Multitudinaria y plural
Miles y miles de personas marcharon ayer. El cálculo de cuántos fueron a la séptima marcha contra Botnia es ocioso porque lo importante y esencial es que hay un pueblo que viene clamando desde hace años por una solución al conflicto y que permanecerá así -incluso se va profundizando- hasta que la planta Orion (UPM, ex Botnia) se vaya de la cuenca del río Uruguay.
No hay otra posibilidad teniendo en cuenta que se trata de un emprendimiento contaminante, ecocida y que además no goza de la licencia social de los pueblos.
Muchos de los que no pudieron asistira la marcha al puente internacional “General San Martín”, adhirieron y acompañan la lucha que desde hace años emprendió Gualeguaychú, que incluso marcó un antes y un después en materia de conciencia ambiental.
Lo esencial es que hay un clamor plural, multitudinario, diverso, polifónico, que exige ser escuchado y que expresa –desde hace más de siete años- que algo mal están haciendo los gobiernos al darles la espalda a sus propios pueblos.
En estos años quedaron muy evidentes las mentiras del gobierno de Finlandia como del Uruguay y de la propia planta Orion (UPM, ex Botnia), que prometían tecnologías limpias. Quedó en evidencia que lejos de construir prosperidad, generaron desocupación y que su afán de lucro no tiene límites y se obtiene a costa de la contaminación irreversible que están generando en el río, en la tierra y en el aire.
Quedó en evidencia que el monitoreo tal como está diseñado jamás será efectivo en su objetivo de inspección y vigilancia, porque se le anticipa con mucho tiempo el anuncio que controlarán a la planta. ¿Dónde queda el factor sorpresa de toda inspección? En esta materia, no existe. Son amateurs, por más tecnología de avanzada a la que aspiren manejar.
La marcha de ayer evidencia que no alcanza con judicializar las protestas sociales para silenciar a un pueblo que tiene la convicción de que está defendiendo la vida en todas sus formas.
Queda claro que emprendimientos como el de Botnia exigen para existir que las Repúblicas queden arrodilladas ante ese enclave colonialista y nefasto para la historia de hermandad de ambas orillas.
¿Dónde quedó la promesa de que si Botnia contamina la iban a cerrar? Quedaron licuadas en los intereses nunca declarados de la dirigencia oriental y se pierden en el sumidero de la corrupción.
La marcha de la Asamblea Ciudadana Ambiental es una clara interpelación a ambos gobiernos, evidencia la mala fe que conducen a los gobiernos. La de ayer sumó, además, otro acierto, al proclamar como lema “Por la vida de todos, escuchemos a la naturaleza”.
¿Hasta cuándo jugarán a la ruleta rusa los gobiernos con emprendimientos como el de Botnia? Ha llegado el tiempo de que escuchen al pueblo, que no otorga licencia social a estas empresas y que alertan que se está produciendo una contaminación irreversible en la cuenca del río Uruguay.
Multitudinaria, plural, amplia, democrática… la marcha de los asambleístas es imparable y son imposible de contar porque es un pueblo el que camina y clama.
Muchos de los que no pudieron asistira la marcha al puente internacional “General San Martín”, adhirieron y acompañan la lucha que desde hace años emprendió Gualeguaychú, que incluso marcó un antes y un después en materia de conciencia ambiental.
Lo esencial es que hay un clamor plural, multitudinario, diverso, polifónico, que exige ser escuchado y que expresa –desde hace más de siete años- que algo mal están haciendo los gobiernos al darles la espalda a sus propios pueblos.
En estos años quedaron muy evidentes las mentiras del gobierno de Finlandia como del Uruguay y de la propia planta Orion (UPM, ex Botnia), que prometían tecnologías limpias. Quedó en evidencia que lejos de construir prosperidad, generaron desocupación y que su afán de lucro no tiene límites y se obtiene a costa de la contaminación irreversible que están generando en el río, en la tierra y en el aire.
Quedó en evidencia que el monitoreo tal como está diseñado jamás será efectivo en su objetivo de inspección y vigilancia, porque se le anticipa con mucho tiempo el anuncio que controlarán a la planta. ¿Dónde queda el factor sorpresa de toda inspección? En esta materia, no existe. Son amateurs, por más tecnología de avanzada a la que aspiren manejar.
La marcha de ayer evidencia que no alcanza con judicializar las protestas sociales para silenciar a un pueblo que tiene la convicción de que está defendiendo la vida en todas sus formas.
Queda claro que emprendimientos como el de Botnia exigen para existir que las Repúblicas queden arrodilladas ante ese enclave colonialista y nefasto para la historia de hermandad de ambas orillas.
¿Dónde quedó la promesa de que si Botnia contamina la iban a cerrar? Quedaron licuadas en los intereses nunca declarados de la dirigencia oriental y se pierden en el sumidero de la corrupción.
La marcha de la Asamblea Ciudadana Ambiental es una clara interpelación a ambos gobiernos, evidencia la mala fe que conducen a los gobiernos. La de ayer sumó, además, otro acierto, al proclamar como lema “Por la vida de todos, escuchemos a la naturaleza”.
¿Hasta cuándo jugarán a la ruleta rusa los gobiernos con emprendimientos como el de Botnia? Ha llegado el tiempo de que escuchen al pueblo, que no otorga licencia social a estas empresas y que alertan que se está produciendo una contaminación irreversible en la cuenca del río Uruguay.
Multitudinaria, plural, amplia, democrática… la marcha de los asambleístas es imparable y son imposible de contar porque es un pueblo el que camina y clama.
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