'Pichón' Viviani, el 'maestro' del básquet
Arturo Mario Viviani es “Pichón” para los íntimos y para los no tan íntimos. “Pichón” es un referente del básquet de la ciudad, siempre identificado con Central Entrerriano, pese a que nació cerca de Juventud Unida y jugó al fútbol en el club de su barrio.
Sin embargo, el llegó al básquet muy joven, jugó poco y se metió de lleno en una faz que nunca abandonó, la de entrenador, o director técnico, como se llamaba en ese momento.
Maestro de escuela por vocación, terminó siendo un referente del básquet de Central. Vivió momentos inolvidables y se ganó el respeto y el aprecio de todo el ambiente del básquet, no solo en Gualeguaychú, sino también en toda la provincia de Entre Ríos.
¿Cómo llegas al básquet?
De chico íbamos a Central con un grupo de amigos. Recuerdo que Minucho Martínez los sábados organizaba en la cancha abierta un torneo de Cebollitas y de premio nos daba caramelos. Ahí jugábamos todos, pero nunca llegué a jugar oficialmente al básquet. Cuando el profesor Luis Murúa llegó a Central, me convocó para que le diera una mano en la conducción.
¿Lo conocías a Murúa?
Lo conocía de su trayectoria como profesor de Educación Física. En realidad, quiero resaltar la figura de Luis María “Tití” Chichizola, que fue quien propuso a Murúa para trabajar en Central. En 1965 Central había inaugurado su cancha cerrada y “Tití” Chichizola le preguntó a “Morocho” Bértora, que era el presidente de Central, para qué había hecho la inversión del gimnasio cerrado. “Tití” le preguntó si era para poner bolsas de arroz. Entonces le hizo ver a Bértora la necesidad de tener un profesor que se hiciera cargo de las divisiones menores, así fue como llegó Luis Murúa a Central, que luego me llamó a mi para trabajar con él en las divisiones menores.
Muchos técnicos sostienen que eran malos jugando, ¿vos también?
Yo era maestro de escuela, había jugado poco al básquet. Creo que Murúa se inclinó por mi persona a raíz de mi trabajo como docente. Recuerdo que en uno de los primeros partidos que dirigí en inferiores, un chico que jugaba me preguntó qué formación íbamos a emplear. Le respondí: “Usted haga lo que yo le digo”, porque no tenía ni idea de táctica ni técnica, entonces corté por lo sano por el lado de la docencia. Después fue aprendiendo.
¿Era difícil interiorizarse en el básquet en esa época?
No había las facilidades que hay ahora, pero traté de no quedarme nunca con lo poco que sabía. Fui haciendo cursos, clínicas y aprendiendo de la gente que sabía mucho en esa época. De Antonio Giusto aprendí un montón, era una persona que para Gualeguaychú fue siempre un adelantado. Recuerdo que hicimos una clínica que organizó la Comisión de Deportes en Independiente, y Antonio enseñó muchas cosas que luego terminamos aplicando en nuestros clubes.
¿Y fuera de la ciudad?
Tuve la posibilidad de hacer cursos y clínicas con varios de los mejores entrenadores del mundo que vinieron a la Argentina. El yugoslavo Ranko Zeravica vino al país a dar una clínica y fue realmente espectacular, a mi me sirvió de mucho. También estuve en clínicas de Peterson, algunas veces que León Najnudel vino a Concepción del Uruguay, también fuimos. Un entrenador nacional que era un maestro en los fundamentos era Alberto Finguer, y de todos aprendí mucho.
¿Siempre trabajaste con inferiores?
Era lo que más me gustaba. Yo a la Primera de Central llegué casi por casualidad, porque una vez Raúl Zaffaroni me llamó y me preguntó si no podía darles una mano en las prácticas porque se habían quedado sin técnico. Le dije que si, los entrené y terminé dirigiendo a ese equipo que luego fue campeón del Campeonato de Clubes Campeones en dos años seguidos.
¿Qué recordás del Argentino de Cadetes del 79?
Fue una casualidad en realidad. A ese equipo lo había clasificado al Entrerriano “Quesito” Rodríguez, que por un problema con su enfermedad no pudo viajar a Concordia. Entonces Ricardo Nazer me habló y me dijo que necesitaban un técnico para dirigirlos, dudé en un momento pero acepté, hicimos dos o tres entrenamientos para que yo conociera a los chicos y viajamos a Concordia al Entrerriano. Los favoritos eran Concordia y Paraná, a nosotros ni nos miraban. Le ganamos muy bien a Santa Elena en la zona, también le ganamos a Concordia y llegamos a la final con Paraná, que la dirigía Aníbal Cantero. Demás está decir que nadie daba dos pesos por nosotros, es más, ya casi que estaba formada la selección de Entre Ríos que iba a viajar al Argentino, porque nadie creía que le ganáramos a Paraná. Pero le ganamos y le ganamos bien, contra todo lo que significaba Paraná por los jugadores que tenía y toda la mesa de control y los árbitros en contra.
