Sesenta veces siete
Jorge Pedro Jurado
(Colaboración)
Desde que Dios creó el mundo en siete días, este número estuvo, está y estará unido a nuestras vidas y presente en innumerables situaciones que nos hace concluir que es un número mágico. Se dice que hay principios universales indisolublemente ligados a ciertos números que son avalados por todas las religiones y civilizaciones y entre los más importantes vemos que se encuentra el número siete.
Se afirma sin precisión que el posible año de nacimiento de Jesús habría sido en el año 7 a. c. aunque podría haber sido unos después, por lo que si creemos que fue en el año siete encontraremos en esta nota un halo de misterio pero también de fe, religiosidad, de misterio y porque no de asombro.
No es coincidencia queridos lectores que sean siete los días que tiene la semana en nuestro calendario, ni tampoco que los antiguos identificaran en el cielo a los siete planetas mayores que influyen sobre la Tierra. Pero antes, mucho antes, allá en los principios de la humanidad, es que apareció el número siete ya que en el Génesis se dice que Dios dirigiéndose a Noé después del diluvio le dijo que formaría “…un arco que sería la señal del pacto de paz entre El y la tierra y era el maravilloso arco iris, con sus siete colores”.
Sin comprender este misterio ni el significado trascendental de este extraño número advertimos que los hebreos poseen desde tiempos idos siete velas en sus candelabros y si queremos acercarnos a la absoluta pureza de nuestro Señor recordemos su admonición: "Perdonarás a tu hermano setenta veces siete" y las siete conmovedoras palabras que dijo Jesús en la cruz antes de morir: "Padre, perdónalos, no saben lo que hacen...". El número siete está asociado a múltiples mensajes en la Biblia. Por ejemplo podemos encontrarlo también en el episodio del leproso, donde se dice que el profeta de Dios le dijo que se sumergiera siete veces en las aguas del Jordán, de este modo pudo sanar de su enfermedad y que en el Apocalipsis el mensaje de Dios fue dirigido expresamente a siete iglesias.
Este número también aparece vinculado a nuestra minúscula condición humana ya que recién a las siete horas de nacido se sabe si el niño vivirá y a los siete días se le cae indefectiblemente el cordón umbilical. En general se afirma que los matrimonios entran a veces en crisis a los siete años de casados, llamado esto la comezón del séptimo año y las abuelas y nuestras madres aseguraban antes y ahora también lo dicen que con o sin remedios la gripe se cura en siete días.
En el organismo existen siete plexos vitales que son los chakras, que deben cultivarse buscando la perfección espiritual, ya que hay siete virtudes (la prudencia, justicia, fortaleza, templanza, fe, esperanza y la caridad) contra las cuales se enfrentan los siete pecados capitales (la soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y la pereza). El número siete inexplicablemente sigue apareciendo en la mayoría de las situaciones de la vida. Impresionante.
También el siete aparece milagrosamente en la matemática y en los viajes que modificaron la historia del mundo. Cristóbal Colón, descubrió América en 1492 y vemos que si sumamos el 1+4+9+2 da 16 y 1+6 = 7. Y siglos después habiendo llegado el hombre a la Luna en 1969 si volvemos a sumar individualmente sus componentes, 1+9+6+9 = 25; reducido 2+5 nos da otra vez el mágico número siete. Asimismo el 7 de enero es el séptimo día del año restando entonces 358 días y si sumamos 3+5+8= 16 por lo que 1+6=7. Yo por lo menos no salgo de mi asombro y supongo que también nuestros lectores de El Censor.
Para los que nos gusta jugar a los dados sabemos que la suma de las caras opuestas en el dado de seis caras, suman siete. Increible pero es así.
Sietes y más sietes se nos aparecen mágica o premonitoriamente y los fanáticos de los números se enloquecerán cuando les diga que escribiendo el ordinal de siete, o sea la palabra séptimo, verán que lleva exactamente siete letras diversas del alfabeto.
Como afirmamos al comienzo de la nota los antiguos astrónomos observaron siete cuerpos celestes: El Sol y la Luna y los cinco que eran los planetas que podían verse a simple vista y eran Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Hoy esta rara coincidencia ya no es válida porque se han descubierto otros nuevos planetas, sin embargo estos siete astros bautizados en honor a dioses romanos les dieron sus nombres a los días de la semana que son también siete: lunes (Luna), martes (Marte), miércoles (Mercurio), jueves (Júpiter) y viernes (Venus). En español, el nombre «sábado» procede del nombre la fiesta hebrea «Sabbat» y «domingo» de la palabra latina «Dominus» 'el Señor' (dominicus dies], día del Señor). No obstante, en idiomas como por ejemplo el inglés, se mantienen los nombres de estos dos días conforme los planetas: Saturday de Saturn (Saturno) y Sunday de «Sun» 'el Sol'.
Si seguimos investigando nos podemos enloquecer con este número mágico ya que son siete los orificios de la cabeza humana (seguro que la mayoría de los lectores en este instante estará contándolos y confirmará que efectivamente son siete) y siete también son las notas de la escala musical. Insistimos, increíble pero real.
Ni que hablar de los mares, ya que se usa el número siete en la expresión utilizada al hablar en general de todos los mares y que decir de los sacramentos de la religión católica, son exactamente siete: bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, extrema unción, matrimonio y orden sagrado.
Y si hablamos de las Maravillas del mundo antiguo también son sorpresivamente siete: La Pirámide de Guiza, los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de Artemisa, la Estatua de Zeus, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría.
