Historia de un ascenso de película
“Somos de la B Nacional, papá”, le dijo el nene al padre, mientras que los dos se abrazaban bajo la molesta llovizna y lloraban de emoción. Habían salido temprano para Concepción, en auto y temiendo no conseguir entradas. Pero ahí estaban, abrazados y felices.
Ese mismo llanto, esa misma emoción se extendió a todos los mojados escalones de la tribuna del Estadio Núñez, donde más de mil hinchas cantan, lloraban, reían y se abrazaban, sin poder creer lo que estaban viviendo.
Acá en Gualeguaychú también hubo lágrimas. Hubo emoción. El grito del gol de Paolo Impini recorrió la Ruta 14 y se transformó en un alarido que retumbó en la lluviosa noche. Así como se gritó en la cancha de Gimnasia, se gritó en Gualeguaychú y en Larroque, la ciudad del zaguero que metió la cabeza para darle a Juventud toda la gloria.
Antes se había escuchado el gol de “Cachete” Pereyra, que abrió la cuenta y encendió la ilusión.
Ayer, todos fuimos Juventud, aunque sea por un rato, no hubo distinción de camisetas ni de colores. Toda una ciudad alentó al equipo del Beto Acosta.
Y los “Leones” no le fallaron a la gente. Jugaron el partido como lo que era, una verdadera final. Dejando la piel en cada rincón de la cancha, tirándose a los pies de cada rival, peleando con el corazón, defendiendo y atacando. El gol de Pereyra marcó cierta tranquilidad, porque el “Lobo” había hecho las cosas algo mejor de entrada, pero vino un centrazo de Gonzalo y “Cachete” por atrás de todos puso el primer grito.
Pudieron ser más, el arquero se lo sacó al “Piru” y enseguida a Araujo. Ya en el segundo tiempo lo volvió a perder Bandiera. De León empezó a agigantar su figura bajo los tres palos, alcanzó a manotear un cabezazo que iba al ángulo pero en el rebote Gimnasia llegó al empate.
La gente nunca paró de alentar. El ascenso tenía que esperar una semana más, pero los “Leones” tenían guardada otra página histórica y no dejaron pasar la oportunidad. Bandiera encaró como toda la noche, lo bajaron, expulsaron al que le hizo la falta. El árbitro ya había adicionado, tenían que ir todos, Matías, Paolo, “Cachete”, Illanes, todos. Gonzalo mandó otro centro con mucho veneno, el arquero salió lejos y Paolo, con la cabeza sangrando y casi con la nuca, la mandó al fondo del arco, la bola entró mansita, como que no quería entrar.
Lo gritamos todos, en la cancha, en la tribuna, en el palco de prensa, pese a las puteadas de algunos hinchas de Gimnasia. Lo gritaron en el barrio, en la Costanera, en toda la ciudad. Lo gritaron los hinchas que miraban por Internet, los que viven lejos de Gualeguaychú, pero sintieron el mismo grito que sentimos todos.
El pitazo del árbitro marcó el final. “El Juve está en la B Nacional” gritó un casi en un hilo de voz un cincuentón, que alguna vez vio jugar al Conejo Erpen, al Negro Poelman y a Pelota Dimotta. “¿Estás seguro?”, le preguntó su padre, de casi 80 y que mucho no entendía. “Si viejo, estamos en la B Nacional”, le dijo el hijo mientras lo abrazaba llorando. El abrazo fue interminable, el viejo no decía nada, solo lloraba abrazado a su hijo.
Por Daniel Serorena
EL ARGENTINO
Acá en Gualeguaychú también hubo lágrimas. Hubo emoción. El grito del gol de Paolo Impini recorrió la Ruta 14 y se transformó en un alarido que retumbó en la lluviosa noche. Así como se gritó en la cancha de Gimnasia, se gritó en Gualeguaychú y en Larroque, la ciudad del zaguero que metió la cabeza para darle a Juventud toda la gloria.
Antes se había escuchado el gol de “Cachete” Pereyra, que abrió la cuenta y encendió la ilusión.
Ayer, todos fuimos Juventud, aunque sea por un rato, no hubo distinción de camisetas ni de colores. Toda una ciudad alentó al equipo del Beto Acosta.
Y los “Leones” no le fallaron a la gente. Jugaron el partido como lo que era, una verdadera final. Dejando la piel en cada rincón de la cancha, tirándose a los pies de cada rival, peleando con el corazón, defendiendo y atacando. El gol de Pereyra marcó cierta tranquilidad, porque el “Lobo” había hecho las cosas algo mejor de entrada, pero vino un centrazo de Gonzalo y “Cachete” por atrás de todos puso el primer grito.
Pudieron ser más, el arquero se lo sacó al “Piru” y enseguida a Araujo. Ya en el segundo tiempo lo volvió a perder Bandiera. De León empezó a agigantar su figura bajo los tres palos, alcanzó a manotear un cabezazo que iba al ángulo pero en el rebote Gimnasia llegó al empate.
La gente nunca paró de alentar. El ascenso tenía que esperar una semana más, pero los “Leones” tenían guardada otra página histórica y no dejaron pasar la oportunidad. Bandiera encaró como toda la noche, lo bajaron, expulsaron al que le hizo la falta. El árbitro ya había adicionado, tenían que ir todos, Matías, Paolo, “Cachete”, Illanes, todos. Gonzalo mandó otro centro con mucho veneno, el arquero salió lejos y Paolo, con la cabeza sangrando y casi con la nuca, la mandó al fondo del arco, la bola entró mansita, como que no quería entrar.
Lo gritamos todos, en la cancha, en la tribuna, en el palco de prensa, pese a las puteadas de algunos hinchas de Gimnasia. Lo gritaron en el barrio, en la Costanera, en toda la ciudad. Lo gritaron los hinchas que miraban por Internet, los que viven lejos de Gualeguaychú, pero sintieron el mismo grito que sentimos todos.
El pitazo del árbitro marcó el final. “El Juve está en la B Nacional” gritó un casi en un hilo de voz un cincuentón, que alguna vez vio jugar al Conejo Erpen, al Negro Poelman y a Pelota Dimotta. “¿Estás seguro?”, le preguntó su padre, de casi 80 y que mucho no entendía. “Si viejo, estamos en la B Nacional”, le dijo el hijo mientras lo abrazaba llorando. El abrazo fue interminable, el viejo no decía nada, solo lloraba abrazado a su hijo.
Por Daniel Serorena
EL ARGENTINO
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