Corredor bioceánico
El Proyecto de Integración Bioceánica del Mercosur Atlántico -Pacífico, que en su momento impulsó la Corporación del Desarrollo de Gualeguaychú, sigue siendo una demanda oportuna.
Llama mucho la atención que la dirigencia política, industrial, empresarial y sindical no visualice esta oportunidad que implica fortalecer la integración pero también darle sentido concreto al desarrollo de una región que reclama desde hace varias generaciones un enlace concreto entre el Atlántico y el Pacífico que atraviese a la Argentina.
Hay que tener en cuenta que en materia de infraestructura se ha avanzado, aunque avanzar no signifique necesariamente jerarquizar. De todos modos, el crecimiento que se tiene con el enlace vial Rosario-Victoria; con el cambio ostensible que se experimenta con la Autovía Mesopotámica y la importancia que reviste conectar entre sí a Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile, debería facilitar el percibir de manera más palpable la necesidad de expansión que requieren las economías regionales.
Por otra parte no sólo se trata de un proyecto viable en los papeles, sino lógico en las relaciones históricas entre los países beneficiarios. Se trata, permitiendo utilizar una línea recta (Paralelo 33) unir nada menos que los colosos de Río Grande (Brasil) sobre el Atlántico y Valparaíso (Chile) sobre el Pacífico. Además, se aprovecharía mejor los pasos internacionales ya existentes como Gualeguaychú-Fray Bentos, los pasos nacionales Victoria-Rosario y la base de la red de carreteras también existentes en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, como así también la descentralización de la gran actividad productiva alejando (pero no distanciando) todo el gran movimiento de tráfico internacional de los grandes centros, como lo son Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Hay que tener memoria, porque fue en la Corporación del Desarrollo donde se planteó la necesidad de consolidar un Corredor Bioceánico que uniera el Atlántico y el Pacífico a la altura del “Paralelo 33”. Una idea que no debe quedar en el olvido porque se trató de una perspectiva generacional que hoy permite, por ejemplo, hablar de la Región Centro que integra Entre Ríos junto con Córdoba y Santa Fe.
El Proyecto de Integración Bioceánica del Mercosur, por el Paralelo 33, es una obra totalmente prioritaria y diseñada a la medida de las exigencias de crecimiento de estos tiempos, porque potenciaría las economías en desarrollo que tiene cada región a la vez que obligaría a optimizar la planificación en materia de infraestructura. Tal vez, este sería un buen tema para volver a agendar entre las prioridades que deben asumirse como políticas de Estado de cara al 2015. Pero para ello se requieren candidatos con una visión generacional y no solamente candidatos que “midan bien” de acuerdo a cánones electorales que son mediocres y casi siempre vacíos de contenido.
Hay que tener en cuenta que en materia de infraestructura se ha avanzado, aunque avanzar no signifique necesariamente jerarquizar. De todos modos, el crecimiento que se tiene con el enlace vial Rosario-Victoria; con el cambio ostensible que se experimenta con la Autovía Mesopotámica y la importancia que reviste conectar entre sí a Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile, debería facilitar el percibir de manera más palpable la necesidad de expansión que requieren las economías regionales.
Por otra parte no sólo se trata de un proyecto viable en los papeles, sino lógico en las relaciones históricas entre los países beneficiarios. Se trata, permitiendo utilizar una línea recta (Paralelo 33) unir nada menos que los colosos de Río Grande (Brasil) sobre el Atlántico y Valparaíso (Chile) sobre el Pacífico. Además, se aprovecharía mejor los pasos internacionales ya existentes como Gualeguaychú-Fray Bentos, los pasos nacionales Victoria-Rosario y la base de la red de carreteras también existentes en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, como así también la descentralización de la gran actividad productiva alejando (pero no distanciando) todo el gran movimiento de tráfico internacional de los grandes centros, como lo son Montevideo, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Hay que tener memoria, porque fue en la Corporación del Desarrollo donde se planteó la necesidad de consolidar un Corredor Bioceánico que uniera el Atlántico y el Pacífico a la altura del “Paralelo 33”. Una idea que no debe quedar en el olvido porque se trató de una perspectiva generacional que hoy permite, por ejemplo, hablar de la Región Centro que integra Entre Ríos junto con Córdoba y Santa Fe.
El Proyecto de Integración Bioceánica del Mercosur, por el Paralelo 33, es una obra totalmente prioritaria y diseñada a la medida de las exigencias de crecimiento de estos tiempos, porque potenciaría las economías en desarrollo que tiene cada región a la vez que obligaría a optimizar la planificación en materia de infraestructura. Tal vez, este sería un buen tema para volver a agendar entre las prioridades que deben asumirse como políticas de Estado de cara al 2015. Pero para ello se requieren candidatos con una visión generacional y no solamente candidatos que “midan bien” de acuerdo a cánones electorales que son mediocres y casi siempre vacíos de contenido.
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