes individuales están esperando señales concretas de cambios fiscales para evaluar sus decisiones futuras de producción, inversión y consumo respectivamente.
Con una baja importante de los impuestos, podría aumentar la actividad económica, el empleo y el consumo, pero si esto no sucede en el corto plazo lo más probable es que sigamos con una economía que hace años que no tiene un crecimiento genuino, que permita en veinte o treinta años un país más justo y con mayores oportunidades para las nuevas generaciones.
Sin embargo, hay que destacar que, para bajar impuestos, primero tiene que haber una mayor disminución del gasto que permita bajar la presión tributaria disminuyendo el déficit fiscal, el gran problema de fondo que tiene este país, y una de las causas de las recurrentes crisis profundas que tuvo que atravesar a lo largo de las décadas. En tanto lo que deberíamos preguntarnos es cuánto deben bajar los impuestos, cuando comience a discutirse la reforma tributaria que propone el oficialismo a nivel nacional. La respuesta es contundente: la reforma tributaria deberá plantear un cronograma gradual de baja de impuestos año por año, hasta hacer converger la presión tributiaria a los niveles de la región.
Argentina tiene diez puntos porcentuales de exceso de presión tributaria que ahoga al sector privado desincentivando la inversión, la acumulación de capital y la consolidación de un modelo de país que saque de la pobreza al 29 por ciento de la población.
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