Ricardo Iglesias: “Estamos en los inicios de la industrialización de la Unidad Penal 9”
Ricardo Iglesias asumió hace un mes la jefatura de la Unidad Penal 9, “Granja Penal el Potrero”. Con solo 35 años y el paso por tres Unidades donde fue el responsable de implementar varios proyectos, se plantea un modelo inclusión posterior a partir de un abanico de propuestas laborales hacia el interno.
En un extenso diálogo con EL ARGENTINO el funcionario destacó el trabajo que cumple el personal a su cargo, informó sobre las nuevas tareas en la que están involucrados los internos y habló de la necesidad de autoabastecerse.
¿Es una vocación ser parte del Servicio Penitenciario?
En mi caso no, porque fue una necesidad laboral, pero creo al encontrar caminos y herramientas para desarrollarme profesionalmente, hallé elementos que me hacen sentir cómodo, con ganas de seguir creciendo y aportando a la especialidad. Creo que desde hace un tiempo me siento muy bien, y aquí reconozco en las satisfacciones un punto clave para entender y disfrutar mi trabajo.
¿Cómo fue su vida en el Servicio después del egreso?
Después de egresar estuve unos meses en la Dirección General, destinado en el Dirección Principal de Tratamiento, y luego fui trasladado a la Unidad Penal Nro. 4 de Concepción del Uruguay, donde intervine de casi todas las áreas hasta el 2008, cuando fui traslado a la Unidad Penal 2 de Gualeguaychú. Aquí también integré la división Tratamiento y la División Industrial…
¿Qué recuerdos le quedan de aquél paso por Gualeguaychú?
Aquí comenzamos a implementar la construcción de bancos para las escuelas o mobiliario escolar, un proyecto que la Unidad Penal 1 venía trabajando. Lo implementamos con el apoyo del Director, Santiago García. Recuerdo que nos llevó un tiempo porque tuvimos que reconocer a los internos acordes a la función y luego ejecutar la idea bajo la condición de prueba y error. Así fuimos corrigiendo aquellas cosas que no funcionaban y potenciando lo que servía. Teníamos un modelo que se fue modificando con el tiempo, hasta que empezaron a salir las primeras producciones de cien equipos bipersonales –incluye la mesa y dos sillas- en un lapso de tres meses. También le dimos un impulso a la panadería de Unidad y se creó el lavadero.
Después regresó a Concepción del Uruguay…
Sí. Por una cuestión familiar retorné a Concepción del Uruguay y allí estuve tres años cumpliendo la función de Jefe de Cuerpo hasta octubre del 2013. En esa fecha recibí otro traslado a la Unidad Penal de Concordia. Cumplí funciones administrativas hasta que surgió una vacante en la División Industrial, donde se buscaba implementar un taller similar de construcción de bancos escolares, algo que yo conocía después del paso por la Unidad Penal 2. Apliqué la experiencia de Gualeguaychú con el apoyo del que ahora es Jefe de Unidad local, Alejandro Mondragón. Me fui hace un mes dejando en marcha la producción de bancos escolares en todas sus etapas, la panadería a punto de inaugurarse y otras edificaciones cerca de ser concluidas…
Aquí sorprendió su llegada a la Unidad Penal 9. ¿También usted se vio sorprendido?
Si. Fue sorpresivo. Es más, creo que a los dos o tres días después de arribado me di cuenta que estaba en la Unidad Penal 9. Fue muy rápido pero también positivo, porque cuando uno tiene tiempo de analizar las cosas, empiezan los prejuicios o miedos a lo desconocido. No tuve tiempo de nada. Hoy estoy agradecido de estar aquí y seguro que con la ayuda del personal llevaremos adelante una buena gestión…
Usted es muy joven, al igual que Mondragón en la Unidad Penal 2. ¿Esto es casualidad o el Servicio Penitenciario está en un proceso de cambios en sus cuadros jerárquicos?
Mi promoción interrumpió un par de años en los que no hubo escuela o cursos de oficiales. Me da la sensación que quedó allí un paréntesis que hoy lo estamos cubriendo nosotros. También hay un recambio generacional. Hoy somos cuatro compañeros de promoción los que estamos a cargo de Direcciones en la provincia.
¿Cómo es el día de un interno dentro de esta unidad Penal?
Esta Unidad Penal no cuenta con celdas sino con habitaciones, con puertas placas y cielorrasos de machimbre, donde duermen dos o tres internos. Todas las habitaciones tienen habitáculos para la ropa y ventanas al exterior. El lugar de uso común es abierto y permanece así las 24 horas del día. Esto cambia la mirada del interno que está alojado. Reconocen la calidad de vida en comparación a otras unidades. A las 6 o 6,30 los internos se levantan solos y a las 7,15 –previo a un desayuno- la población inicia el día laboral. Al mediodía se interrumpen las tareas para el almuerzo, durante la tarde hay distintas actividades y el día se cierra con la cena y el descanso. Intentamos que entre las 23 y 23,30 la población ya esté descansando, teniendo en cuenta que al otro día las actividades comienzan temprano.
