Gracias a la vida
Por Daniel Serorena (dserorena@diarioelargentino.com.ar) - En Twitter: @dserorena
Se me hace muy difícil empezar a escribir este último Diario de Viaje, luego de haber vivido con intensidad este Preolímpico, donde la Generación Dorada consiguió sellar el pasaje a Londres para buscar la tercer medalla olímpica consecutiva.
Lo primero que se me viene a la mente es dar gracias a la vida y a esta hermosa profesión, que me coloca en un sitial privilegiado, reflejando en palabras todo lo que significa esta gloriosa Generación Dorada y disfrutando de cada partido con la misma pasión de todos los argentinos.
También tengo que agradecer a todos quienes hicieron posible este trabajo periodístico. A la Municipalidad de Gualeguaychú, a la Municipalidad de Larroque, a la familia Tinti y a Roberto y Mauricio Jurado, amigos incondicionales con los que puedo contar no solamente para cuestiones de trabajo.
También quiero agradecer enormemente a mis compañeros de ruta, Emiliano, Checho y Guillermo, tipos apasionados, buena gente y sensacionales coequipers para cualquier otro torneo venidero, con quienes seguramente no me alcanzaría un diario entero para contar anécdotas e historias.
Naturalmente, debo agradecer a la gerencia y a todos mis compañeros del Diario EL ARGENTINO, que si bien tuvieron “vacaciones” de mi voz, trabajaron conmigo a la distancia y me hicieron sentir acompañado en cada nota. Lo mismo para mis compañeros de Radio Máxima, con quienes mantuve diálogo fluido y salidas al aire que de a ratos fueron desopilantes.
No puedo olvidarme de todos quienes leyeron cada envío, ya sea en el papel o por Internet. A todos quienes me hicieron llegar su mensaje a través de las redes sociales, muchos de los cuales no tengo el placer de conocer personalmente pero los considero parte indispensable de este trabajo, que si no tuviera un ida y vuelta con la gente sería absolutamente en vano.
Muy especialmente y desde lo más profundo de mi corazón, quiero agradecer a mi familia. A Lorena, por el aguante diario, el amor incondicional y por valorar la importancia de mi trabajo pese a estar ausencias prolongadas. A Mateo, Felipe y Paula, por conseguir sin darse cuenta que los extrañe cada día un poco más y no vea la hora de llegar, abrazarlos y volver a ser Papá, el que está todos los días. A mi vieja, hincha número uno y experta consejera de la vida. A mi hermano, por la cámara prestada, los consejos dados y la picardía de todos los días. Vuelvo a pedir un guiño a quienes siguen esta columna para dedicarle todo este laburo la memoria de mi viejo, el Gordo Serorena, que me inculcó esta pasión por el básquet y por el periodismo que me hacen ser un tipo feliz de hacer lo que siente y que me enseñó a respetar para ser respetado.
Y por último, muy especialmente y con enorme respeto a admiración, quiero agradecer a Manu, Chapu, Luifa, Lancha, Fabricio, Pepe, Pablo, Pipa, Yacaré, Paolo, Martín, Pancho, Leo y Julio. A la Generación Dorada, el mejor equipo de la historia del deporte argentino, solamente por hacerme emocionar cada vez que los veo dentro de una cancha de básquet.
Si con todo esto no logro ser un agradecido de la vida, quiere decir que no he entendido el sentido de la misma. Gracias … de corazón. Mil gracias.
Lo primero que se me viene a la mente es dar gracias a la vida y a esta hermosa profesión, que me coloca en un sitial privilegiado, reflejando en palabras todo lo que significa esta gloriosa Generación Dorada y disfrutando de cada partido con la misma pasión de todos los argentinos.
También tengo que agradecer a todos quienes hicieron posible este trabajo periodístico. A la Municipalidad de Gualeguaychú, a la Municipalidad de Larroque, a la familia Tinti y a Roberto y Mauricio Jurado, amigos incondicionales con los que puedo contar no solamente para cuestiones de trabajo.
También quiero agradecer enormemente a mis compañeros de ruta, Emiliano, Checho y Guillermo, tipos apasionados, buena gente y sensacionales coequipers para cualquier otro torneo venidero, con quienes seguramente no me alcanzaría un diario entero para contar anécdotas e historias.
Naturalmente, debo agradecer a la gerencia y a todos mis compañeros del Diario EL ARGENTINO, que si bien tuvieron “vacaciones” de mi voz, trabajaron conmigo a la distancia y me hicieron sentir acompañado en cada nota. Lo mismo para mis compañeros de Radio Máxima, con quienes mantuve diálogo fluido y salidas al aire que de a ratos fueron desopilantes.
No puedo olvidarme de todos quienes leyeron cada envío, ya sea en el papel o por Internet. A todos quienes me hicieron llegar su mensaje a través de las redes sociales, muchos de los cuales no tengo el placer de conocer personalmente pero los considero parte indispensable de este trabajo, que si no tuviera un ida y vuelta con la gente sería absolutamente en vano.
Muy especialmente y desde lo más profundo de mi corazón, quiero agradecer a mi familia. A Lorena, por el aguante diario, el amor incondicional y por valorar la importancia de mi trabajo pese a estar ausencias prolongadas. A Mateo, Felipe y Paula, por conseguir sin darse cuenta que los extrañe cada día un poco más y no vea la hora de llegar, abrazarlos y volver a ser Papá, el que está todos los días. A mi vieja, hincha número uno y experta consejera de la vida. A mi hermano, por la cámara prestada, los consejos dados y la picardía de todos los días. Vuelvo a pedir un guiño a quienes siguen esta columna para dedicarle todo este laburo la memoria de mi viejo, el Gordo Serorena, que me inculcó esta pasión por el básquet y por el periodismo que me hacen ser un tipo feliz de hacer lo que siente y que me enseñó a respetar para ser respetado.
Y por último, muy especialmente y con enorme respeto a admiración, quiero agradecer a Manu, Chapu, Luifa, Lancha, Fabricio, Pepe, Pablo, Pipa, Yacaré, Paolo, Martín, Pancho, Leo y Julio. A la Generación Dorada, el mejor equipo de la historia del deporte argentino, solamente por hacerme emocionar cada vez que los veo dentro de una cancha de básquet.
Si con todo esto no logro ser un agradecido de la vida, quiere decir que no he entendido el sentido de la misma. Gracias … de corazón. Mil gracias.
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