Vecinos del nuevo asentamiento del B° La Cuchilla piden soluciones habitacionales
En marzo del 2014 se instaló el primer rancho en un terreno supuestamente fiscal de calle Jaime de Nevares y Clavarino. Un año después ya hay veinte casillas construidas allí. El municipio ya tomó contacto con las familias para buscar una solución. Casi todos los integrantes del asentamiento son jóvenes parejas nativas del barrio La Cuchilla.
Ya pasó un año en la que la primer familia instaló su rancho en un terreno fiscal de calle Jaime de Nevares y Clavarino. Un año después ya son veinte los ranchos de madera costanera y chapas que se instalaron en ese terreno, en donde se estiman viven más de 60 personas entre niños y adultos.
Hace un mes se instalaron las tres últimas familias, que poco a poco están terminando su rancho y si el asentamiento no crece más es porque ya no hay más lotes para ocupar.
“Ya no se van a instalar más familias porque no hay más lugar en este terreno”, explicó Ana Pérez, madre de un pequeño hijo que vive en el asentamiento tras no tener más lugar en la casa de sus padres para poder criar a su hijo.
La mayoría de las familias son parejas jóvenes, que no cuentan con un trabajo estable que les permita acceder al crédito o a los planes de viviendas del IAPV.
Las jóvenes parejas, son conscientes de que su accionar está dentro de la ilegalidad, por haber usurpado un terreno supuestamente fiscal, estar enganchado a la luz y al haber realizado conexiones clandestinas a las cloacas. No obstante consideran que es la única solución que tienen al alcance de la mano para resolver por el momento sus problemas habitacionales.
Algunos pareciera que llegaron para quedarse por mucho tiempo, hay jóvenes que trabajan como peones de albañil y en sus tiempos libres se dedican a mejorar su rancho, le construyen piso de cemento e intentan reforzar con alguna pared las tablas de madera.
Se acerca el invierno y para algunas familias será la primer temporada de lluvia y frío que deberán soportar, dado que algunos ingresaron en la última primavera, es por eso que reclaman una solución a sus problemas.
El municipio a través de la Dirección de Viviendas y la Secretaría de Desarrollo Social, generó un espacio de diálogo para intentar buscar soluciones y desalentar a los vecinos que no utilicen esa práctica de usurpar un terreno para tener una vivienda.
En julio del año pasado, sucedió lo mismo con unas veinte familias de La Cuchilla quienes decidieron usurpar un terreno privado de calle Salaberry y San José. Muchos de ellos alquilaban una vivienda, pero por el aumento del costo de vida y del alquiler, tuvieron que desalojarla, y encontraron como única alternativa usurpar.
En esa oportunidad el municipio actúo rápido y denunció el hecho ante el Ministerio Público Fiscal, luego las autoridades municipales y las familias se reunieron en Desarrollo Social para explorar una solución al reclamo de viviendas y finalmente los usurpadores, levantaron sus ranchos y dejaron el terreno en condiciones.
Luego el municipio compró lotes en las inmediaciones de Salaberry y San José, mediante el fondo especial creado para compras de terreno con destino a programas de viviendas sociales, con el objetivo de resolver la necesidad habitacional del registro de demandantes de la Dirección de Vivienda Municipal.
En cambio en el asentamiento de calle De Nevares y Clavarino, no se actuó enérgicamente. En noviembre del año pasado, cuando se estaban demoliendo los ranchos de bulevar Montana y 1° de Mayo, para trasladar a las familias la barrio de “La Toto” en Costa Uruguay Sur” y a otros conglomerado ubicados en bulevar de María, “una máquina del municipio llegó a voltear un rancho que se estaba armando, pero a los demás no los tocaron”, explicaron los vecinos del nuevo asentamiento a EL ARGENTINO.
Las condiciones sanitarias en el lugar, son precarias, desde el suministro eléctrico, que no reúne ninguna medida de seguridad, a simple vista se puede ver cómo el sistema de cloacas ya no da abasto en el barrio. Cada vez que llueve los detritos rebalsan por una boca de registro de una cloaca sobre Jaime De Nevares.
Los niños del asentamiento van a la escuela y se alimentan en los comedores escolares. Durante los fines de semana realizan actividades deportivas y toman la merienda en el salón comunitario de la Asociación Civil La Cuchimarra, ubicado a unos 50 metros del asentamiento. A su vez, encuentran atención médica en el Centro de Salud del barrio La Cuchilla.
Sin embargo, la noticia de un nuevo asentamiento, genera una rara sensación entre el vecindario y la misma ciudad, en la que a partir del 2009 se dio inicio a un inédito programa habitacional a través de la Dirección de Programas Especiales, cuyo titular es Daniel Irigoyen, área dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, junto al la Dirección de Vivienda de la Municipalidad, intentan buscar soluciones a este problema.
El año pasado se lograron relocalizar a unas 90 familias del asentamiento de Montana y 1 de Mayo, a sus viviendas definitivas que a su vez cuentan con una superficie de 2500 m2 de terreno para el desarrollo de unidades productivas, como es el caso del barrio de “La Toto”, que tiene el permanente asesoramiento del INTA. A su vez varios jefes de familia encontraron trabajo en el Ecoparque en Costa Uruguay Sur, al formar parte de las cooperativas de recicladores.
Este año se intentarán terminar con más viviendas, para relocalizar el otro gran asentamiento que tiene la ciudad en otro terreno usurpado de Calle de Las Tropas y Ayacucho, en la cual hay unas 80 familias viviendo allí desde el 2009.
