No al aborto
En el Congreso Nacional se está analizando un par de proyectos que buscan despenalizar el aborto. Las iniciativas responden a distintas bancadas legislativas y en la última exposición del Jefe de Gabinete de Ministros en la Cámara Baja, aclaró que el Ejecutivo Nacional no alienta ningún proyecto con esos propósitos.
Por otro lado, la propia Iglesia Católica ha sido firme al señalar que el aborto “nunca es solución”, ya que la “vida es un derecho humano fundamental”.
Además, hay que recordar que en el Código Civil y Comercial se dejó muy en claro que “la existencia de la persona humana comienza desde la concepción”.
En este contexto, es oportuno hacer propias las palabras de la Conferencia Episcopal Argentina, que en un comunicado, enfatizaron que “la ciencia demuestra que la vida humana comienza desde el momento de la concepción, en la que se configura un ser humano nuevo, único e irrepetible”.
En este plano, cuando una mujer está embarazada ya no hay que hablar de una vida, sino de dos y ambas deben ser preservadas y respetadas.
Los obispos argentinos recalcaron que “la biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, que desde el momento de la concepción existe una nueva vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente” e insistieron en que “el derecho a la vida es el derecho humano fundamental”.
Sería más que oportuno que los legisladores reflexionen sobre estos conceptos, que si bien son básicos, también son esenciales para comprender de la magnitud de la situación que se plantea. Se trata de un tema que si se llega a despenalizar tendría consecuencias no sólo jurídicas, sino culturales y éticas.
“Las leyes van configurando la cultura de los pueblos y una legislación que no protege la vida favorece una cultura de la muerte. La ley, en cuanto base de un ordenamiento jurídico, tiene un sentido pedagógico para la vida de la sociedad”, insistieron los obispos, que además recordaron que Argentina “tiene una sabia y humanista tradición jurídica de protección de la vida humana desde la fecundación”.
“Esta protección, lejos de ser expresión de una visión religiosa, es manifestación del respeto que merece cada vida humana y que está en la base del funcionamiento del sistema de derechos humanos”, añadieron.
Defender un principio elemental de los derechos humanos como es el derecho a la vida en absoluto debe ser interpretado como algo oscurantista, sino todo lo contrario: es algo iluminador, especialmente para los tiempos que corren.
Este tema habrá que seguirlo de cerca, porque es de una enorme importancia para los argentinos y nadie puede permanecer indiferente. Y aquí no hay más que dos opciones: o se está con la cultura de la vida o con la cultura de la muerte. Por eso, el aborto nunca puede ser una solución de nada.
Además, hay que recordar que en el Código Civil y Comercial se dejó muy en claro que “la existencia de la persona humana comienza desde la concepción”.
En este contexto, es oportuno hacer propias las palabras de la Conferencia Episcopal Argentina, que en un comunicado, enfatizaron que “la ciencia demuestra que la vida humana comienza desde el momento de la concepción, en la que se configura un ser humano nuevo, único e irrepetible”.
En este plano, cuando una mujer está embarazada ya no hay que hablar de una vida, sino de dos y ambas deben ser preservadas y respetadas.
Los obispos argentinos recalcaron que “la biología manifiesta de modo contundente a través del ADN, que desde el momento de la concepción existe una nueva vida humana que ha de ser tutelada jurídicamente” e insistieron en que “el derecho a la vida es el derecho humano fundamental”.
Sería más que oportuno que los legisladores reflexionen sobre estos conceptos, que si bien son básicos, también son esenciales para comprender de la magnitud de la situación que se plantea. Se trata de un tema que si se llega a despenalizar tendría consecuencias no sólo jurídicas, sino culturales y éticas.
“Las leyes van configurando la cultura de los pueblos y una legislación que no protege la vida favorece una cultura de la muerte. La ley, en cuanto base de un ordenamiento jurídico, tiene un sentido pedagógico para la vida de la sociedad”, insistieron los obispos, que además recordaron que Argentina “tiene una sabia y humanista tradición jurídica de protección de la vida humana desde la fecundación”.
“Esta protección, lejos de ser expresión de una visión religiosa, es manifestación del respeto que merece cada vida humana y que está en la base del funcionamiento del sistema de derechos humanos”, añadieron.
Defender un principio elemental de los derechos humanos como es el derecho a la vida en absoluto debe ser interpretado como algo oscurantista, sino todo lo contrario: es algo iluminador, especialmente para los tiempos que corren.
Este tema habrá que seguirlo de cerca, porque es de una enorme importancia para los argentinos y nadie puede permanecer indiferente. Y aquí no hay más que dos opciones: o se está con la cultura de la vida o con la cultura de la muerte. Por eso, el aborto nunca puede ser una solución de nada.
Este contenido no está abierto a comentarios