La televisión alarma
No es la primera vez, y suponemos que no será la última, que debamos ocuparnos de los estragos que está produciendo la televisión en la formación de las nuevas generaciones de argentinos. Pero para no caer en una crítica injusta y desmesurada, conviene aclarar que no se pone en tela de juicio a la televisión en sí misma, formidable logro de la inteligencia humana, sino a los programas que por ella se emiten.
En esta semana se conoció una declaración conjunta de todas las religiones aceptadas en la Argentina, declaración pública en la que han dejado expresada su preocupación y ?alarma social? por el grave deterioro de los contenidos de la televisión y el efecto nocivo que producen en los chicos.
La llamada Mesa de Televisión y Valores que integran miembros de los credos católicos, judía, musulmana y evangélica de la Argentina, junto con organizaciones civiles, han formulado un diagnóstico que quita el sueño al tiempo que reclaman ?exigen, sería lo más apropiado- un cumplimiento más estricto del horario de protección al menor.
También han hecho pública su preocupación por la manipulación creciente de las audiencias y los televidentes, el deterioro del lenguaje y la canalización de la vida humana en cualquiera de sus aspectos.
Pero la Mesa de Televisión no sólo formula críticas sino que aporta ideas y sugerencias para tratar de modificar los programas televisivos. Para ello, se ha tenido en cuenta una encuesta del año pasado de Pisos-Mora y Araujo en que se entrevistó a l200 personas de once ciudades del país. Los resultados de la misma fueron terminantes, concluyentes: el 88 por ciento de los adultos consideró que la TV abierta no ayuda, ni a padres ni a docentes, en la educación de los chicos y que éstos son los más afectados por los contenidos televisivos.
Nos parece más que loable la reacción unánime de las religiones, pero de poco y nada servirá si el COMFER, previa modificación del alcance de su autoridad, no actúa drásticamente contra uno de los zares de la TV abierta, que poco le interesa pagar una multa de tres mil pesos cuando para mostrar el ?baile del caño? cobra 5 mil pesos el segundo de publicidad.
Los líderes religiosos lamentan ?la manipulación creciente de audiencias y televidentes -particularmente de aquellos más vulnerables- en una acción grave y disolvente del tejido social?.
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