Entonces había que viajar a Catamarca y el Profesor Jancovick, que fue un gran dirigente, me dijo “vos formás el equipo”. Así fue como armamos el equipo, con la base de Gualeguaychú y con algunos jugadores que nadie hubiera tenido en cuenta y que terminaron jugando un torneo impecable.
¿Fue duro el torneo?
Tremendo, con planteles de altísimo nivel y nadie daba nada por Entre Ríos. Te digo que viajamos en una combi que era para 10 y viajamos 14, porque muchos pensaron que íbamos a cumplir. Sin embargo, ya campeones, volvimos en un colectivo como para 50 personas. Arrancamos perdiendo con Provincia de Buenos Aires, le alcanzamos a sacar 15 puntos y no pudimos sostenerlo. Recuerdo que jugaba el “Chueco” Haile de base y nos dio vuelta prácticamente solo al partido. Lo perdimos en suplementario por un simple. Después Santiago del Estero le ganó a Buenos Aires y nosotros le ganamos bien a Santiago y pasamos a semifinales, donde nos tocó Córdoba, que era otro equipazo, pero jugamos un buen partido en defensa y terminamos ganando con cierta claridad, para clasificar a la final contra Capital Federal, que tenía un buenísimo equipo, quizá sin tantos jugadores altos, pero con un perímetro espectacular.
Recuerdo que en la final jugó un gran partido Tomás Bahillo, que defendió muy bien al base de ellos y el resto del equipo fue apareciendo para ganar la final con mucha autoridad. Recuerdo que León Najnudel dirigía a Capital, así que puedo decir con orgullo que le gané una final al creador de la Liga Nacional de Básquet.
¿Y con Central, que fue lo más lindo que viviste?
Fueron muchos años en Central, pero sin dudas que los Campeonatos de Clubes Campeones del 82 y del 83 fueron lo máximo. Porque jugaban los mejores de la provincia y porque desde el 83 para adelante no se jugó más. Siempre nos divertimos mucho con “Cachito” Méndez porque el dice que se retiró como campeón, porque después del 83 el Entrerriano no se jugó más.
Era un gran equipo ese, con jugadores que marcaban diferencias y que tenían un gran amor por la camiseta.
¿Cómo fue dirigir a los extranjeros?
El primer extranjero fue Miguel Medina Ávila, el uruguayo, que era un jugador sensacional. Y Ronnie Smith era un jugador estupendo, llegó a Gualeguaychú solamente con 22 años y parecía haber jugado en la NBA. Después dirigí a otro extranjero, Willy Waits, que jugó pocos partidos pero era un jugador completo, sabía jugar de todo, de base o de pivot de forma indistinta. Era otro básquet, pero esos jugadores nos enseñaron mucho a nosotros, porque venían de un nivel universitario que es donde salen los grandes jugadores.
¿Cómo ves el básquet ahora?
Muy diferente pero sigue siendo la misma esencia. Los buenos jugadores juegan en cualquier lado y en cualquier momento. Ahora hay más trabajo en lo físico, encontrás jugadores de más de 2 metros que tiran de tres puntos como si nada. La Liga Nacional ha crecido mucho y no es casualidad el gran momento del básquet argentino a nivel mundial.
¿Y a Central como lo ves en la Liga?
Creo que es producto de un trabajo largo, serio y que llegó en el momento justo. Imaginate que cuando nosotros estábamos trabajando en Central, ni por asomo pudimos imaginarnos este presente, pero se podría decir que fuimos marcado el camino, luego se empezó a jugar en la Liga B en la década del 90 y ahora encontramos a Central jugando la Liga Nacional, los mejores equipos y jugadores del país llegan a nuestra ciudad y para nosotros ya es algo común. Hace 30 años nadie lo hubiera pensado.
¿Tenés buena relación con Fabio Demti?
Excelente, porque es una excelente persona. A Fabio mucho no le gustaba hablar en el club, pero tuvimos muchas charlas lindísimas, hablamos siempre de básquet, pero él fue muy cuidadoso de hacerlo en el club cuando había mucha gente.
Fabio es una gran persona, además de un gran entrenador. No es casualidad que esté dirigiendo en Corrientes o que haya sido finalista con Quimsa.
¿Qué jugador que dirigiste te gustó más?
Dirigí a muchos, pero creo que Adrián Aleu fue el más completo. Adrián no le tenía miedo a nada, el jugada igual un amistoso o contra los Globbetrotters. Otro buen jugador era Fabricio Rodríguez, que jugaba de todo un poco. Reynaldo Hiquis era un jugadorazo. La verdad es que dirigí a muchos buenos jugadores.
¿Te animás a hacer un quinteto ideal?
De los que dirigí yo, Horacio Schaumann de base, Adrián Aleu, reynaldo Hiquis, el uruguayo Medina Ávila y Ronnie Smith. De Argentina pongo a Pepe Sánchez, Manu, Chapu, Scola y Leo Gutiérrez.
¿De técnico vas vos?
Noooooo. Sería una falta de respeto.
Este contenido no está abierto a comentarios