Reconocer a quienes dedican su tiempo a otros
Hoy se celebra el Día Internacional de los Voluntarios, es decir, es una fecha que permite reconocer a quienes dedican parte de su tiempo y talentos para brindar mejores oportunidades de vida a los demás.
En parte, esta es la historia de Gualeguaychú que ha sabido generar más de trescientas organizaciones e instituciones que tienen su base y su horizonte en la defensa del interés general.
Existen múltiples y diversas definiciones de voluntariado. El diccionario enseña que es aquello que se hace “dictado por la voluntad. Hecho por propia voluntad y no por obligación o fuerza”. Y luego sostiene que se trata de una “persona que por su propia voluntad se presta a hacer un servicio o trabajo”.
Acordada estas definiciones, se puede decir –especialmente en Gualeguaychú- que todos en algún momento de su vida han realizado un acto voluntario en defensa del interés general.
Se trata de actividades que se han concebido sin esperar una remuneración, y se desarrollan porque se entiende que es un modo de participación ciudadana que fortalece a la propia comunidad.
Todas estas organizaciones no gubernamentales hablan a las claras que los ciudadanos se unen para desarrollar el interés público y fortalecer a la propia ciudadanía. Pero no es lo único: también aporta prácticas y valores que son indispensables para contribuir en el carácter de una sociedad. Por eso estas entidades tienen una reconocida autoridad en su campo y muchas veces llega incluso a instancias donde el Estado –por diversas razones- está ausente o se presenta muy debilitado.
La solidaridad, el interés y compromiso con el prójimo, la capacidad de conmoverse y simultáneamente actuar, son parte de la historia de cada institución de la ciudad. Es, para decirlo de otro modo, el ejercicio cotidiano de la responsabilidad social por una sociedad más justa.
En Gualeguaychú es notorio que quienes llevan adelante estas acciones lo hacen a puro corazón, sin esperar nada a cambio. Además de iniciativa propia, estas acciones están basadas en la solidaridad, en la intervención continua y beneficiosa para el prójimo.
No se trata solamente de hacer, sino de capacitarse para participar y desarrollar las acciones del mejor modo posible. De esto también dan fe cada una de las entidades y organizaciones de la sociedad civil.
La defensa de los derechos, facilitar la integración, acompañar para el acceso a las oportunidades, son otros componentes vitales cada vez que una organización ayuda a otro.
Se trata de uno de los capitales sociales que mejor identifican a los gualeguaychuenses. Y esto no es casual, sino que responde a prácticas ancestrales, donde las generaciones pasadas han hecho escuela en el campo de la solidaridad y el pensar en el interés general. Es una herencia cultural que hoy es institución en la misma sociedad.
Por eso es oportuno y justo reconocer a quienes dedican su tiempo y sus talentos en beneficio de los demás. De reconocer ese gesto de amor y humanidad que permite alimentar la esperanza por una sociedad mejor. Y es un formidable ejemplo para aquellos que tienen en la función pública responsabilidades que cumplir.
Existen múltiples y diversas definiciones de voluntariado. El diccionario enseña que es aquello que se hace “dictado por la voluntad. Hecho por propia voluntad y no por obligación o fuerza”. Y luego sostiene que se trata de una “persona que por su propia voluntad se presta a hacer un servicio o trabajo”.
Acordada estas definiciones, se puede decir –especialmente en Gualeguaychú- que todos en algún momento de su vida han realizado un acto voluntario en defensa del interés general.
Se trata de actividades que se han concebido sin esperar una remuneración, y se desarrollan porque se entiende que es un modo de participación ciudadana que fortalece a la propia comunidad.
Todas estas organizaciones no gubernamentales hablan a las claras que los ciudadanos se unen para desarrollar el interés público y fortalecer a la propia ciudadanía. Pero no es lo único: también aporta prácticas y valores que son indispensables para contribuir en el carácter de una sociedad. Por eso estas entidades tienen una reconocida autoridad en su campo y muchas veces llega incluso a instancias donde el Estado –por diversas razones- está ausente o se presenta muy debilitado.
La solidaridad, el interés y compromiso con el prójimo, la capacidad de conmoverse y simultáneamente actuar, son parte de la historia de cada institución de la ciudad. Es, para decirlo de otro modo, el ejercicio cotidiano de la responsabilidad social por una sociedad más justa.
En Gualeguaychú es notorio que quienes llevan adelante estas acciones lo hacen a puro corazón, sin esperar nada a cambio. Además de iniciativa propia, estas acciones están basadas en la solidaridad, en la intervención continua y beneficiosa para el prójimo.
No se trata solamente de hacer, sino de capacitarse para participar y desarrollar las acciones del mejor modo posible. De esto también dan fe cada una de las entidades y organizaciones de la sociedad civil.
La defensa de los derechos, facilitar la integración, acompañar para el acceso a las oportunidades, son otros componentes vitales cada vez que una organización ayuda a otro.
Se trata de uno de los capitales sociales que mejor identifican a los gualeguaychuenses. Y esto no es casual, sino que responde a prácticas ancestrales, donde las generaciones pasadas han hecho escuela en el campo de la solidaridad y el pensar en el interés general. Es una herencia cultural que hoy es institución en la misma sociedad.
Por eso es oportuno y justo reconocer a quienes dedican su tiempo y sus talentos en beneficio de los demás. De reconocer ese gesto de amor y humanidad que permite alimentar la esperanza por una sociedad mejor. Y es un formidable ejemplo para aquellos que tienen en la función pública responsabilidades que cumplir.
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