Callejones sin salida
Los conflictos docentes se suceden sin solución de continuidad a lo largo y a lo ancho del país. Y todos por idéntica causa: se exigen mejoras salariales. Curiosamente, las respuestas a las demandas es la misma en todas partes: no hay fondos disponibles para financiar aumentos, por más ingeniería económica o financiera que se intenta. Es que no se puede sacar nada de donde no lo hay.
Habida cuenta que la Nación se mantiene mezquina y reticente a la hora de girar los fondos coparticipables, los fiscos provinciales están severamente resentidos e imposibilitados de otorgar los menores beneficios.
Ante tan oscuro panorama, es lógico que los educadores en particular y los empleados públicos en general estén entrampados en callejones sin salida, lo cual, a priori, plantea una situación tan dramática como insostenible.
Mientras la Nación insiste en tirar manteca al techo y subsidia a los millonarios del fútbol y persiste en subsidios que se distribuyen discrecionalmente a troche y moche, la distribución de la coparticipación se da por cuentagotas, sin tener en cuenta para nada que los bolsillos de los trabajadores están cada vez más exhaustos ante un proceso inflacionario que, contra lo que diga el INDEC, destruye día tras día el poder adquisitivo de los salarios. Y la gente ya no da más.
Es evidente que el Gobierno ya no sabe a qué fuente acudir para proveerse de recursos que, en el fondo y después de todo, son pan para hoy y hambre para mañana. No le ha bastado con seguir desfinanciando a la ANSES y al PAMI, convertidos en fuentes milagrosas para el Tesoro Nacional, sino que ahora pretenden regirse con un presupuesto de imposible cumplimiento, porque llegará un momento en que la creciente demanda social echará abajo todos los diques que construyó la paciencia argentina.
Y cuando aquello ocurra, podríamos ser espectadores de un drama que podría arrasar todo a su paso.
Por de pronto, nuestros educadores están enviando señales claras en cuanto a que no resistirán seguir trabajando dentro de las actuales condiciones presupuestarias y que los gobernantes tendrán que hacerse cargo de lo que seguramente vendrá y se verán obligados a abandonar la burbuja en que permanecen aislados de la realidad.
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