Pero el mundo moderno no se quedó ni adelante ni atrás y consideró que también las actuales maravillas son exactamente siete: la pirámide de Chichén Itzá, el Coliseo Romano, el Cristo Redentor, la Muralla China, el Machu Picchu, las construcciones de Petra en Jordania y el increíble monumento al amor llamado Taj Mahal, en la India.
Pero el número siete nos sigue sorprendiendo ya que no hace mucho se declararon las Maravillas Naturales del mundo y efectivamente no resultaron ni seis ni ocho, sino siete: las Cataratas del Iguazú, la selva del Amazonas, la Isla Jeju en Corea del Sur, el Parque Nacional de Komodo en Indonesia, el río subterráneo de Puerto Princesa en Filipinas y la Bahía de Ha-Long en Vietnam.
Hans Cristian Andersen no quizo ser menos y escribió Blancanieves y la acompañó con siete pequeños enanitos, los samuráis de la famosa película de Akiro Kurosawa fueron siete, los locos de nuestro poeta Roberto Arlt fueron también siete, los años en el Tibet donde el famoso alpinista austríaco aprendió las lecciones del Dalai Lama fueron increíblemente siete, “ Siete novias para siete hermanos” fue una hermosa película que vimos hace añares y hoy es una serie muy vista en la televisión americana, el séptimo hijo en nuestro país o la séptima hija mujer de una prole del mismo sexo por ley tiene garantizado el padrinazgo presidencial. Esta ley tiene sus raíces en la gran inmigración rusa que llegó a nuestro país con la creencia de que el séptimo hijo varón es el hombre lobo y la séptima hija mujer, la bruja. A esta altura de la nota sigo sorprendiéndome con este número y espero que ustedes también estimados lectores. Quien esto escribe no sale de su asombro.
Los dones del Espíritu Santo del catolicismo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios son exactamente siete, las partidas de Alfonso X el Sabio eran siete, los arcángeles también eran sorpresivamente siete: Gabriel, Miguel, Haniel, Rafael, Camael, Zadquiel y Zafiel, las bellas artes: arquitectura, danza, escultura, música, pintura, literatura y cinematografía son queridos lectores también siete, y para los amantes de la serie “The Game of Thrones” debo recordarles, aunque ya lo saben, que hay siete reinos.
En la Divina Comedia del Dante hay siete infiernos y parece increíble que siete sea el número de la perfección generalmente con un énfasis espiritual porque hay siete nombres de Dios en el Antiguo Testamento: Moisés, David, Samuel, Semaías, Eliseo, Elías e Igdalías.
También casi todos los mamíferos tienen siete vértebras cervicales y son siete los grupos de virus según la literatura médica de David Baltimore, biólogo ganador del Premio Nobel quien diseñó el sistema de clasificación que lleva su nombre y hablando de virus también son siete los virus informáticos más dañinos de la historia hasta hoy conocidos y para nuestros lectores adolescentes que asisten al colegio debemos recordarles que en siete provincias argentinas en el nivel secundario se debe aprobar nada menos que con un siete. Mas sorprendido estoy que al comienzo de la nota y asumo ustedes también.
Los machos y las hembras de cada especie que Noé debía colocar en su arca eran siete. El número siete tiene un significado mágico en todas partes ya que los japoneses descubrieron los siete dioses de la felicidad y la histórica y bella Roma se yergue sobre siete colinas.
El novelista Ian Fleming llamó a James Bond como Agente 007. Cuando pedimos una bebida gaseosa preferimos – por lo menos yo - una 7-up y el orden de los elementos químicos de la Tabla Periódica de Mendeleiev está ordenada en siete filas horizontales llamadas períodos.
En España es habitual escuchar en el pronóstico del tiempo el comportamiento que tendrán los siete vientos: el cierzo, el levante, el tramontana, el ábrego, el galerna, el poniente y el terral y saben estimados lectores que una de nuestras queridas mascotas, los gatos poseen, según dicen, siete vidas.
Dicen los libros qué según la tradición japonesa siete días dura el estado intermedio entre la vida y la muerte y el ser humano posee siete sentidos ya que más allá de los cinco sentidos que todos conocemos (visión, audición, tacto, olfato y gusto), ya que existen tres sistemas sensoriales más y ellos son: el vestibular, el sistema propioceptivo y el interoceptivo. Para no ser diferente, los cuatro períodos del ciclo lunar duran increíblemente de siete días.
En la Grecia antigua hubieron siete sabios Bías de Priene, Cleóbulo de Lindos, Periandro de Corinto, Pitaco de Mitilene, Quilón de Esparta, Solón de Atenas y Tales de Mileto. Mientras que las tablas asirias están llenas de grupos de siete, ya que siete eran los dioses del cielo y siete los dioses de la tierra y para los caldeos, el número siete era considerado el número sagrado.
Desde la antigüedad, este dígito encerró un halo de misterio. Para Pitágoras era el número perfecto, el Dante lo usó en sus obras y la Biblia lo menciona con frecuencia. ¿Qué extraño secreto ocultará este número?.
Queridos lectores, está en todos nosotros develar el fabuloso misterio del número siete, por eso los invito a pensar y a encontrarnos nada menos que en siete días, si Dios así lo desea.
(*) El autor de este artículo es abogado, periodista, escritor de varios libros: “Poesías desde el alma”, “Don Pedro”, “Mi río, mis poesías, mis recuerdos”. También conductor del programa de radio “Tres por Semana “en la FM 91.3 de la Ciudad de Buenos Aires, columnista en LT 41 y director de El Censor Online, periódico que se publica todos los domingos en el grupo de Facebook denominado “ El Censor Online”.