La violencia no es ajena a la ciudad
Dos homicidios y un herido por armas blancas han conmovido a la comunidad. Si bien es cierto que no hay muchos antecedentes de tanta agresividad simultánea, los hechos no pueden leerse por separado porque expresan que la sociedad ha ingresado a una zona donde la violencia se torna cada vez más cotidiana.
Es cierto que estos tres casos son extremos y no tienen conexión entre sí, excepto que ocurrieron en el seno de una misma sociedad, en un mismo territorio y que por eso deben considerarse como una expresión que refleja algo que debe tomarse con mayor amplitud: la violencia en Gualeguaychú no es solamente la característica de una situación de seguridad, sino también expresa cómo se encuentra su salud pública.
Hay datos que merecen una lectura integral. Por ejemplo, en este primer semestre del año, 34 personas fueron muertas producto de homicidios en la provincia (no se contabilizan los fallecidos en accidentes de tránsito, que también podría inscribirse en conductas de violencia o agresivas). De esos 34 homicidios, 17 –es decir, el cincuenta por ciento- ocurrieron en una misma comunidad: Paraná.
En la provincia –como en la ciudad, aunque con menor grado- la violencia puede inscribirse como uno de los principales problemas sociales e ingresar a una zona donde debe afrontarse este flagelo incluso desde la salud y la educación y no solamente desde las áreas vinculadas con la seguridad.
La violencia –mucho más cuando es seguida de muerte- impacta en todas las dimensiones de la vida social y genera angustia e incertidumbre en los ciudadanos. Hoy es común que las personas expresen temor de ser víctimas ya no sólo en la vía pública sino en sus propios hogares.
Para aquellos que aún les cuesta percibir la violencia en la sociedad entrerriana, baste decir que el sistema judicial –especialmente el Penal- como la policía y el servicio penitenciario, están sobrepasados cuando en realidad deberían dar respuestas a este flagelo.
Una definición clásica de violencia en las personas indica que es la agresividad instintiva guiada para producir un daño, y en su origen y manifestaciones es una conducta irracional. Los expertos sostienen que la violencia puede ser ejercida por una o varias personas, pero se expresa siempre como el sometimiento de manera intencional al maltrato y al sufrimiento, atentando contra la integridad tanto física como psicológica y moral de cualquier persona o grupo de personas.
Los últimos hechos deberían hacer reflexionar para comprender mejor la dimensión del significado que encierra la violencia como un fenómeno social muy peligroso.
Gualeguaychú no debe ni merece acostumbrarse a las conductas violentas, aunque éstas sean cada vez más comunes.
Para ello es menester reconocer a la violencia como un acto social, tanto por su magnitud como por las derivaciones colectivas que desencadena. Además, hay que convenir que la violencia tiene siempre carácter multifacético y los contextos en los que se manifiesta también son variados.
No se puede cerrar los ojos a lo que está ocurriendo o circunscribirlo a hechos aislados. La violencia se está incrementando, tanto las individuales como las colectivas. Y hay violencia en el ámbito privado como en el público.
Por último, los actos violentos como los vividos en los últimos días ¿ocurren de modo aislado o expresan que forman parte de complejas realidades no avizoradas a tiempo? ¿Se trata de hechos únicos y aislados o son una consecuencia por no haber abordado las distintas facetas –escalada- de violencia y agresividad en que a veces se sumerge la sociedad?
Hay datos que merecen una lectura integral. Por ejemplo, en este primer semestre del año, 34 personas fueron muertas producto de homicidios en la provincia (no se contabilizan los fallecidos en accidentes de tránsito, que también podría inscribirse en conductas de violencia o agresivas). De esos 34 homicidios, 17 –es decir, el cincuenta por ciento- ocurrieron en una misma comunidad: Paraná.
En la provincia –como en la ciudad, aunque con menor grado- la violencia puede inscribirse como uno de los principales problemas sociales e ingresar a una zona donde debe afrontarse este flagelo incluso desde la salud y la educación y no solamente desde las áreas vinculadas con la seguridad.
La violencia –mucho más cuando es seguida de muerte- impacta en todas las dimensiones de la vida social y genera angustia e incertidumbre en los ciudadanos. Hoy es común que las personas expresen temor de ser víctimas ya no sólo en la vía pública sino en sus propios hogares.
Para aquellos que aún les cuesta percibir la violencia en la sociedad entrerriana, baste decir que el sistema judicial –especialmente el Penal- como la policía y el servicio penitenciario, están sobrepasados cuando en realidad deberían dar respuestas a este flagelo.
Una definición clásica de violencia en las personas indica que es la agresividad instintiva guiada para producir un daño, y en su origen y manifestaciones es una conducta irracional. Los expertos sostienen que la violencia puede ser ejercida por una o varias personas, pero se expresa siempre como el sometimiento de manera intencional al maltrato y al sufrimiento, atentando contra la integridad tanto física como psicológica y moral de cualquier persona o grupo de personas.
Los últimos hechos deberían hacer reflexionar para comprender mejor la dimensión del significado que encierra la violencia como un fenómeno social muy peligroso.
Gualeguaychú no debe ni merece acostumbrarse a las conductas violentas, aunque éstas sean cada vez más comunes.
Para ello es menester reconocer a la violencia como un acto social, tanto por su magnitud como por las derivaciones colectivas que desencadena. Además, hay que convenir que la violencia tiene siempre carácter multifacético y los contextos en los que se manifiesta también son variados.
No se puede cerrar los ojos a lo que está ocurriendo o circunscribirlo a hechos aislados. La violencia se está incrementando, tanto las individuales como las colectivas. Y hay violencia en el ámbito privado como en el público.
Por último, los actos violentos como los vividos en los últimos días ¿ocurren de modo aislado o expresan que forman parte de complejas realidades no avizoradas a tiempo? ¿Se trata de hechos únicos y aislados o son una consecuencia por no haber abordado las distintas facetas –escalada- de violencia y agresividad en que a veces se sumerge la sociedad?
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