¿Cuáles son las tareas que cumplen?
El 90% de los internos tiene trabajo en tareas rurales o trabajos en talleres y mantenimiento que son supervisadas por maestros o responsables de áreas. Hoy están en funcionamiento las áreas de carpintería, herrería, tapicería, panadería, huertas y quinta y el sector de animales, donde se crían porcinos y ovinos.
¿Qué se hace con lo producido?
Creo importante aclarar que estamos en los inicios de la industrialización de la Unidad Penal 9. En ese marco, lo que se produce en la panadería es para consumo interno. La idea es vender al público abasteciendo, por ejemplo, a estancias de la zona. Nos faltan maquinarias para producir en forma industrial. La producción de carnes es para consumo propio, pero también estamos tramitando la posibilidad de habilitar, bajo todas las normas, un sector que nos permita faenar para comercializar, o bien cumplir este servicio a vecinos que tengan sus animales. Lo que siembra en la huerta es para consumo interno y venta a comercios de la ciudad. La herrería está haciendo –por ahora- trabajos para la unidad. Y la fabricación de mates es para un cliente de Gualeguay, que nos provee de unidades de vidrio, virolas y cuero. El interno lo que hace es armar el mate para la venta.
¿Cómo se los recompensa a los interno?
A través de un peculio estímulo. A los internos no se les paga un sueldo. El trabajo aquí se enmarca dentro de un programa de labor terapia. El objetivo es darle una tarea para que el interno aprenda un actividad que lo ayude el día que termine su condena.
Hay 59 internos… Eso marca un crecimiento en la cantidad en comparación a los últimos años.
Sí. Un crecimiento lógico, si se tiene en cuenta que la Unidad fue habilitada hace muy poco para su ocupación real. De todas formas, esto es un ida y vuelta. Hay periodos donde crece y otros donde decrece la población.
¿Cree usted que este modelo de cárcel será replicado en otros lugares?
Seguramente. La persona encerrada entre cuatro paredes es un ser inerte. En las unidades comunes lo vemos, cuando a los interno se los anima a cumplan con trabajos determinados. Cambia el trato y la relación es otra.
Se impuso metas… ¿cuál es el objetivo mayor a cumplir en esta Unidad?
Hay varios. Pero uno de los mayores sería poder producir y autoabastecernos, promocionando al interno, ayudándolo a purgar su error en un ámbito que lo incluya y le de otra oportunidad cuando retorne a la sociedad.
De la Redacción
Por Beltrán Heidenreich
¿Es una vocación ser parte del Servicio Penitenciario?
En mi caso no, porque fue una necesidad laboral, pero creo al encontrar caminos y herramientas para desarrollarme profesionalmente, hallé elementos que me hacen sentir cómodo, con ganas de seguir creciendo y aportando a la especialidad. Creo que desde hace un tiempo me siento muy bien, y aquí reconozco en las satisfacciones un punto clave para entender y disfrutar mi trabajo.
¿Cómo fue su vida en el Servicio después del egreso?
Después de egresar estuve unos meses en la Dirección General, destinado en el Dirección Principal de Tratamiento, y luego fui trasladado a la Unidad Penal Nro. 4 de Concepción del Uruguay, donde intervine de casi todas las áreas hasta el 2008, cuando fui traslado a la Unidad Penal 2 de Gualeguaychú. Aquí también integré la división Tratamiento y la División Industrial…
¿Qué recuerdos le quedan de aquél paso por Gualeguaychú?
Aquí comenzamos a implementar la construcción de bancos para las escuelas o mobiliario escolar, un proyecto que la Unidad Penal 1 venía trabajando. Lo implementamos con el apoyo del Director, Santiago García. Recuerdo que nos llevó un tiempo porque tuvimos que reconocer a los internos acordes a la función y luego ejecutar la idea bajo la condición de prueba y error. Así fuimos corrigiendo aquellas cosas que no funcionaban y potenciando lo que servía. Teníamos un modelo que se fue modificando con el tiempo, hasta que empezaron a salir las primeras producciones de cien equipos bipersonales –incluye la mesa y dos sillas- en un lapso de tres meses. También le dimos un impulso a la panadería de Unidad y se creó el lavadero.
