Las Pymes, ese milagro real
Las pequeñas y medianas empresas argentinas emplean casi el 70 por ciento de la población activa y su participación en la producción ronda casi el 60 por ciento.
Las Pymes bien merecen ser consideradas como “motor de la economía”. Además, y esto hay que reconocerlo para no caer en la injusticia, las “pymes” han logrado sobrevivir a la salvaje apertura económica de los ´90 y desde entonces son las que generan el milagro real de los argentinos.
Sin embargo, a pesar de estos atributos y de su enorme influencia en la economía a escala humana, las pequeñas y medianas empresas (pymes) puede considerarse en situación crítica y aún más injusto todavía, no tienen demasiadas oportunidades para lograr financiamientos competitivos para su crecimiento y desarrollo.
Un claro indicador de esta situación se observa por el vacío de líneas de créditos competitivos, que no sean leoninos, para el sector.
Esto es así porque a la apertura de la economía todavía la siguen manejando un gran mercando concentrado que casi monopoliza los recursos financieros.
Las pymes, especialmente las vinculadas con el sector industrial están siendo afectadas por las restricciones en el financiamiento, por el elevado costo del crédito y el costo de los servicios como el energético. Este cuadro es más dramático para una pymes que recién empieza, dado que el sistema denominado energía plus, al no tener parámetro de consumo, le computa el 100 por ciento de su utilización a un costo mayor que el habitual.
Esta situación desalienta las inversiones, dado que de entrada debe competir con un costo energético muy superior a las que están funcionando. La energía plus debe cambiar su sistema, dado que las empresas que recién se inician pagan por el “pecado” de no tener un consumo previo comparativo.
La contradicción es que, por ejemplo, el Mercosur, está teniendo cada vez más exigencia y requerimientos de mayores escalas de producción, y esto implica el diseño de nuevas formas de comercialización. Pero sin créditos adecuados, sin financiamiento y con costos energéticos superiores para una pymes que recién se inicia, todo le resulta un obstáculo y un desaliento.
A pesar de las bonanzas de un sistema económico nacional y regional que augura perspectivas de crecimientos, en este contexto de obstáculo las Pymes están amenazadas, incluso para sobrevivir.
Una situación similar (con sus variantes y diferencias) atraviesan los pequeños y medianos productores agropecuarios, que pierden el fruto de su trabajo en manos de los grandes acopiadores y exportadores.
Sin embargo las pymes industriales y empresariales (en diferentes rubros) y los pequeños y medianos productores son los que generan la riqueza de un país. No darles la jerarquía y el reconocimiento que merecen, equivale a estar matando la gallina de los huevos de oro. Un acto suicida en términos económicos, donde la historia argentina está llena de testimonios.
Cuando las pymes desaparecen, cuando el pequeño y mediano productor desaparece, ya se sabe: la economía explota por los aires; y de esa crisis solo las pymes y los pequeños chacareros siempre son los que ponen el hombro al país. ¿No sería pertinente, justo, en época de crecimiento darle mayores oportunidades a quienes le dan permanentemente oportunidades al país?
Sin embargo, a pesar de estos atributos y de su enorme influencia en la economía a escala humana, las pequeñas y medianas empresas (pymes) puede considerarse en situación crítica y aún más injusto todavía, no tienen demasiadas oportunidades para lograr financiamientos competitivos para su crecimiento y desarrollo.
Un claro indicador de esta situación se observa por el vacío de líneas de créditos competitivos, que no sean leoninos, para el sector.
Esto es así porque a la apertura de la economía todavía la siguen manejando un gran mercando concentrado que casi monopoliza los recursos financieros.
Las pymes, especialmente las vinculadas con el sector industrial están siendo afectadas por las restricciones en el financiamiento, por el elevado costo del crédito y el costo de los servicios como el energético. Este cuadro es más dramático para una pymes que recién empieza, dado que el sistema denominado energía plus, al no tener parámetro de consumo, le computa el 100 por ciento de su utilización a un costo mayor que el habitual.
Esta situación desalienta las inversiones, dado que de entrada debe competir con un costo energético muy superior a las que están funcionando. La energía plus debe cambiar su sistema, dado que las empresas que recién se inician pagan por el “pecado” de no tener un consumo previo comparativo.
La contradicción es que, por ejemplo, el Mercosur, está teniendo cada vez más exigencia y requerimientos de mayores escalas de producción, y esto implica el diseño de nuevas formas de comercialización. Pero sin créditos adecuados, sin financiamiento y con costos energéticos superiores para una pymes que recién se inicia, todo le resulta un obstáculo y un desaliento.
A pesar de las bonanzas de un sistema económico nacional y regional que augura perspectivas de crecimientos, en este contexto de obstáculo las Pymes están amenazadas, incluso para sobrevivir.
Una situación similar (con sus variantes y diferencias) atraviesan los pequeños y medianos productores agropecuarios, que pierden el fruto de su trabajo en manos de los grandes acopiadores y exportadores.
Sin embargo las pymes industriales y empresariales (en diferentes rubros) y los pequeños y medianos productores son los que generan la riqueza de un país. No darles la jerarquía y el reconocimiento que merecen, equivale a estar matando la gallina de los huevos de oro. Un acto suicida en términos económicos, donde la historia argentina está llena de testimonios.
Cuando las pymes desaparecen, cuando el pequeño y mediano productor desaparece, ya se sabe: la economía explota por los aires; y de esa crisis solo las pymes y los pequeños chacareros siempre son los que ponen el hombro al país. ¿No sería pertinente, justo, en época de crecimiento darle mayores oportunidades a quienes le dan permanentemente oportunidades al país?
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