Vamos todos a Luján
Por Monseñor Jorge Eduardo Lozano (*)
Este domingo cientos de miles están peregrinando al Santuario de Luján, la mayoría de ellos son jóvenes. De distintos barrios de la ciudad de Buenos Aires, del Gran Buenos Aires, y de diversas provincias del país, han respondido a la convocatoria. Han sentido que la misma Virgen María los invita a ir a su casa.
La cita para la salida fue en San Cayetano o en otros puntos de referencia. Y los jóvenes dijeron ¡presente! ¡Aquí estamos! Caminar junto a María, con la confianza de que ella es madre amorosa y tierna.
La experiencia del camino es muy antigua en la humanidad. La imagen es varias veces usada en la Biblia. Jesús mismo nos enseña que Él se hace camino para llegar al Padre.
El lema de este año es “Madre, cuidá la fe de tu pueblo que camina”. Más que un lema es una oración, un pedido a la Virgen para que cuide, proteja la fe. La fe es un regalo de Dios. Y como todo regalo importante debemos cuidarlo, protegerlo.
¿De qué cuidar la fe? De la rutina, la comodidad. De acomodarla “a mi manera”. De que sea un simple sentimiento intimista sin relación con los demás ni con Dios. Ante el riesgo del egoísmo nos abre a caminar con otros hermanos. Ante la tentación de hacer la fe “a mi medida”, nos abre a la Palabra de Jesús que nos ilumina.
La Virgen María en los Evangelios nos muestra su cuidado. En la fiesta de casamiento de Caná le dice a los servidores: “hagan todo lo que Jesús les diga”. Ella al pie de la cruz nos recibe a todos como hijos. Acompañó también en oración a los discípulos esperando el Espíritu Santo. También hoy le pedimos a María que nos cuide en la fe.
Una parte del lema mira a María, y la otra al “pueblo que camina”. Somos un pueblo en marcha, y Jesús sale a nuestro encuentro. Quisiera evocar dos pasajes del evangelio que nos muestran esto.
Uno, el del Buen Samaritano. Un hombre estaba lastimado y medio muerto al costado del camino. Unos Algunos lo vieron y siguieron de largo (un sacerdote y un levita). Pero el Samaritano vio que no tenía que hacerse el desentendido, se conmovió y se agachó, curó, vendó, trató con cuidado al hermano lastimado. Es un modo de andar el camino sin egoísmos o encerrados en el propio mundo.
El otro pasaje evangélico nos muestra a Jesús que sale al encuentro de los discípulos que se volvían tristes a Emaús. El Señor escucha, recibe, comprende, acompaña y enseña. A aquellos que hacían camino masticando tristeza y decepción, el Maestro les acerca las Escrituras. ¡Cuántas veces pensamos que andamos solos! Y sin embargo, Jesús siempre camina al lado nuestro.
En el camino de la vida nos encontramos con otros hermanos que comparten la misma fe, y nos alentamos mutuamente. Pero también andamos con quienes son de otra religión o no creen en Dios. Con ellos compartimos anhelos, esperanzas, sufrimientos... Miremos cómo ser serviciales, compañeros nobles y generosos.
La Virgen María en Luján reúne a sus hijos. Los peregrinos llevan no solo sus intenciones personales, sino también las de sus comunidades y del mundo entero. Sabemos que ellos rezan por vos, que estás leyendo estas líneas, por los que sufren, por los pobres. Unamos también nuestra oración por ellos.
Mañana, 7 de Octubre es la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, Patrona de varias Diócesis del país, y también de la nuestra. A ella confiemos nuestras intenciones y digámosle “María, cuidá la fe de tu pueblo que camina”.
(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
La cita para la salida fue en San Cayetano o en otros puntos de referencia. Y los jóvenes dijeron ¡presente! ¡Aquí estamos! Caminar junto a María, con la confianza de que ella es madre amorosa y tierna.
La experiencia del camino es muy antigua en la humanidad. La imagen es varias veces usada en la Biblia. Jesús mismo nos enseña que Él se hace camino para llegar al Padre.
El lema de este año es “Madre, cuidá la fe de tu pueblo que camina”. Más que un lema es una oración, un pedido a la Virgen para que cuide, proteja la fe. La fe es un regalo de Dios. Y como todo regalo importante debemos cuidarlo, protegerlo.
¿De qué cuidar la fe? De la rutina, la comodidad. De acomodarla “a mi manera”. De que sea un simple sentimiento intimista sin relación con los demás ni con Dios. Ante el riesgo del egoísmo nos abre a caminar con otros hermanos. Ante la tentación de hacer la fe “a mi medida”, nos abre a la Palabra de Jesús que nos ilumina.
La Virgen María en los Evangelios nos muestra su cuidado. En la fiesta de casamiento de Caná le dice a los servidores: “hagan todo lo que Jesús les diga”. Ella al pie de la cruz nos recibe a todos como hijos. Acompañó también en oración a los discípulos esperando el Espíritu Santo. También hoy le pedimos a María que nos cuide en la fe.
Una parte del lema mira a María, y la otra al “pueblo que camina”. Somos un pueblo en marcha, y Jesús sale a nuestro encuentro. Quisiera evocar dos pasajes del evangelio que nos muestran esto.
Uno, el del Buen Samaritano. Un hombre estaba lastimado y medio muerto al costado del camino. Unos Algunos lo vieron y siguieron de largo (un sacerdote y un levita). Pero el Samaritano vio que no tenía que hacerse el desentendido, se conmovió y se agachó, curó, vendó, trató con cuidado al hermano lastimado. Es un modo de andar el camino sin egoísmos o encerrados en el propio mundo.
El otro pasaje evangélico nos muestra a Jesús que sale al encuentro de los discípulos que se volvían tristes a Emaús. El Señor escucha, recibe, comprende, acompaña y enseña. A aquellos que hacían camino masticando tristeza y decepción, el Maestro les acerca las Escrituras. ¡Cuántas veces pensamos que andamos solos! Y sin embargo, Jesús siempre camina al lado nuestro.
En el camino de la vida nos encontramos con otros hermanos que comparten la misma fe, y nos alentamos mutuamente. Pero también andamos con quienes son de otra religión o no creen en Dios. Con ellos compartimos anhelos, esperanzas, sufrimientos... Miremos cómo ser serviciales, compañeros nobles y generosos.
La Virgen María en Luján reúne a sus hijos. Los peregrinos llevan no solo sus intenciones personales, sino también las de sus comunidades y del mundo entero. Sabemos que ellos rezan por vos, que estás leyendo estas líneas, por los que sufren, por los pobres. Unamos también nuestra oración por ellos.
Mañana, 7 de Octubre es la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, Patrona de varias Diócesis del país, y también de la nuestra. A ella confiemos nuestras intenciones y digámosle “María, cuidá la fe de tu pueblo que camina”.
(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
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