Necesidad de ser perseverantes
No nos queda la menor duda: somos una sociedad ciclotímica, lo cual explica que pasemos de un estado de ánimo optimista al peor de los desánimos y a virtuales renunciamientos en el sostén de ideas y proyectos.
Para demostrarlo, basta y sobra un botón. Hace algún tiempo se reflotó la idea, desde siempre sostenida por nosotros a modo de bandera, de construir el gran centro cívico que nos merecemos y que, sin embargo, nos obstinamos en echar abajo las veces que podemos.
Lo tenemos todo para aglutinar en un solo lugar todas las oficinas públicas, hoy dispersas por doquiera para jorobar a la gente que debe andar de aquí para allá para hacer las más diversas gestiones de orden público y privad. Realmente, no sabemos qué se está esperando para darnos manos a la obra.
Lo tenemos al alcance de la mano para tener un moderno centro cívico en el predio donde antes ocupó el mercado municipal y ex terminal de ómnibus. Es, seguramente, el lugar más apropiado y estratégico para concentrar las principales oficinas provinciales y locales, de modo que no creemos en presencia de una utopía sino de algo factible por donde se lo observe y analice.
No creemos que esté haciendo falta un gran estudio de factibilidad: con remitirnos a datos de la realidad es fácilmente demostrable que un centro cívico descongestionaría la atención del público sin obligarlo a andar peregrinando de oficina e oficina ubicadas en sitios apartados de la ciudad.
Lo que nos está faltando es sentido práctico para resolver nuestros problemas, cuya soluciones se siguen dilatando sin razón aparente. !Por favor!, alguna vez dejemos que el sentido común nos gobierne.
En cualquier pueblo del mundo, esta cuestión se habría resuelto en un periquete sin buscarle las cinco patas al gato. Pero nosotros hacemos lo del perro que da mil vueltas antes de echarse.
En esta caso, y parafraseando al gran pensador castellano, tendríamos que decir “ a las cosas, gualeguaychenses, a las cosas. No perdamos, por favor, más oportunidades, comenzando por recordar que lo más caro que tenemos es el tiempo porque lo pagamos con nuestra vida.
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