Sin embargo la misma postal parece volver a repetirse una y otra vez. Jóvenes que son expulsados de sus hogares paternales por vivir en condiciones de hacinamiento, que al no poder conseguirse una vivienda, intentan por todos los medios de asegurarse un terreno a la espera de una solución habitacional que tardará en llegar.
Hace un mes se instalaron las tres últimas familias, que poco a poco están terminando su rancho y si el asentamiento no crece más es porque ya no hay más lotes para ocupar.
“Ya no se van a instalar más familias porque no hay más lugar en este terreno”, explicó Ana Pérez, madre de un pequeño hijo que vive en el asentamiento tras no tener más lugar en la casa de sus padres para poder criar a su hijo.
La mayoría de las familias son parejas jóvenes, que no cuentan con un trabajo estable que les permita acceder al crédito o a los planes de viviendas del IAPV.
Las jóvenes parejas, son conscientes de que su accionar está dentro de la ilegalidad, por haber usurpado un terreno supuestamente fiscal, estar enganchado a la luz y al haber realizado conexiones clandestinas a las cloacas. No obstante consideran que es la única solución que tienen al alcance de la mano para resolver por el momento sus problemas habitacionales.
Algunos pareciera que llegaron para quedarse por mucho tiempo, hay jóvenes que trabajan como peones de albañil y en sus tiempos libres se dedican a mejorar su rancho, le construyen piso de cemento e intentan reforzar con alguna pared las tablas de madera.
Se acerca el invierno y para algunas familias será la primer temporada de lluvia y frío que deberán soportar, dado que algunos ingresaron en la última primavera, es por eso que reclaman una solución a sus problemas.
El municipio a través de la Dirección de Viviendas y la Secretaría de Desarrollo Social, generó un espacio de diálogo para intentar buscar soluciones y desalentar a los vecinos que no utilicen esa práctica de usurpar un terreno para tener una vivienda.
En julio del año pasado, sucedió lo mismo con unas veinte familias de La Cuchilla quienes decidieron usurpar un terreno privado de calle Salaberry y San José. Muchos de ellos alquilaban una vivienda, pero por el aumento del costo de vida y del alquiler, tuvieron que desalojarla, y encontraron como única alternativa usurpar.
En esa oportunidad el municipio actúo rápido y denunció el hecho ante el Ministerio Público Fiscal, luego las autoridades municipales y las familias se reunieron en Desarrollo Social para explorar una solución al reclamo de viviendas y finalmente los usurpadores, levantaron sus ranchos y dejaron el terreno en condiciones.
Luego el municipio compró lotes en las inmediaciones de Salaberry y San José, mediante el fondo especial creado para compras de terreno con destino a programas de viviendas sociales, con el objetivo de resolver la necesidad habitacional del registro de demandantes de la Dirección de Vivienda Municipal.
En cambio en el asentamiento de calle De Nevares y Clavarino, no se actuó enérgicamente. En noviembre del año pasado, cuando se estaban demoliendo los ranchos de bulevar Montana y 1° de Mayo, para trasladar a las familias la barrio de “La Toto” en Costa Uruguay Sur” y a otros conglomerado ubicados en bulevar de María, “una máquina del municipio llegó a voltear un rancho que se estaba armando, pero a los demás no los tocaron”, explicaron los vecinos del nuevo asentamiento a EL ARGENTINO.
Las condiciones sanitarias en el lugar, son precarias, desde el suministro eléctrico, que no reúne ninguna medida de seguridad, a simple vista se puede ver cómo el sistema de cloacas ya no da abasto en el barrio. Cada vez que llueve los detritos rebalsan por una boca de registro de una cloaca sobre Jaime De Nevares.
Los niños del asentamiento van a la escuela y se alimentan en los comedores escolares. Durante los fines de semana realizan actividades deportivas y toman la merienda en el salón comunitario de la Asociación Civil La Cuchimarra, ubicado a unos 50 metros del asentamiento. A su vez, encuentran atención médica en el Centro de Salud del barrio La Cuchilla.
Sin embargo, la noticia de un nuevo asentamiento, genera una rara sensación entre el vecindario y la misma ciudad, en la que a partir del 2009 se dio inicio a un inédito programa habitacional a través de la Dirección de Programas Especiales, cuyo titular es Daniel Irigoyen, área dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, junto al la Dirección de Vivienda de la Municipalidad, intentan buscar soluciones a este problema.
El año pasado se lograron relocalizar a unas 90 familias del asentamiento de Montana y 1 de Mayo, a sus viviendas definitivas que a su vez cuentan con una superficie de 2500 m2 de terreno para el desarrollo de unidades productivas, como es el caso del barrio de “La Toto”, que tiene el permanente asesoramiento del INTA. A su vez varios jefes de familia encontraron trabajo en el Ecoparque en Costa Uruguay Sur, al formar parte de las cooperativas de recicladores.
Este año se intentarán terminar con más viviendas, para relocalizar el otro gran asentamiento que tiene la ciudad en otro terreno usurpado de Calle de Las Tropas y Ayacucho, en la cual hay unas 80 familias viviendo allí desde el 2009.
Sin embargo la misma postal parece volver a repetirse una y otra vez. Jóvenes que son expulsados de sus hogares paternales por vivir en condiciones de hacinamiento, que al no poder conseguirse una vivienda, intentan por todos los medios de asegurarse un terreno a la espera de una solución habitacional que tardará en llegar.
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