Combatir el trabajo ilegal
Las organizaciones gremiales de los trabajadores, la de los empresarios y el Estado no logran ponerse de acuerdo para establecer un criterio sólido y consistente para combatir el trabajo en negro en la Argentina.
Los empresarios se niegan a que los delegados gremiales colaboren con las inspecciones del gobierno en las empresas para detectar el trabajo en negro, sea en grandes, medianas o pequeñas firmas.
Tampoco se han puesto de acuerdo para crear un registro oficial de empleadores que han tenido trabajadores en negro o no registrado. La idea de este registro es que sea utilizado de manera similar a un Veraz, donde estén inscripto con nombre y apellido y el nombre de la empresa que tiene trabajadores de manera ilegal.
Se estima –en cifras coincidentes entre trabajadores, empresarios y Estado- que los trabajadores no registrados en el país es de casi el 35 por ciento; lo que representa que casi 4,3 millones de personas asalariadas no tienen el beneficio de aportes jubilatorios, tampoco poseen obra social y desarrollan sus tareas de manera precaria, adoleciendo además de estabilidad laboral.
Pese a estas diferencias, al menos existe el unánime consenso de que es necesario tener ámbitos de diálogo para encontrar herramientas que permitan enriquecer los derechos y de esa forma aumentar el trabajo registrado.
Lo otro que se abordó es establecer una serie de incentivos para que las empresas puedan regularizar a su personal. Tan sólo en las micro empresas el índice de irregularidad alcanza el ochenta por ciento.
La idea es poder encontrar un mecanismo que permita disminuir la presión fiscal a todas las empresas comprendidas en el universo Pymes, establecer multas y castigos más severos para quienes incumplen con la ley y poder llevar un registro de los evasores.
El trabajo en negro es un flagelo que golpea duro a los más desposeídos y a quienes menos posibilidades de defenderse tienen.
La Pastoral Social del Episcopado argentino hace tiempo viene advirtiendo acerca de la problemática del trabajo no registrado, pero también denuncia el trabajo infantil y la desocupación entre los jóvenes, cuyo índice duplica al general. La fraternidad, el cuidado de la naturaleza y el respetarse unos a otros, constituyen una enseñanza que permite no sólo reconsiderar el papel de la comunidad sino el de cada uno de sus miembros, justamente para contribuir en una mejor sociedad y tener al bien común como objetivo.
No hay que olvidar que el trabajo digno es una poderosa herramienta para lograr una mejor calidad de vida y si se sigue permitiendo esta situación, será muy difícil dar el salto cualitativo que se necesita como sociedad. No hay esperanza social sin un trabajo digno, enseña el Papa Francisco.
Combatir el desempleo no es otra cosa que derribar la visión de una economía que tiene solamente como objetivo el lucro egoísta.
La falta de trabajo, el trabajo en negro, la explotación laboral atentan contra la cultura del trabajo. Se requiere de mayores herramientas colectivas, justamente porque el trabajo es fundamental para la dignidad.
Tampoco se han puesto de acuerdo para crear un registro oficial de empleadores que han tenido trabajadores en negro o no registrado. La idea de este registro es que sea utilizado de manera similar a un Veraz, donde estén inscripto con nombre y apellido y el nombre de la empresa que tiene trabajadores de manera ilegal.
Se estima –en cifras coincidentes entre trabajadores, empresarios y Estado- que los trabajadores no registrados en el país es de casi el 35 por ciento; lo que representa que casi 4,3 millones de personas asalariadas no tienen el beneficio de aportes jubilatorios, tampoco poseen obra social y desarrollan sus tareas de manera precaria, adoleciendo además de estabilidad laboral.
Pese a estas diferencias, al menos existe el unánime consenso de que es necesario tener ámbitos de diálogo para encontrar herramientas que permitan enriquecer los derechos y de esa forma aumentar el trabajo registrado.
Lo otro que se abordó es establecer una serie de incentivos para que las empresas puedan regularizar a su personal. Tan sólo en las micro empresas el índice de irregularidad alcanza el ochenta por ciento.
La idea es poder encontrar un mecanismo que permita disminuir la presión fiscal a todas las empresas comprendidas en el universo Pymes, establecer multas y castigos más severos para quienes incumplen con la ley y poder llevar un registro de los evasores.
El trabajo en negro es un flagelo que golpea duro a los más desposeídos y a quienes menos posibilidades de defenderse tienen.
La Pastoral Social del Episcopado argentino hace tiempo viene advirtiendo acerca de la problemática del trabajo no registrado, pero también denuncia el trabajo infantil y la desocupación entre los jóvenes, cuyo índice duplica al general. La fraternidad, el cuidado de la naturaleza y el respetarse unos a otros, constituyen una enseñanza que permite no sólo reconsiderar el papel de la comunidad sino el de cada uno de sus miembros, justamente para contribuir en una mejor sociedad y tener al bien común como objetivo.
No hay que olvidar que el trabajo digno es una poderosa herramienta para lograr una mejor calidad de vida y si se sigue permitiendo esta situación, será muy difícil dar el salto cualitativo que se necesita como sociedad. No hay esperanza social sin un trabajo digno, enseña el Papa Francisco.
Combatir el desempleo no es otra cosa que derribar la visión de una economía que tiene solamente como objetivo el lucro egoísta.
La falta de trabajo, el trabajo en negro, la explotación laboral atentan contra la cultura del trabajo. Se requiere de mayores herramientas colectivas, justamente porque el trabajo es fundamental para la dignidad.
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