Historia que se repite
Antes que nada una aclaración elemental: no hacemos extensiva a esta crítica a los cajeros del Bersa o los que trabajan en otras instituciones, porque después de todo ellos son también los rehenes de un sistema bancario anacrónico, obsoleto y perverso.
Por vivir mes a mes el problema, ningún jubilado nos puede contar lo que venimos experimentando todos los meses en el Centro de Pagos de calle Urquiza en el Bersa.
Ayer a las 8 se repitió la historia, la de siempre: a los quince minutos de comenzado el pago de las jubilaciones el mismo cesa en forma abrupta, hasta que desde la casa central bancaria se acciona el sistema que permite abrir el tesoro de calle Urquiza. Y quienes hacen cola tienen que armarse de paciencia, aguante y esperar, nunca no menos de media hora, hasta que el contador entrega el efectivo a los cajeros.
Para una persona joven, permanecer media hora esperando no es mortificante en extremo. Pero hay que ponerse en el lugar de nuestros ancianos, que no tiene por què someterse a semejantes amansadora. Ayer, un abuelo, pese a estar afectado por un cuadro agudo de gastroenteritis se tuvo que tragar la bronca en silencio aunque por dentro quizás estuviera tentado a romperlo todo. Y en ese caso..¿de qué se lo acusaría?
Algunos chillan contra los cajeros. ¡Injusto!. Lo que debe saberse es que por decisión del Banco Central ningún caja debe de tener màs de cinco mil pesos al iniciar su tarea diaria ?por razones de seguridad?.
¿Cuánto importa en estos casos la seguridad física y espiritual de nuestras abuelas y abuelos, sometidos casi un vejamen bancario.
¿Lo más lógico no sería permitir a los bancos que pagan a jubilados y pensionados dispongan de un fondo determinado y suficiente para no estropear la salud de nuestros queridos viejos, como supone el obligarlos a sufrir ?plantones? que muchas veces se tornan insufribles?
Alguien debiera ocuparse y preocuparse por el problema expuesto, sobre todo nuestros legisladores que, antes de andar perdiendo el tiempo para servir de alfombra a sus autoridades partidistas, tendría que ponerse al servicio incondicional de la gente. Sería, por lo demás, una sobria manera de justificar las abultadas dietas que perciben, no pocas veces por hacer nada?
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