Educación técnica
Gualeguaychú es sede durante cuatro días de un encuentro de profesores, personal no docente y directivos de escuelas técnicas que provienen de diferentes provincias y de localidades de Entre Ríos.
El encuentro reúne a más de 400 personas estrechamente vinculadas con la sagrada vocación de enriquecer los talentos de los jóvenes preparándolos como buenos profesionales y mejores personas.
Es indudable que cualquier análisis de la situación por la que hoy atraviesa la oferta de la Educación Técnica y de la Formación Profesional en la ciudad y en el país, debe ser considerado en el contexto del desarrollo experimentado por una sociedad global, donde han impactado de manera significativa los avances tecnológicos e incluso se han cambiado las perspectivas en el ámbito de la preparación para el trabajo y la prosecución estudios superiores.
El esfuerzo ha sido enorme. Se pasó de la desidia de hace unas décadas atrás, con escuelas técnicas que cerraban a la par de las persianas de las fábricas, a una nueva situación que implicó asumir la implementación de modernos enfoques y perspectivas que permitieran consolidar políticas y estrategias a favor del desarrollo y la inclusión educativa.
El contexto de país implica tener en cuenta que en el cuerpo de toda comunidad se vive un interesante debate para enriquecer la apertura en la integración social, la valoración del conocimiento, la lucha contra la pobreza, el respeto por el medioambiente y las acciones que conduzcan al logro de una sociedad más justa y equilibrada. Las escuelas técnicas no son ajenas a ese debate y Gualeguaychú hoy es escenario de ese intercambio de experiencias.
Los desafíos que quedan por delante son, en la mayoría, conocidos: insertar la educación técnica en el marco de la educación permanente, dado que esta concepción formativa es la única opción que permite desenvolverse con un capital cultural congruente con las demandas de la modernidad. También está el desafío de integrar los esfuerzos entre toda la comunidad educativa y el de velar para que el Estado invierta de manera adecuada y constante en educación, hoy garantizado por primera vez en la historia por ley. Y sin ánimo de agotar la lista de los desafíos, es menester que las empresas estén más cerca de las escuelas técnicas, colaborando en la elevación de los niveles de preparación de los alumnos para que al egresar les sea más fácil asumir las tareas complejas que suponen el dominio de competencias básicas, conductuales y técnicas.
La crónica desvinculación de los establecimientos con el empresariado, en el caso particular de Gualeguaychú, se está superando de manera satisfactoria, especialmente por el compromiso con la educación que viene ejerciendo la Corporación del Desarrollo.
Pero hay un desafío que envuelve a todas las escuelas sean técnicas o no: es la de formar buenos estudiantes y mejores ciudadanos. Para ello no hay otro secreto que afianzar la alianza entre la familia y la escuela y junto con eso favorecer los espacios para que los hijos puedan ir construyendo sus mejores sueños. De eso también se hablará en estos días en Gualeguaychú.
Es indudable que cualquier análisis de la situación por la que hoy atraviesa la oferta de la Educación Técnica y de la Formación Profesional en la ciudad y en el país, debe ser considerado en el contexto del desarrollo experimentado por una sociedad global, donde han impactado de manera significativa los avances tecnológicos e incluso se han cambiado las perspectivas en el ámbito de la preparación para el trabajo y la prosecución estudios superiores.
El esfuerzo ha sido enorme. Se pasó de la desidia de hace unas décadas atrás, con escuelas técnicas que cerraban a la par de las persianas de las fábricas, a una nueva situación que implicó asumir la implementación de modernos enfoques y perspectivas que permitieran consolidar políticas y estrategias a favor del desarrollo y la inclusión educativa.
El contexto de país implica tener en cuenta que en el cuerpo de toda comunidad se vive un interesante debate para enriquecer la apertura en la integración social, la valoración del conocimiento, la lucha contra la pobreza, el respeto por el medioambiente y las acciones que conduzcan al logro de una sociedad más justa y equilibrada. Las escuelas técnicas no son ajenas a ese debate y Gualeguaychú hoy es escenario de ese intercambio de experiencias.
Los desafíos que quedan por delante son, en la mayoría, conocidos: insertar la educación técnica en el marco de la educación permanente, dado que esta concepción formativa es la única opción que permite desenvolverse con un capital cultural congruente con las demandas de la modernidad. También está el desafío de integrar los esfuerzos entre toda la comunidad educativa y el de velar para que el Estado invierta de manera adecuada y constante en educación, hoy garantizado por primera vez en la historia por ley. Y sin ánimo de agotar la lista de los desafíos, es menester que las empresas estén más cerca de las escuelas técnicas, colaborando en la elevación de los niveles de preparación de los alumnos para que al egresar les sea más fácil asumir las tareas complejas que suponen el dominio de competencias básicas, conductuales y técnicas.
La crónica desvinculación de los establecimientos con el empresariado, en el caso particular de Gualeguaychú, se está superando de manera satisfactoria, especialmente por el compromiso con la educación que viene ejerciendo la Corporación del Desarrollo.
Pero hay un desafío que envuelve a todas las escuelas sean técnicas o no: es la de formar buenos estudiantes y mejores ciudadanos. Para ello no hay otro secreto que afianzar la alianza entre la familia y la escuela y junto con eso favorecer los espacios para que los hijos puedan ir construyendo sus mejores sueños. De eso también se hablará en estos días en Gualeguaychú.
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