Justicia social para las Amas de Casa
Sin hay un sector que aún espera por justicia social ese es el de los jubilados y pensionados. Y entre ellos, las beneficiarias de la Ley 8.107 que forman parte del régimen de jubilación para Amas de Casa.
Con suerte, hoy una jubilada por ese sistema cobra menos de 500 pesos mensuales. La exigua cifra exime de hacer cualquier comentario, porque se traduce en derechos vulnerados, en una patente radiografía de la injusticia social y principalmente de un desprecio hacia la ancianidad.
De acuerdo a la ley que creó este Régimen de Jubilación, “se considera ama de casa a la mujer que realiza tareas de atención del hogar, que no percibe remuneración y forma o formó parte o tiene o tuvo a cargo un grupo familiar, cualquiera sea su estado civil”.
Por eso sus beneficiarias “no gozan de beneficios previsionales resultantes de su trabajo, y no realizan actividad lucrativa por cuenta propia o ajena”.
Cuando se creó el sistema se sostuvo que la afiliación a ese régimen era voluntario, pero reportaba la obligación de aportar en forma regular y efectiva.
Las amas de casa que se adhieren al sistema deben ser mayores de 55 años de edad y acreditar diez años de aportes como mínimo, en su condición de ama de casa.
Hoy estas mujeres, muchas solas y sin ayuda, otras con responsabilidades familiares, apenas perciben 500 pesos para vivir todo el mes. Una cifra que es mucho menor al gasto de un celular de cualquier funcionario de cuarta y tercera línea del gobierno provincial.
Algo está mal en una sociedad cuyos índices de crecimiento se exhiben como hechos históricos en la economía, pero los jubilados y pensionados –especialmente las Amas de Casa- ni siquiera pueden soñar con alcanzar una canasta mínima y básica de alimentos, mucho menos cubrir sus remedios o sus naturales necesidades de recreación, cultura y esparcimiento.
Pareciera que jubilarse es un castigo. Pareciera no. Es un castigo, tanto para los que aportaron toda una vida como para quienes ven que un beneficio se transforma casi en una burla, en una caricatura del concepto de justicia social.
Se requiere presupuesto, adecuaciones de las normas a la realidad, destinar más dinero, efectivo. No hay otra solución y no hay márgenes para vanas promesas, que luego al no cumplirse desvanece la esperanza.
Las jubiladas Amas de Casa necesitan ser reivindicadas todos los meses con un beneficio acorde al enorme esfuerzo que implica llevar un hogar todos los días de una vida. Y mucho más para aquellas que lo han hecho sin tener nada de nada. De eso se trata este régimen, este beneficio. Por eso se insiste que 500 pesos mensuales se parece más a una burla que a un acto de justicia social.
En septiembre el Ejecutivo provincial tiene que elevar el Presupuesto 2012. En pocos días podría estar dando una señal inequívoca de que el tan mentado crecimiento económico llega también a los más pobres. Las Amas de Casa esperan, como durante toda su vida, que haya un poco de justicia para con ellas. Que esta deuda no siga creciendo y que ese beneficio no quede erosionado por una inflación que no distingue a los que menos tienen.
De acuerdo a la ley que creó este Régimen de Jubilación, “se considera ama de casa a la mujer que realiza tareas de atención del hogar, que no percibe remuneración y forma o formó parte o tiene o tuvo a cargo un grupo familiar, cualquiera sea su estado civil”.
Por eso sus beneficiarias “no gozan de beneficios previsionales resultantes de su trabajo, y no realizan actividad lucrativa por cuenta propia o ajena”.
Cuando se creó el sistema se sostuvo que la afiliación a ese régimen era voluntario, pero reportaba la obligación de aportar en forma regular y efectiva.
Las amas de casa que se adhieren al sistema deben ser mayores de 55 años de edad y acreditar diez años de aportes como mínimo, en su condición de ama de casa.
Hoy estas mujeres, muchas solas y sin ayuda, otras con responsabilidades familiares, apenas perciben 500 pesos para vivir todo el mes. Una cifra que es mucho menor al gasto de un celular de cualquier funcionario de cuarta y tercera línea del gobierno provincial.
Algo está mal en una sociedad cuyos índices de crecimiento se exhiben como hechos históricos en la economía, pero los jubilados y pensionados –especialmente las Amas de Casa- ni siquiera pueden soñar con alcanzar una canasta mínima y básica de alimentos, mucho menos cubrir sus remedios o sus naturales necesidades de recreación, cultura y esparcimiento.
Pareciera que jubilarse es un castigo. Pareciera no. Es un castigo, tanto para los que aportaron toda una vida como para quienes ven que un beneficio se transforma casi en una burla, en una caricatura del concepto de justicia social.
Se requiere presupuesto, adecuaciones de las normas a la realidad, destinar más dinero, efectivo. No hay otra solución y no hay márgenes para vanas promesas, que luego al no cumplirse desvanece la esperanza.
Las jubiladas Amas de Casa necesitan ser reivindicadas todos los meses con un beneficio acorde al enorme esfuerzo que implica llevar un hogar todos los días de una vida. Y mucho más para aquellas que lo han hecho sin tener nada de nada. De eso se trata este régimen, este beneficio. Por eso se insiste que 500 pesos mensuales se parece más a una burla que a un acto de justicia social.
En septiembre el Ejecutivo provincial tiene que elevar el Presupuesto 2012. En pocos días podría estar dando una señal inequívoca de que el tan mentado crecimiento económico llega también a los más pobres. Las Amas de Casa esperan, como durante toda su vida, que haya un poco de justicia para con ellas. Que esta deuda no siga creciendo y que ese beneficio no quede erosionado por una inflación que no distingue a los que menos tienen.
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