El interés general
Vivir en sociedad implica –por definición- conflicto. El dilema es cómo se superan estos conflictos. La cultura de la paz requiere siempre de armonía, equilibrio y fundamentalmente esperanzas.
Es cierto que para la mayoría de los argentinos los padecimientos se multiplican. Se puede subrayar –sin ánimo de agotar la lista- el flagelo del desempleo (especialmente entre los jóvenes), la pobreza generalizada e incluso el analfabetismo que pocas veces el gobierno de turno quiere reconocer. Estos son algunos de los principales indicadores que expresan que los derechos por el momento llegan tarde, incompletos e incluso mal; porque acceder a derechos implica más conciencia acerca de las responsabilidades y obligaciones. Esta es una de las causas por la que prevalece la injusticia social y gran parte de ella la tienen quienes toman decisiones en nombre de la justicia social.
Se puede hablar también de la inseguridad, de la corrupción sindical, empresaria, política, policial e institucional, que favorecen que los Municipios y las provincias muchas veces sean manejadas no como territorios autónomos sino dependientes del poder central o nacional: esto también habla de un cuadro de decadencia. El contrabando a plena luz del día y frente a las instituciones que deben velar para que no ocurran se sucede a diario y a gran escala.
En materia ambiental los flagelos son tremendos. Pareciera que el país consolidara ser colonia, donde las empresas y las prácticas extractivas se ejecutan sin controles, arrasando no sólo con el presente sino también con el futuro.
Hay también decisiones que no se toman y cuya ausencia alimenta la anarquía. Por ejemplo, nadie se atreve a modificar el actual sistema federal de coparticipación a pesar de que es un mandato constitucional.
Las deficiencias podrían señalarse casi hasta el hartazgo y en todos los rubros, donde no están exentos ni los funcionarios públicos pero tampoco el empresariado privado. La propia sociedad muchas veces se comporta con demasiada anomia, es decir, sin respeto por las normas.
Algo anda mal en la sociedad. El padre no encuentra trabajo, pero el trabajo infantil sigue siendo un flagelo. Los trabajadores deben pagar impuestos, pero los especuladores y quienes evadieron impuestos fueron recibidos a través del blanqueo y garantizándoles que no darán explicaciones por cómo han hecho esa fortuna mal habida.
Argentina es un país enorme, tiene excedentes en materia de alimentos y energía, con una población talentosa; además posee un inmenso territorio aún sin habitar, una industria ligera desarrollada y otra industria pesada de apreciable condiciones…. Los grandes líderes que lograron transformaciones en una sociedad supieron que no se requería de fórmulas mágicas y únicas. Fueron maestros a la hora de enseñar a distinguir el interés general como un valor superior a la especulación y a la corrupción.
Se puede hablar también de la inseguridad, de la corrupción sindical, empresaria, política, policial e institucional, que favorecen que los Municipios y las provincias muchas veces sean manejadas no como territorios autónomos sino dependientes del poder central o nacional: esto también habla de un cuadro de decadencia. El contrabando a plena luz del día y frente a las instituciones que deben velar para que no ocurran se sucede a diario y a gran escala.
En materia ambiental los flagelos son tremendos. Pareciera que el país consolidara ser colonia, donde las empresas y las prácticas extractivas se ejecutan sin controles, arrasando no sólo con el presente sino también con el futuro.
Hay también decisiones que no se toman y cuya ausencia alimenta la anarquía. Por ejemplo, nadie se atreve a modificar el actual sistema federal de coparticipación a pesar de que es un mandato constitucional.
Las deficiencias podrían señalarse casi hasta el hartazgo y en todos los rubros, donde no están exentos ni los funcionarios públicos pero tampoco el empresariado privado. La propia sociedad muchas veces se comporta con demasiada anomia, es decir, sin respeto por las normas.
Algo anda mal en la sociedad. El padre no encuentra trabajo, pero el trabajo infantil sigue siendo un flagelo. Los trabajadores deben pagar impuestos, pero los especuladores y quienes evadieron impuestos fueron recibidos a través del blanqueo y garantizándoles que no darán explicaciones por cómo han hecho esa fortuna mal habida.
Argentina es un país enorme, tiene excedentes en materia de alimentos y energía, con una población talentosa; además posee un inmenso territorio aún sin habitar, una industria ligera desarrollada y otra industria pesada de apreciable condiciones…. Los grandes líderes que lograron transformaciones en una sociedad supieron que no se requería de fórmulas mágicas y únicas. Fueron maestros a la hora de enseñar a distinguir el interés general como un valor superior a la especulación y a la corrupción.
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