Ser inflexibles

Pese a la insistencia de las medidas de prevención adoptadas desde el municipio, persisten los casos de personas que conducen en estado de ebriedad, fenómeno que se agudiza cada fin de semana cuando finaliza la actividad en los boliches y confiterías bailables. La ingesta alcohólica se manifiesta en los menores de edad pero también en adultos que, creyéndose fuera del alcance de los controles, abusan en el consumo de bebidas no permitidas, lo cual explica la sucesión de accidentes callejeros, la mayoría de los cuales no se denuncian favoreciendo de esta forma a la impunidad. El problema es más grave de lo que se supone y crece día tras día, semana tras semana, ya que es evidente que por falta de personal en el área municipal correspondiente o de medios los controles de alcoholemia no son todo lo extensos y abarcativos que debieran ser, las infracciones se multiplican casi geométricamente. Pero al fenómeno de la alcoholemia se le viene sumando y cada vez con más asiduidad de lo esperado el exceso de velocidad en nuestras madrugadas, fruto a su vez de una ingesta de alcohol que comienza a hacer estragos en nuestra sociedad. Pese a que aumenta la resistencia a los controles ?el que está bajo el vaho etílico suele reaccionar con violencia o descomedidamente-, nosotros no dudamos en estar a favor de una respuesta más inflexible contra aquellos que al mando de un volante, rehenes de borracheras irreversibles, constituyen una real amenaza contra la vida y bienes de todos nosotros. Más aún: debiera contemplarse dar a conocer la identidad del reincidente al violar los índices normales de alcohol en la sangre. Y como no puede divulgarse los nombres de los menores que se haga conocer la identidad del responsable del vehículo infractor o sea los padres. Alguien debe asumir ante la sociedad los daños y perjuicios cometidos por los hijos, cuyas ?licencias? excesivas los empuja a violar todas las normas de tránsito y a perderle el respeto y consideración a sus congéneres.