Concursar el cargo de director de hospital
El ex ministro de Salud de Entre Ríos, Hugo Cettour, cuando estaba en funciones prometió modificar la ley número 9.892 para permitir la elección de directores de hospitales por concurso.
Como ocurre demasiado seguido en la actual administración, fue una promesa incumplida. Habrá que ver si el actual ministro, Carlos Ramos, tomará esa iniciativa o si los directores de hospitales seguirán nombrándose más por razones política partidarias que por políticas de Estado en materia sanitaria.
La idea que en algún momento se adhirió no era sólo exigir la parte de antecedentes profesionales para ser director de un hospital público en la provincia, sino que sea similar al sistema que se ejecuta en las universidades, es decir, por oposición. Esto implica que cada aspirante deberá elaborar una propuesta que indique qué quiere hacer en el hospital.
Tal vez uno de los temas más profundos y necesarios a articular sea el de designar a los directores de hospitales de Entre Ríos a través de un concurso de antecedente y oposición y así evitar que esa designación se adopte por el criterio personal del ´jefe´ político de cada departamento provincial. Sería algo saludable para el propio sistema de Salud pública, pero también para la sociedad en su conjunto.
En rigor, no se dice nada nuevo, porque la inmensa mayoría de los hospitales en el país ya tienen desde hace muchos años implementado este sistema de concurso. Es Entre Ríos la que está atrasada en la materia. Y la experiencia indica que la elección del director del hospital por concurso de antecedentes y oposición no lesiona la política central de Salud sino que la fortalece. Es más, siguiendo el criterio del sistema universitario argentino, ese concurso no es de una sola vez y para siempre, sino que el propio director elegido debe volver a concursar cada cinco o seis años.
No es nada nuevo para la provincia si se tiene en cuenta que desde el 2008 existe la Ley Nº 9.892, que fija los mecanismos para concursar todos y cada uno de los cargos que deben ejercerse en un hospital público, independientemente de su categoría o nivel. En esta misma columna Editorial alguna vez se recordó que el Artículo 20º de dicha ley dice textualmente: “Los profesionales que accedan a los Cargos Jerárquicos de Titularidad Transitoria durarán en los mismos un período de cinco años, al cabo del cual deberán concursarse nuevamente los mismos, pudiendo participar el profesional que finaliza su período, siempre que reúna los requisitos específicos establecidos en la presente Ley y su reglamentación”.
Es decir, que la ley entrerriana –que no se cumple en su totalidad, y se aplica por etapas- dice que los cargos no son para siempre o hasta que llega la jubilación, sino que cada cinco años debe someterse a un nuevo concurso, tal como ocurre en la más elemental universidad nacional.
No hay que olvidar que la designación a dedo, o por amiguismo, o como recompensa o “pago” de un cargo público –mucho más en Salud- es lo que en realidad enferma o en todo caso termina deteriorando los mejores esfuerzos en toda política sanitaria.
La idea que en algún momento se adhirió no era sólo exigir la parte de antecedentes profesionales para ser director de un hospital público en la provincia, sino que sea similar al sistema que se ejecuta en las universidades, es decir, por oposición. Esto implica que cada aspirante deberá elaborar una propuesta que indique qué quiere hacer en el hospital.
Tal vez uno de los temas más profundos y necesarios a articular sea el de designar a los directores de hospitales de Entre Ríos a través de un concurso de antecedente y oposición y así evitar que esa designación se adopte por el criterio personal del ´jefe´ político de cada departamento provincial. Sería algo saludable para el propio sistema de Salud pública, pero también para la sociedad en su conjunto.
En rigor, no se dice nada nuevo, porque la inmensa mayoría de los hospitales en el país ya tienen desde hace muchos años implementado este sistema de concurso. Es Entre Ríos la que está atrasada en la materia. Y la experiencia indica que la elección del director del hospital por concurso de antecedentes y oposición no lesiona la política central de Salud sino que la fortalece. Es más, siguiendo el criterio del sistema universitario argentino, ese concurso no es de una sola vez y para siempre, sino que el propio director elegido debe volver a concursar cada cinco o seis años.
No es nada nuevo para la provincia si se tiene en cuenta que desde el 2008 existe la Ley Nº 9.892, que fija los mecanismos para concursar todos y cada uno de los cargos que deben ejercerse en un hospital público, independientemente de su categoría o nivel. En esta misma columna Editorial alguna vez se recordó que el Artículo 20º de dicha ley dice textualmente: “Los profesionales que accedan a los Cargos Jerárquicos de Titularidad Transitoria durarán en los mismos un período de cinco años, al cabo del cual deberán concursarse nuevamente los mismos, pudiendo participar el profesional que finaliza su período, siempre que reúna los requisitos específicos establecidos en la presente Ley y su reglamentación”.
Es decir, que la ley entrerriana –que no se cumple en su totalidad, y se aplica por etapas- dice que los cargos no son para siempre o hasta que llega la jubilación, sino que cada cinco años debe someterse a un nuevo concurso, tal como ocurre en la más elemental universidad nacional.
No hay que olvidar que la designación a dedo, o por amiguismo, o como recompensa o “pago” de un cargo público –mucho más en Salud- es lo que en realidad enferma o en todo caso termina deteriorando los mejores esfuerzos en toda política sanitaria.
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