Los delincuentes velan las armas
Singular paradoja la nuestra: mientras los delincuentes velan las armas tramando nuevas iniquidades, la sociedad argentina aparece cada día más inerme e indefensa.
En estas horas, se celebra el hecho que miles de argentinos hayan entregado sus armas en tanto los delincuentes, por el contrario, no sólo que no entregan las suyas sino adquieren armas más poderosas y aniquiladoras, en algunos casos superiores a las que utilizan las fuerzas de seguridad, lo cual carece de todo sentido.
Y este es el momento en que muchos se plantean hasta donde es lógico y lícito que el ciudadano común no tenga derecho a velar por su propia seguridad adquiriendo armas para defender su vida y hacienda. Si bien se trata de un tema opinable y siempre discutible.
Los hechos acaecidos en la última Nochebuena y en la propia Navidad están demostrando que en tanto los civiles se desarman los delincuentes, sabiéndolo, empiezan a cebarse por el hecho que la gente, al entregar sus armas, se expone
a ser blanco permanente de las bandas de salteadores callejeros, para quienes la vida ha perdido todo valor y sustancia.
No dudamos de la buena intención que ha tenido y tiene el operativo destinado a la entrega o canje de armas. La realidad, sin embargo, estaría demostrando que fue y es un trágico error dejar inerme a la población a merced de una delincuencia carente de límites y escrúpulos. No vemos entonces razón para celebrar el casi vaciamiento armado en la Argentina.
Además, cabe plantearse hasta donde es lícito negarle al ciudadano común el legítimo derecho que tiene a defender su vida y hacienda.
La sola circunstancia de estar asistiendo a un virtual festival de sangre, todo ello matizado con crueles asaltos y secuestros, amerita que nos preguntemos hasta cuándo
resulta aceptable que la sociedad sea obligada a bajar sus brazos entregando lo único o poco que tiene para defenderse.
Nos parece que habría que buscar otro camino que permita a los argentinos vivir en el seno de una auténtica seguridad y no con un sistema que los obliga a dormir con el enemigo.
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