Crisis energética
Si hay una crisis que lamentablemente cuesta que ingrese en la agenda pública es la situación energética.
No se trata de anticipar uno o varios apagones, sino la cuestión de escala, la que está vinculada con el desarrollo integral y obviamente con la clase de energía que se genera.
La producción de petróleo y gas todavía son insuficientes para aspirar al autoabastecimiento y por eso se debe continuar con las costosas importaciones, especialmente en materia de gas licuado y combustibles.
Con el sector eléctrico ha ocurrido algo similar, donde tampoco las empresas logran mejorar sus déficit e incluso no han tenido planificación real de inversiones. Y en el caso de la Cooperativa Eléctrica de la ciudad, el Estado debe subsidiar las grandes obras de distribución, para que no se pierda lo que se produce en la generación de electricidad.
Hay que comprender que el mercado eléctrico está dividido en cuatro grandes actividades: la generación que está en manos del Estado; la transmisión que es un monopolio; y la distribución y comercialización que está en manos de empresas públicas y privadas y otras de capital social como es el caso de Gualeguaychú.
Y junto a este contexto una demanda histórica que el gobierno de turno a nivel provincial nunca lo supo o quiso resolver: Entre Ríos es generadora de energía eléctrica a través de sus recursos naturales (Salto Grande, sobre el río Uruguay). A pesar de ser generadora de energía, posee una de las tarifas eléctricas residenciales más caras del país. ¿Cómo es posible que aquí cueste más la energía eléctrica que, por ejemplo, en Jujuy?
Todo esto ocurre a pesar de que el país dispone de recursos energéticos abundantes. Argentina es el tercer país del mundo en reservas de petróleo y gas en yacimientos no convencionales. Está claro que si hay déficit y crisis, es porque algo está equivocado en la política de planificación. Nadie puede explicar por qué Argentina -tan favorecida en su territorio y climas- no ha profundizado la explotación de energías alternativas o renovables.
La economía argentina tiene muchos puntos débiles. La inflación es uno de ellos. Pero también tiene como debilidad al tema energético.
Y se insiste: es momento de comenzar a establecer de manera racional el potencial que implican las llamadas energías alternativas, generadas a través del viento, las mareas y el sol, entre otras.
Por último, y teniendo en cuenta la vital importancia de la energía para el funcionamiento de la sociedad y para pensar su futuro, es hora de que se comience a debatir si no es conveniente que el área de Energía tenga rango ministerial, tal como ocurre en muchos otros países que tienen vocación por tutelar este recurso en defensa del interés general.
La producción de petróleo y gas todavía son insuficientes para aspirar al autoabastecimiento y por eso se debe continuar con las costosas importaciones, especialmente en materia de gas licuado y combustibles.
Con el sector eléctrico ha ocurrido algo similar, donde tampoco las empresas logran mejorar sus déficit e incluso no han tenido planificación real de inversiones. Y en el caso de la Cooperativa Eléctrica de la ciudad, el Estado debe subsidiar las grandes obras de distribución, para que no se pierda lo que se produce en la generación de electricidad.
Hay que comprender que el mercado eléctrico está dividido en cuatro grandes actividades: la generación que está en manos del Estado; la transmisión que es un monopolio; y la distribución y comercialización que está en manos de empresas públicas y privadas y otras de capital social como es el caso de Gualeguaychú.
Y junto a este contexto una demanda histórica que el gobierno de turno a nivel provincial nunca lo supo o quiso resolver: Entre Ríos es generadora de energía eléctrica a través de sus recursos naturales (Salto Grande, sobre el río Uruguay). A pesar de ser generadora de energía, posee una de las tarifas eléctricas residenciales más caras del país. ¿Cómo es posible que aquí cueste más la energía eléctrica que, por ejemplo, en Jujuy?
Todo esto ocurre a pesar de que el país dispone de recursos energéticos abundantes. Argentina es el tercer país del mundo en reservas de petróleo y gas en yacimientos no convencionales. Está claro que si hay déficit y crisis, es porque algo está equivocado en la política de planificación. Nadie puede explicar por qué Argentina -tan favorecida en su territorio y climas- no ha profundizado la explotación de energías alternativas o renovables.
La economía argentina tiene muchos puntos débiles. La inflación es uno de ellos. Pero también tiene como debilidad al tema energético.
Y se insiste: es momento de comenzar a establecer de manera racional el potencial que implican las llamadas energías alternativas, generadas a través del viento, las mareas y el sol, entre otras.
Por último, y teniendo en cuenta la vital importancia de la energía para el funcionamiento de la sociedad y para pensar su futuro, es hora de que se comience a debatir si no es conveniente que el área de Energía tenga rango ministerial, tal como ocurre en muchos otros países que tienen vocación por tutelar este recurso en defensa del interés general.
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