Después regresó a Concepción del Uruguay…
Sí. Por una cuestión familiar retorné a Concepción del Uruguay y allí estuve tres años cumpliendo la función de Jefe de Cuerpo hasta octubre del 2013. En esa fecha recibí otro traslado a la Unidad Penal de Concordia. Cumplí funciones administrativas hasta que surgió una vacante en la División Industrial, donde se buscaba implementar un taller similar de construcción de bancos escolares, algo que yo conocía después del paso por la Unidad Penal 2. Apliqué la experiencia de Gualeguaychú con el apoyo del que ahora es Jefe de Unidad local, Alejandro Mondragón. Me fui hace un mes dejando en marcha la producción de bancos escolares en todas sus etapas, la panadería a punto de inaugurarse y otras edificaciones cerca de ser concluidas…
Aquí sorprendió su llegada a la Unidad Penal 9. ¿También usted se vio sorprendido?
Si. Fue sorpresivo. Es más, creo que a los dos o tres días después de arribado me di cuenta que estaba en la Unidad Penal 9. Fue muy rápido pero también positivo, porque cuando uno tiene tiempo de analizar las cosas, empiezan los prejuicios o miedos a lo desconocido. No tuve tiempo de nada. Hoy estoy agradecido de estar aquí y seguro que con la ayuda del personal llevaremos adelante una buena gestión…
Usted es muy joven, al igual que Mondragón en la Unidad Penal 2. ¿Esto es casualidad o el Servicio Penitenciario está en un proceso de cambios en sus cuadros jerárquicos?
Mi promoción interrumpió un par de años en los que no hubo escuela o cursos de oficiales. Me da la sensación que quedó allí un paréntesis que hoy lo estamos cubriendo nosotros. También hay un recambio generacional. Hoy somos cuatro compañeros de promoción los que estamos a cargo de Direcciones en la provincia.
¿Cómo es el día de un interno dentro de esta unidad Penal?
Esta Unidad Penal no cuenta con celdas sino con habitaciones, con puertas placas y cielorrasos de machimbre, donde duermen dos o tres internos. Todas las habitaciones tienen habitáculos para la ropa y ventanas al exterior. El lugar de uso común es abierto y permanece así las 24 horas del día. Esto cambia la mirada del interno que está alojado. Reconocen la calidad de vida en comparación a otras unidades. A las 6 o 6,30 los internos se levantan solos y a las 7,15 –previo a un desayuno- la población inicia el día laboral. Al mediodía se interrumpen las tareas para el almuerzo, durante la tarde hay distintas actividades y el día se cierra con la cena y el descanso. Intentamos que entre las 23 y 23,30 la población ya esté descansando, teniendo en cuenta que al otro día las actividades comienzan temprano.
¿Cuáles son las tareas que cumplen?
El 90% de los internos tiene trabajo en tareas rurales o trabajos en talleres y mantenimiento que son supervisadas por maestros o responsables de áreas. Hoy están en funcionamiento las áreas de carpintería, herrería, tapicería, panadería, huertas y quinta y el sector de animales, donde se crían porcinos y ovinos.
¿Qué se hace con lo producido?
Creo importante aclarar que estamos en los inicios de la industrialización de la Unidad Penal 9. En ese marco, lo que se produce en la panadería es para consumo interno. La idea es vender al público abasteciendo, por ejemplo, a estancias de la zona. Nos faltan maquinarias para producir en forma industrial. La producción de carnes es para consumo propio, pero también estamos tramitando la posibilidad de habilitar, bajo todas las normas, un sector que nos permita faenar para comercializar, o bien cumplir este servicio a vecinos que tengan sus animales. Lo que siembra en la huerta es para consumo interno y venta a comercios de la ciudad. La herrería está haciendo –por ahora- trabajos para la unidad. Y la fabricación de mates es para un cliente de Gualeguay, que nos provee de unidades de vidrio, virolas y cuero. El interno lo que hace es armar el mate para la venta.
¿Cómo se los recompensa a los interno?
A través de un peculio estímulo. A los internos no se les paga un sueldo. El trabajo aquí se enmarca dentro de un programa de labor terapia. El objetivo es darle una tarea para que el interno aprenda un actividad que lo ayude el día que termine su condena.
Hay 59 internos… Eso marca un crecimiento en la cantidad en comparación a los últimos años.
Sí. Un crecimiento lógico, si se tiene en cuenta que la Unidad fue habilitada hace muy poco para su ocupación real. De todas formas, esto es un ida y vuelta. Hay periodos donde crece y otros donde decrece la población.
¿Cree usted que este modelo de cárcel será replicado en otros lugares?
Seguramente. La persona encerrada entre cuatro paredes es un ser inerte. En las unidades comunes lo vemos, cuando a los interno se los anima a cumplan con trabajos determinados. Cambia el trato y la relación es otra.
Se impuso metas… ¿cuál es el objetivo mayor a cumplir en esta Unidad?
Hay varios. Pero uno de los mayores sería poder producir y autoabastecernos, promocionando al interno, ayudándolo a purgar su error en un ámbito que lo incluya y le de otra oportunidad cuando retorne a la sociedad.
De la Redacción
Por Beltrán Heidenreich
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